Robin Hood Book.

VI

—¡Así no es Marian! ¿acaso no entiendes una simple ecuación? —Me grito furioso Cris, el hijo de uno de los guardias; ahora mi maestro —Lady Rodencia y el rey Ricardo me encargaron enseñarte todo lo que una dama debe saber ¡pero haces todo mal!

Los chicos son guapos y fuertes
pero siempre los primero en decirme que estoy equivocada.

—¡Tu eres un mal profesor! —Repliqué molesta —¡Seguro compraste tu diploma!

-¡Cállate! —chilló callando me con una cachetada. Me ardió y por el dolor una lágrima bajo.

Se fue del salón dejándome en el suelo.

¡Lo odio!

(...)

Cabalgó con mi caballo por la aldea, sintiendo el viento rozar mi cara, sintiéndome libre.

  Me disen que soy rara, y
no lo dejaré pasar.

No hay que ser observador para saber que las personas no tienen una mente libre como la mía. Una que viste cómoda y se atreve a todo.

Soy diferente. Ellos no aceptan lo diferente.
No me importa.

—¡Libre soy estúpidos! —Exclame fuertemente para que me escucharán mientras me aferraba a mi caballo.

(...)

—Que diría el rey Ricardo si te mirara —Cris enojado me gritó— ¡Eres una dama Marian comportarte como una! ¡Y cámbiate esa ropa de hombre!

Lo mire irritada. —¡Son solo pantalones!

Odiaba todo. Odiaba que tuviera que usar vestido siempre. ¡Los pantalones también son cómodos!

—¡No me importa! ¡solo has lo! —replicó furioso.

Me agarró el brazo y no me pude safar. El agarré dolía. Arrastras me llevo a mi habitación a pesar de mis réplicas y las miradas deprimentes de los guardias.

Aún con toda esta
mierda soy resistente.

Aún sigo en el suelo. No puedo llorar. No debo hacerlo.

No importa que tan desecha está mi vida ni que tan miserable sea.

Ricardo dijo que las princesas no lloran y menos sobre monstruos en la noche.

Las princesas no lloran. Y la lágrima que salió no cuenta.

No sabes cómo los extraño, Scarlett.

__

Vamos cabalgando en caballos por la aldea junto con mi primo.

—Disculpe —dijo una chica que había chocado con mi caballo.

solo la mire mientras ella caminaba con lo que muchas personas definían como elegancia

Las chicas son equilibradas
y suave al tacto.

—Ella es una dama —opinó Cris con veneno— ¿Por qué no puedes ser como ella?

Pero Dios me hizo ruda.

—Si tanto la quieres ¿porque no
le enseñas a ella o a un sapo?
¡de seguro él te hará caso! —dije antes de salir corriendo con mi caballo mientras le saco la lengua con burla— ¡Gracias por la espada!— grite mientras alzaba su espada con orgullo.

"Vuelva aquí señorita" lo escuche gritar, simplemente lo ignore.

(...)

Mis primos y yo estamos en
una fiesta donde hay muchos nobles, vestidos con sus trajes más
elegantes y sus coronas más
brillantes

Es tan pesada la corona,
la llevo en alto.

—Te ves hermosa —me dijo.

—Como sea —dijo indiferente Juan — pero te ves bien.

—Gracias  —dije sonriendo mientras miraba que con elegancia bailaban y sonreían.

Claro, son nobles. Yo también pero una especie distinta.

Pero me esta agobiando

—No puedo seguir así —pensé.

Estoy bailando
con un noble, ¿desde cuando es
tan pesado el vestido y la corona?, desde que fingir una sonrisa es el maquillaje.

Lo mire por un momento y no me apenó irme a mi habitación.

(...)

—Marian estas bien? -—me pregunto Ricardo desde el otro lado de la puerta.

No, estoy bien.

—Si estoy bien, solo estoy algo
cansada.

—Esta bien, descansa 

Escuche como se alejaba y solté todo el aire retenido.

Estoy acostada en el piso
de nuevo...
De a poco mi maquillaje se va
corriendo por culpa de
Pequeñas lágrimas.

Las limpió y no que tan rota este las princesas no lloran y yo tampoco.

Esto es normal y a todos no pasa.

«Estaré bien» repitió en mi mente porque lo estaré.

Soy joven. Una revoltosa, rebelde y que nadie quiere. Soy un asco y aún así no puedo llorar.

Limpió con brusquedad las lágrimas que bajan ¡Mis ojos no entienden!

¡Nunca lo hacen!

Y como las otras veces, no se cuando me dormí.

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¡Hola! Este es otro al que le tenía mucho cariño. Lo siento si está todo mal. Solo cambié algunos detalles, muy pocos en realidad.