IV

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Nuevo.

«Una novata y un
dragón en el cuerpo de un hamster.
Alumna y Maestro»

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Marian era nueva en la magia. Y como todas las personas haciendo cosas nuevas, no le sale nada bien a la primera.

Ni a la segunda, ni la tercera y la cuarta tampoco pero no perdía la fe; en alguno debía salir bien.

Llevaban horas prácticando solos en una parte del bosque. Robin y los demás no los pudieron acompañar ya que a su primo, el Príncipe Juan, se le ocurrió la brillante idea de recaudar dos veces el oro.

No entendía que pasaba por la cabeza de Juan.

—Descansemos —propuso Derke, su maestro.

Se puso nerviosa. No tenía una buena relación con su maestro. Asintió y se sentó en una roca de ahí. Se sobó la mano con la que usaba la varita. Le dolía mucho.

Sentía la intensa mirada del hamster sobre ella y eso la tensó. Se mordió el labio. Temía a qué que Derke se negará a enseñarle magia por ser un fracaso eso.

—¿Por qué sigues aquí? —pregunto de repente el hamster.

—¿Que? —soltó confusa. La había tomado por sorpresa.

—¿Por qué simplemente no dejás la magia?

—¿Rendirme? —resumió la pregunta. Derke asintió.

Se puso a pensar. Quizás era porque su vida era aburrida y monótona. Talvez quería ayudar al equipo. O posiblemente quería lograr algo en su vida.

—Mi vida es demasiado simple —dijo— Hacer esto es increíble. Poder aprender algo nuevo. ¡No podría solo dejarlo!

—Pero no te sale bien —Derke era sinceramente cruel.

—Pero sí práctico podré mejorar —Sonrió grande.

Miró curiosa a Derke. No entendía porque le preguntaba este tipo de cosas, quizás sea una prueba. Pero había algo que la molestaba.

¿Por qué era tan importante que volviera hacer un dragón? Si ella aprendía magia, ambos ganarían ya que el hamster podría regresar hacer un dragón.

¿Por qué?

—Yo tengo una pregunta —y cuando terminó de hablar se sintió nerviosa por la mirada del dragón.

—¿Cual?

—¿Por qué es tan importante para ti ser un dragón? —Cuestionó. Derke frunció el entrecejo y antes de que hablará, agregó —Ya se que originalmente fuistes un dragón pero ¿Por qué tanto apuro?

—No lo se —Contesto después de quedarse callado por un largo rato — Quizás miedo.

—¿Miedo? —repitió confundida.

—Sí, ¿Sabes? —dijo honesto—He vivido decenas de años siendo un dragón ¿Cuánto tiempo aguantaré siendo un hamster?

Tenía razón. En parte, es su culpa.

—Lo siento —dijo apenada. ¿Cómo sabría que lanzando un hechizo alazar pasaría esto?

—Ya fue —Le sonrío el hamster.

—¿Crees que aprenderé magia? —pregunto temerosa.

—Claro —la ánimo— La práctica hace al maestro. —Marian asintió sonriendo— ¿Que te parece sí dejamos la práctica por hoy?

—¿Podemos comer algo?

—Claro.

Dejaron la práctica y se fueron a la aldea.

Ese día sucedió algo nuevo, una nueva amistad.

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