𝟑𝟐 | Algo que me recuerde a ti

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"Ella es imposible de olvidar, se adhiere al alma"
Joel Montero

"Ella es imposible de olvidar, se adhiere al alma"Joel Montero

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Pedri

EL ENTRENAMIENTO HABÍA ACABADO. Pero cuando todos se fueron a los vestuarios, yo me quedé en la pista.

Este mes estaba siendo complicado. Nunca había echado tanto de menos a una persona, ni a mis padres cuando me fui a Barcelona a vivir. Chuté y chuté a la portería, acertando todas. Pensando en todo. En nada. Estando en mi propio mundo.

Algo paró la pelota que tiré. Me giré para ver a Unai mirándome con atención.

—Las pelotas las recoges tu—bromeó.

Yo asentí, sonriendo fugazmente.

Unai subió por las escaleras para llegar a las gradas, haciéndome un gesto para que fuera con él.

—¿Qué pasa?—preguntó.

El psicólogo que teníamos era un poco raro y nunca me expresaba con él como cuando estaba Valentina.

Suspiré al pensar en eso.

Últimamente solo pensaba en ella. Pero no como siempre. Pensaba en ella como si la hubiera perdido. Como si ya no estuviera a mi lado. Aunque, técnicamente estábamos a más de diez mil kilómetros de distancia.

—Es distinto—me limité a decir. No quería preocuparlo con mis problemas.

—¿Lo de Valentina?

Asentí vehemente con la cabeza. Con la mirada perdida, notando como él la tenía posada en mi perfil.

—Sé que somos jóvenes y que...—

—El amor que sientes por alguien no tiene nada que ver con la edad—me interrumpió—Valentina y tú tenéis algo...único. Eso solo pasa en las películas y en los libros—habló.

Yo lo miré con atención.

—¿Y si nos distanciamos? Solo llevamos 15 días separados y las cosas están cambiando.

—Porque no puedes comparar lo que teníais antes con lo que vas a tener este mes. Es completamente distinto. Claro que las cosas tienen que cambiar. Pero siendo vosotros, no creo que os pase nada.

Supongo que el nudo en el estómago que había tenido durante unos días disminuyó. Peor no desapareció. Porque ella no estaba para hacerme olvidar todo por completo.

—Deberías haberte metido en psicología. Habrías sido mejor que en fútbol—bromeé. Él pegó una colleja riendo.

—Que hijo de puta—carcajeó—Pues ahora a recoger todas las pelotas. Mira si vas a tener tiempo—me pegó unas palmadas de ánimo en el hombro. Yo le saqué el dedo de la palabrota mientras nos reíamos.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora