𝟒𝟎 | Poco a poco

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"Al igual que la luna, atravesamos fases de vacío para sentirnos llenos nuevamente"

"Al igual que la luna, atravesamos fases de vacío para sentirnos llenos nuevamente"

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𝐗𝐋

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Pedri

UN DOLOR DE CABEZA CONSIGUIÓ QUE ME DESPERTARA. Me giré para ver que el despertador mostraba que eran las seis de la mañana. Suspiré pero me levanté y bajé a desayunar. Había pasado una semana desde que Valentina había vuelto a ser psicóloga en el Barcelona.

¿Cómo me sentía yo al respecto? Pues, sinceramente, no lo sabía. Me refiero, estaba feliz por ella. Había vuelto a su casa, pero, por otro lado, era raro. Distinto. Muy pocas veces coincidía que tu exnovia fuera también tu psicóloga.

Yo por mi parte no colaboraba. No decía nada. Sabía que ella estaba intentando que yo me abriera y le contara todo lo que había pasado estos últimos años, pero no me atrevía.

Desayuné un poco de fruta y salí para correr un rato. Me gustaba correr por las calles de Barcelona cuando aún no había nadie despierto. El sol comenzaba a salir y el frío se hacía acogedor. Luego me adentré en la misma cafetería en la que pedía el mismo café cada mañana desde hace dos años.

—Café solo—dijo la camarera de siempre.

—Gracias.

—Buen partido el de ayer—comentó—Metiste un gol, ¿verdad?

—Sí—me limité a decir mientras tomaba un sorbo.

En ese momento la campana que sonaba cada vez que alguien entraba sonó. Y los dos nos giramos para ver que la persona que había entrado era alguien con quien yo no quería encontrarme.

—No—murmuró la camarera, de la cual debería saberme el nombre, ya que la veía todos los días, pero nunca se me quedaba.

Tanto Valentina como la camarera se fundieron en un abrazo.

—No sabía que ya habías vuelto.

—Necesitaba volver—dijo la castaña.

—¿Quieres algo?

—Un cortado con hielo para llevar.

La camarera asintió y se fue a hacerlo. Valentina aprovechó para inspeccionar un poco todo. Y me encontró.

—¿Qué haces aquí tan temprano?—me preguntó.

—¿De verdad me estás haciendo la pregunta a mí?

Ella sonrió.

—No podía dormir.

Yo asentí. Ella se quedó unos segundos callada.

—Te he traído un regalo. Bueno, un detalle.

Yo la miré antes de coger una caja bien envuelta.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora