Y todo cambió

5.5K 384 7
                                    

Se escuchaba la risa de las personas cuando alguien salía de las tiendas, nadie abandonaría el acogedor y embriagante calor por un helado, como lo hacía Hermione. Nunca fue normal, siempre buscando sobresalir y ser capaz en todo. Sin embargo, había algo en lo que ella no era buena, en realidad, era patética en vuelo. Por más que quisiera, nunca se le dio el volar.

Hermione terminó su helado y dejó que el frio inundara sus sentidos, era extraño sentir confort con todo eso.

-Oye, Rosier... -escuchó la voz de Zabini, no alcanzó a girarse cuando una bola de nieve chocó de lleno en su rostro.

Risas y aplausos se escucharon por los alrededores, la castaña limpió el resto de nieve y sonrió con malicia. Una de sus actividades favoritas con los muggles era eso, jugar con bolas de nieve y en eso ella era extrañamente buena. Caminó con elegancia hasta una fuente vieja y mohosa, donde se agachó e hizo una bola de nieve.

-¿Qué vas a hacer? Tus habilidades muggles no podrán conmigo –el grupo de Slytherin que estaba con él comenzó a reír.

-Nadie habló de habilidades muggle, querido... -con un movimiento de su varita, cubrió a Zabini de pies a cabeza con nieve.

En ese momento comenzó una guerra entre los Slytherin que nunca se había visto, siempre se comportaban como personas adultas, sin importar la edad. Sin embargo, la llegada de Hermione a esa casa, había traído cambios muy interesantes para el cuerpo estudiantil.

Risas y gritos se escuchaban por toda la calle, los dueños de las tiendas estaban sorprendidos por el movimiento, nunca se había visto tantos chicos disfrutar de esa manera. Muchos estudiantes de diferentes casas, se habían unido para participar en la "guerra".

Hermione se apartó toda empapada, pero vio algo que no pensaba desaprovechar. Allí, frente a ella, estaba Draco Malfoy con su característica forma de caminar y prepotencia. Él estaba tan indiferente que no lo vio venir, una bola de nieve chocó de lleno en su abrigo; se giró iracundo buscando al culpable.

-De esta no te salvas, Hermione –gritó antes de perseguirla y conjurar un hechizo, muy parecido al utilizado por la castaña.

Desde una esquina, tres chicos observaban sorprendidos y divertidos al mismo tiempo.

-Nunca había visto a esa chica tan suelta, hasta se puede decir que lo está disfrutando –dijo Nott con sorna.

-Tienes razón, desde que supo que era parte de nuestra familia, vivía tensa y sería –secundó Sam con un deje de sorpresa.

Pansy emitió una carcajada muda y dijo.

-Te aseguro, Sam, que esa chica ni con Potter o Weasley se divertía tanto –la morena guardó silencio por unos segundos antes de proseguir. –Draco tampoco se ve estresado...

-Ahora que lo mencionas, es primera vez que se ve... ¿feliz? –Nott enarcó una ceja ante las palabras de Sam y negó la cabeza con seguridad.

-Feliz es una palabra muy fuerte en estos momentos –dijo mientras entrecerraba los ojos. –Tal vez este confiando más en esa chica.

La morena asintió de acuerdo con las suposiciones de Nott.

-Y hablando de Merlín y Morgana –susurró Sam entre risas.

Hermione subía la colina con una sonrisa en sus labios, su ropa estaba mojada y pesada, pero ella pensaba que eso era parte del juego. Mientras subía, pudo ver a tres personas ceñudas y echando humo por las orejas, sus antiguos amigos de Gryffindor: Harry, Ron y Ginny. Sus rostros mostraban todo menos felicidad, de seguro buscaban culpables por su cambio ó despotricaban silenciosamente en su contra.

La castaña les dedicó una sonrisa sínica en el exacto momento que pasaba por su lado, logrando que la molestia aumentara. Draco por su parte, subió la colina altivo y sin una gota de agua en su cuerpo; esa extraña experiencia que había tenido con la castaña lo confundía. Con ella era más fácil expresar sus sentimientos, en realidad, era más fácil todo.

Sonrió con suficiencia al ver la reacción de los Gryffindor y no pudo evitar sorprenderse, ella había cambiado tan rápido. Su soltura y confianza dentro y fuera de la casa Slytherin, era incomparable, ella había nacido para ser una serpiente.

-¿Se puede saber por qué estás empapada? –Preguntó Pansy divertida cuando la castaña llegó.

-Draco me quitó mi varita, él pensaba que sin ella no sabría cómo defenderme, pero se equivoco –aseguró tiritando a causa del frio.

-Y ahora le debo una cerveza de mantequilla –culminó el rubio mientras hacia un movimiento con su varita y la dejaba completamente seca. –Pero debe aprender a proteger su varita, se la quite en un dos por tres.

El grupo entró en la cabeza de puerco, como era de esperarse todos los presentes guardaron silencio, incluyendo a los profesores. Eso a Hermione no le importó, se sentía feliz y eso nada ni nadie se lo quitarían. No salieron de allí hasta que escucharon el último llamado de los profesores, era la hora de volver al castillo.

-¿Qué piensas llevar para baile de navidad? –preguntó Pansy de pronto.

-No lo sé, no quiero ir –respondió Hermione sin borrar su sonrisa.

-No seas aburrida, hermana, tampoco le hagas competencia a Malfoy. Tiene un año sin asistir...

-Ahora que lo mencionas, tu tampoco asististe –todos se percataron de la repentina tensión en su cuerpo y el destello de ira en sus ojos.

-Creo que no tenía ganas de ir, mis "amigos" no vieron otra forma de hacerme pasar una excelente navidad, que hacerme llorar como bebé toda la noche –Draco escuchaba con atención, recordaba muy bien esa noche. Decidió escabullirse por los pasillos del castillo, cuando escuchó la pelea de la castaña con el estúpido de Weasley.

Sus peleas le resultaban interesantes, era como ver a dos niños pelear. Sin embargo, el rubio tenía que admitir que ella tenía razón esta vez. Siempre atrás de ellos y nunca le brindaban el respeto que se merecía, y aun no lo hacían.

Llegaron al castillo y subieron en silencio las escaleras del salón. Hermione sonrió de pronto, sabiendo que las cosas estaban mejorando en su vida, se le había arrebatado mucho, personas que consideraba importantes. Sin embargo, todo lo que consideraba malo, ahora no lo era tanto. Del mismo modo pensaba Draco, lo que para él consideraba molesto e insignificante, ya no lo era.

Por otro lado, en las inmediaciones del castillo, McGonagall caminaba en círculos esperando la llegada del director. Decidió investigar por sus propios medios y al parecer traía noticias con él, la carta parecía importante.

-Minerva, es bueno volverte a ver –dijo Dumblendore con su típica forma de saludo y andar.

-¿Lograste conseguir respuestas? ¿Por qué Granger está de esa forma? –Preguntó la profesora con las manos hechas nudos.

-Me temo, mi estimada profesora, que Granger en realidad es una Rosier. No hay falta ni nada oculto en todo esto –el silencio reino en el lugar. –Los Rosier perdieron a Hermione mientras intentaban escapar de unos mortifagos.

-Eso quiere decir...

-Sí, ella estaba tratando de asimilarlo y sus amigos la alejaron. No podemos culparle su actitud –sentenció el anciano profesor con una sonrisa en los labios, Minerva sabía que había algo más, pero no se atrevió a preguntar.


Gryffindor nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora