𝟐𝟓 | Quédate a dormir

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"Me gusta cuando somos. Así, en plural"

 Así, en plural"

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𝐗𝐗𝐕

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Pedri

—¿QUÉ PELI PONEMOS?—pregunté pasando películas con el mando. Estábamos Morata, Alice, Valentina y yo en el pequeño apartamento de la castaña.

—Shrek—votó Morata.

—Kung Fu Panda—propuso Valentina.

—¡Uhhhh! Sí, olvidad Shrek, Kung Fu Panda es una obra maestra—se alegró Morata. Valentina y él parecían niños pequeños.

Alice y yo nos miramos y reímos un poco.

—Pues Kung Fu Panda—dije buscándola. Cuando la película empezó Valentina se apegó a mi y puso su cabeza en mi pecho. Yo empecé a jugar con su pelo. Estuvimos viendo la película y Morata y Valentina comentaban todo o se ponían a repetir artes marciales. Truman por su parte miraba la película entretenido. Todas las películas con animales le gustaban.

Valentina pausó la película a medias.

—Una cosa, ¿alguien tiene hambre o soy yo?—preguntó.

—Menos mal que lo dices—murmuró Alice—Me estoy muriendo.

—Y yo—dijo Morata.

—Yo también.

Barajamos ideas de que cenar.

—Podría hacer una tortilla, pero creo que me faltan patatas.

—Si quieres bajamos y cogemos unos pocos del super—avisé yo.

—¿Os gusta a todos la tortilla?—preguntó.

—La pregunta es a quién no—bromeó Morata. Valentina y yo bajamos por el ascensor. Ya era tardecito cuando cruzamos dos calles para llegar a nuestro destino. Entramos en el supermercado cogimos comida para Truman y fuimos a la sección de patatas.

—Cerraremos en 5 minutos, todos los clientes vayan a caja para pagar sus pedidos—avisó una voz. Valentina se apresuró a coger unas patatas. Cuando pagamos todo caminamos hacia la salida.

—Esa es mi teoría de Ku...—iba diciendo Valentina, hasta que sonó un rayo. Ella pegó un salto. Se puso a llover al segundo. Nosotros seguíamos resguardados por la lluvia. Nos miramos al mismo tiempo.

—Habrá que correr—murmuré.

Ella asintió divertida. En cuanto salimos empezamos a correr entre risas. Valentina se paró un momento para ver una librería.

—Está el libro que querí...

Yo la cogí del brazo.

—Lo buscas otro día—exclamé entre risas. En cuanto entramos en el edificio, la señora de siempre nos miró con mala cara. Estábamos chopando el suelo.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora