Nueve

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Inesperado.

«Debo de admitir que
esa no me la
ví venir»

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Dicen que sí hablas mucho con alguien ambos pueden llegar a enamorarse.

No estoy muy seguro de esa frase, oración o lo que sea que sea apliqué para mí ya que son muy pocas las veces en las que hemos hablado.

Y no sé si he avanzado mucho.

Porque, aunque no me corren, hay veces que las miradas de ambas chicas me quieren sacar a patadas de ahí. Mandarme lo más lejos posible. Pero no lo hacen.

Y en otras solo ríen por mis comentarios.

La que más habla de nosotros es Marian, luego le sigo yo. Scarlett aún me sigue dando su miradita y no se porque ¡No le he hecho nada malo!

Creo.

Mis amigos y yo hemos hecho un plan mal elaborado que es perfecto. El primer paso es acercarme y hablarle; el segundo es hacerme amigo de ella; tercero invitarla a salir; enamorarla es el cuarto y; el quinto confesarme.

Ese es el resumen.

Solo hay dos personas que se oponen y ambos son personas cercanas a ella. Juan y Scarlett parecen estar de acuerdo en eso.

Celos de amiga y primo, seguro.

El primer paso de este maravilloso plan mal armado ya está completa o eso espero yo. Después de cinco días almorzando juntos les presentaré a mis amigos.

Para que todos seamos amigos y tenga más posibilidades ¿Que puede salir mal?

Así que, cómo dije, en este almuerzo del día lunes todos nos sentaremos con ellas y con las bandejas en mano caminamos a la mesa donde están las chicas.

—Esto es mala idea —murmuró Juan pero ninguno de nosotros le hicimos caso.

Al estar de pie frente a ellas, saludamos todos juntos, en coro y sí, sí se oyó gracioso.

—¿Nos podemos sentar? —pregunté yo.

Scarlett rodó los ojos y Marian se rió de su gesto.
Son tan cercanas que se conocen tan bien. Me preguntó que pasará por sus mentes.

—Claro —Nos contestó Marian. Empujó a su amiga azabache para hacer espacio para uno más.

Yo muy feliz me iba a sentar ahí pero Juan se me adelantó. Fruncí el entrecejo y de manera obligada me senté frente a él.

Juan me sonrío con burla y Scarlett me miraba satisfecha. Como sí no quisiera que me sentará junto a su prima castaña.

Vaya que ellos son muy celosos.

Y Marian ni se dió cuenta de nuestra pequeña pelea.

Los chicos se presentaron, no porque no supieran sus nombres, sino más bien por cortesía. No porque estemos en el mismo salón quiere decir que sean amigos.

Hablamos de una que otra cosa durante lo que duró la hora del almuerzo.

Los chicos tienen mucho en común con ellas y eso hasta a mí me sorprendió, hasta Scarlett habló más.

O quizás solo era yo quien le cae mal.

—¿Entonces te gustan los animales? —Preguntó emocionada Marian hacía Pequeño Juan.

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