𝟒𝟖 | Solo mía

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"Deseo que en todas las vidas y universos me encuentres."
-Esme Jiménez

"-Esme Jiménez

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XLVIII

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VALENTINA

LA SONRISA QUE ADORNABA MI CARA NO ME LA PODÍA QUITAR NADIE. Esa noche, cenando con todos los jugadores y sus familias, por fin me sentía en casa. Mateo a mi lado charlaba sin parar de su nuevo trabajo como camarero, mientras estudiaba la carrera de magisterio.

—Me alegro mucho por ti, Mateito—murmuré, aún sabiendo ya la historia, pues bien me la había contado a través del teléfono.

—Como odio que me llames así—bufó él.

—Valentina es así, a mi me llama Pablito—rio Gavi enfrente de ambos.

—En realidad os encanta.

—Oye, no tienes ningún apodo para mi—refunfuñó el canario, a su izquierda.

—A veces te llamo Pepi. Y encima es porque tu nombre ya es un apodo, tonto.

—¿Y el de Gavi no?—se picó Pedri.

—Bien, a partir de hoy serás Pedrito—sonreí enorgullecida.

—Creo que prefiero que se quede en Pedri.

—Demasiado tarde, Pedrito—dije, apoyando mi cabeza en su hombro.

La cena pasó entre risas y más risas. Tanto Pedri como yo acabamos con unos gorros navideños en la cabeza. Nos hicieron un par de fotos que luego publicó el canario en sus historias.

Cuando, a las dos de la mañana, los padres comenzaron a irse a sus hoteles, la madre de Pedri me vino con su marido y sus hijos con una caja en la mano.

—Feliz Navidad, Valentina—sonrió tendiéndomela.

—No hacía falta, Rosy.

—Tú ábrelo.

La caja, que tenía un lazo rojo rodeándola, estaba bien preparada. Abrí el regalo con cuidado, sin querer romper nada. Al destaparlo, vi un suéter hecho a mano de un color blanco. Era fresco, probablemente hecho para verano.

—Me encanta, Rosy. Es precioso.

—Quería hacer un detalle. Siempre haces todo por mi Pedro, y quería hacerte un regalo a ti también—dijo acercándose para fundirnos en un abrazo.

Después de charlar por un rato todos nos despedimos entre nosotros y los jugadores subieron a sus respectivas habitaciones. Yo subí con Pedri, que hablaba animadamente de la caída que había tenido Balde cenando.

No prestaba mucha atención a lo que estaba diciendo el canario. No porque fuera aburrido, sino porque me fijé más en sus gestos, en su sonrisita pícara, los hoyuelos a los lados, y en el brillo de sus ojos. Ese era el Pedri del que me había enamorado profundamente. Por fin volvía a brillar.

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2023 ⏰

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