II

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Cita.

«¿Cómo que no han tenido su primera
cita?»

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—¡¿No han tenido su primera cita?! —Chillo horrorizada Marian.

Están en el cuarto de la princesa, ayudando arreglar a esta misma. Mientras Scarlett le peina el pelo, Marian se arregla las zapatillas.

Iban a llegar tarde a la cena con Lord Golfred y a Marian le parece más interesante hablar de su primera cita.

—Ya tuvimos la primera cita —Le contestó paciente Scarlett.

—¿A dónde?

—Fuimos al lago. Caminamos por la aldea. Jugamos con Pico. Compramos flores —Enumeró todas las cosas que habían hecho pero antes de seguir, Marian la interrumpió.

—Esas son salidas, no citas —negó ella acomodándose el vestido —¿Cómo me veo?

—Bien —sonrío. Llegarían tarde por culpa de la princesa.

En el camino hasta el salón principal, Scarlett pensaba sí su mejor amiga tenía razón, después de todo, Marian ya llevaba un año y medio de relación con su primo.

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Si hubiera una palabra que la podría definir seria nerviosa o insegura.

Había hablado con Pequeño Juan para invitarlo a salir. Y había recurrido a su mejor para prepararse.

—Quedaste Perfecta —Le dijo Marian. Se miró al espejo y sí, se veía bonita.

Llevaba un vestido rosado corto y sin manga, zapatos bajos negros y un poquito de maquillaje. Todo ahí bien. Pero su cabello...

Estaba suelto. Odia llevarlo suelto. Pero Marian le dijo que así estaba perfecto y solo le tocó aguantarse. Y tampoco la dejo llevarse un listón.

Aun así, llegó al lugar acordado por ambos y ahí estaba Pequeño Juan.

—Hola.

—¡Oh! —dijo Pequeño Juan— Te ves hermosa.

Murmuró un bajito «gracias». Su novio, de manera torpe, le entrego una flor. Su favorita.

Pequeño Juan le extendió el brazo y ella lo tomo. Seguía nerviosa.

—¿Estás bien? —Le preguntó.

—Si —dijo pero se detuvo —No. ¿Hemos tenido alguna cita?

Su novio le sonrió —Claro. Las salidas al lago, las caminatas por la aldea, alimentar a pico y muchas más —enumero él.

Sonrío más tranquila. Él también pensaba como ella.

Siguieron caminando, disfrutando de sus momentos a solas.

—Ten.

Cuando miro la mano extendida de su novio y en ella un listón, no pudo sentirse más feliz.
La tomó y se amarro el cabello.

—Mejor —dijo orgullosa— ¿Cómo lo sabías?

—Robin me dijo algo.

Claro, el también tenía un consejero.

Lo besó. Estaba muy feliz con el.

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