𝟒𝟑 | Porque eres tú

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"Que cosa más bonita es verte, mientras me ves, viéndote a ti"
Jose Urbano

"Que cosa más bonita es verte, mientras me ves, viéndote a ti"Jose Urbano

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𝐗𝐋𝐈𝐈𝐈

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Narrador omnisciente

GRITOS, ILUSIONES, SUEÑOS LOGRADOS. Sonrisas eternamente postradas en la mente de aquellos que fueron suficientemente afortunados de vivir aquel momento. Alegría, llanto desconsolado, miles de anécdotas aún por contar.

Un joven, que aún habiendo conseguido su sueño, no podía apartar la mirada de una tal castaña con una inmensa sonrisa y lágrimas corriendo por sus mejillas.

Victoria, felicidad y amor.

Antes de continuar contando el final, lo mejor será que estos dos jóvenes cuenten como llegaron hasta allí.

Dejemos que cuenten su historia.

Valentina

—Creo que nunca he tenido tantas ganas de mear—le confesé a Dani, quién solo pudo comenzar a reírse y darme paso para que yo fuera la que subiera las escaleras del avión antes y pudiera acudir al pequeño y claustrofóbico baño que ahora mismo era el amor de mi vida.

—Welcome to the plane, Miss Sanchis—me dio la bienvenida cordialmente una azafata. Murmuré un rápido saludo y como si de Flash se tratase salí corriendo hacia el baño.

Unos minutos después y con la sensación de tranquilidad de nuevo en mi ser, salí del aseo. Inspeccioné de lejos quién se había sentado con quién. Los dos sitios libres que pude ver fueron el de Nico, que estaba ya dormido, y el de Pedri, quien miraba a un punto fijo sin expresar ningún tipo de emoción.

Me decanté por la segunda opción. Bien porque tenía que fingir que estábamos saliendo, y bien también por el simple hecho de que nuestra relación de enemigos se había ido relajando poco a poco desde aquella noche.

Ya sé que suena extraño pero es verdad.

Me acerqué a él con una sonrisa amable.

—Hola compañero, ¿sería posible sentarme con usted?—bromeé, sabiendo que mi humor era posiblemente el peor del mundo entero y sabiendo también que él no iba a reírse. Habiendo dicho eso, vi como se levantaba.

Bueno quizás, aunque las discusiones hayan acabado le sigues cayendo mal, aparentemente.

Cállate conciencia.

—Bueno, tampoco hace falta que te vayas a otro asiento, ya me voy yo—murmuré con una mueca. Me giré para irme, sino fuera por su mano agarrando mi antebrazo. Cuando me volví a dar la vuelta le vi rascándose la nuca con una mano.

Señal de nerviosismo.

Si es que era muy mono cuando se ponía nervioso.

—Me he levantado porque sé que te gusta más ponerte en el lado de la ventana—habló, con la voz colgando de un fino hilo. Yo sonreí y me fui a meter en los asientos, no sin antes darle un beso en la mejilla, acción que le tomó por sorpresa.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora