La hora de la verdad

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(Re-editado)

Hermione estaba en su cuarto, observaba el techo como si fuera lo más interesante que pudiera existir. Estaba decidida, les borraría la memoria a sus padres si toda esa situación llegaba a tornarse más peligrosa y gracias a eso estarían a salvo. No podía encontrar una mejor solución, era eso o perderlos por algún adepto del que no puede ser nombrado y, para ella, esa no era una opción. Cerró sus ojos con fuerza y dejó escapar todo el aire que tenía en sus pulmones, se sentía tan presionada con esa guerra mágica... absurda en verdad.

Por otro lado, se encontraba un poco nerviosa; su madre Jane se comportaba de manera extraña con ella desde hace dos días atrás. Apenas y la miraba a los ojos, mucho menos le dirigía palabra alguna. La castaña dejó escapar otro suspiro, esta vez aguantando las lágrimas que amenazaban con salir sin su permiso. En horas de la mañana cuando se disponían a tomar el desayuno, su padre le informó que tenían una información importante, sin embargo, eso no fue lo que más le impresionó sino el hecho que él nunca le dirigía la palabra, no más de lo necesario. Esa sola oración había dejado a Hermione algo nerviosa, no entendía que era eso tan urgente que sus padres debían decirle y mucho menos el por qué esperar y lo que más le impactó fue el que no la dejaran ir a la madriguera. Casi nunca le daban trabas para pasar todo el resto de sus vacaciones en casa de sus amigos.

-Hermione, baja por favor... -escuchó a su madre llamarle desde la sala. Frunció el ceño ante el tono de voz empleado.

La castaña bajó las escaleras con rapidez y se sorprendió al ver dos magos en la entrada de su casa. No se detuvo en observarles, ni siquiera había notado que no llevaban sus varitas en mano. Su reacción inmediata fue sacar la suya y ponerse en frente de sus padres, los protegería con todo.

-Tranquila, Hermione... con ellos debemos hablar. –Susurró su madre temerosa lo cual le extraño.

-¿Qué quieres decir? ¿Los conocen? –ambos asintieron.

-Ellos son Gilbert y Hermione Diane Rosier... -la castaña abrió los ojos como platos y comenzó a hiperventilar-, son tus verdaderos padres –dijo Jane Granger con lágrimas en los ojos.

-La verdad es que Jane fue la única que quiso e insistió en quedarse contigo, nunca fuiste de mi agrado menos al saber que eras unas de esas fenómenos... -Hermione no podía creer lo que estaba escuchando.

-Cuando te conseguimos tu madre estaba inconsciente... tenía muchas heridas y respiraba poco, estaba segura que moriría –decía Jane entre hipidos. –Pensé en ayudarle pero... pero...

A estas alturas Hermione lloraba con todas sus fuerzas, eso debía ser una pesadilla. ¿Cómo podían soltarle una noticia de esa magnitud de esa manera?

-Pero nada mujer, dile la verdad. –gritó Gilbert Rosier.

Jane, a quien creía era su madre todo este tiempo, se removía incomoda en su lugar.

-Acababa de perder a un hijo, me cegó el dolor, la desesperación y cuando te vi te...

-Me la robaste –siseó Diane de Rosier con ira contenida. –Pensar que todos estos años lloré tu muerte, maldije hasta al mismísimo Señor Tenebroso por arrebatarme tu calor –gruesas lagrimas caían por su rostro-, y resulta que estabas viva.

Hermione se levantó y comenzó a caminar en círculos allí mismo en la sala, su respiración era cada vez más acelerada mientras miles de pensamientos y preguntas golpeaban con fuerza en su mente. ¿Cómo pudo pasar algo así? Debía existir alguna explicación para tanto dolor, no? Ella quería amarrarse a una esperanza, pero era casi imposible

Gryffindor nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora