El cambio II

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A la mañana siguiente, Hermione caminaba hacia el gran comedor con la mirada en alto. Ella no iba a permitir que nadie más la amedrentara, está vez ella se enfrentaría a cualquiera que intentara hacerlo. A lo lejos pudo ver a sus ex compañeros de Gryffindor, todos la observaban con odio y rencor. Sintió una punzada en su pecho, no podía creer que rápido cambiaban los papeles. Si de algo estaba segura Hermione era que su comportamiento era igual al el de ellos meses atrás.

El gran comedor quedó en silencio, aun no procesaban que ella era una serpiente y no una leona como tantas veces gritó con orgullo. Pero, ¿De qué vale ser una leona si no había lealtad dentro de la misma casa? Esa pregunta se la hizo muchas veces en los tantos desplantes de Ron y Harry. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó la presencia del rubio a su lado, solo fue consciente de su risa apenas audible para ella.

-¿Qué quieres, Malfoy? –preguntó Hermione sin agresividad.

-Nada, solo cuidar que no te lleves a nadie por delante –su risa se intensificó y ella solo pudo arquear una ceja. –Estabas tan perdida que no te diste cuenta, casi me matas y mira que un tachón como ese en tu perfecto historial sería catastrófico.

Hermione entrecerró sus ojos solo para darse cuenta que el rubio se estaba jugando con ella. Una sonrisa se dibujo en sus labios para luego darle paso a carcajadas sin sentido.

-Cretino... -dijo entre risas.

-Es mi encanto, ahora mira tú antigua mesa. Son como cuchillos –Hermione se giro sin disimular para observarlos. La que solía ser su amiga, Ginny, la fulminaba con la mirada. –Deben ser tontos o muy estúpidos, cabezas de trolls como para dejarte ir. Tú siempre como perrito faldero besando el camino que ellos pisaban y –Draco se encogió de hombros-, ellos te dan la espalda.

-Algo patética mi vida y tu aquí para recordármelo, que bueno saberlo –dijo con acidez, pero sin borrar la sonrisa de su rostro.

-Para que estamos los amigos... -susurró el rubio con veneno, ese siempre sería su juego.

En años anteriores, el rubio se comportaba de una forma despreciable, aun lo hace pero eso no parece molestarle en esos momentos. Y ella vivía para sus estudios, pero ahora eso no parecía importar mucho. Tenía otras cosas en mente, como ¿Por qué no se había dado cuenta de su no parecido con los Granger? "El amor a veces ciega" se dijo mentalmente.

-Y allí vamos de nuevo –escuchó al rubio susurrar.

-Cállate, Malfoy y dejame desayunar en paz –canturrió la castaña divertida.

La verdad es que no era tan malo como parecía, no todas las serpientes eran venenosas y algunas aparentaban serlo. Con asombro notó como la dieta de los Slytherin era muy diferente a la de los Gryffindor, mientras los leones comían hasta saciarse con cualquier cosa, las serpientes comían más saludable.

-Esto parece un restaurant de lujo, no me cansaré de decirlo. Tenemos una dieta distinta al resto del colegio –dijo sorprendida, más para sí misma que para otra persona.

-Es normal, la mayoría de nuestros padres mantienen este colegio. Lo mínimo que pueden hacer es complacernos, al menos con esto –intervino Pansy encogiéndose de hombros. -¿Entonces?

-¿Perdón?

-¿Qué tal te parece nuestra casa? ¿No es mejor que esa de cuarta? –Hermione pudo detectar la obligación en su voz, seguramente Diane le había pedido ser amable y vaya que le estaba costando.

-No me quejo, tener mi propio cuarto y disfrutar de ciertos beneficios nunca estuvieron dentro de mis planes como Gryffindor. Y sí, admito que tiene sus ventajas ser un Slytherin –respondió de forma altiva.

Gryffindor nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora