Gryffindor nunca más

¿Aliados o enemigos?

Sus manos estaban entumecidas a causa del frío, pero no se atrevía a decirle nada o quejarse. Todo eso era mejor que estar encerrada en las mazmorras, claro que lo era. Draco y Hermione estaban sobrevolando la ciudad de Londres cuando aún podían observar las luces de la noche. El frío helaba la sangre de cualquiera, ella por su parte no podía sentir sus extremidades. Ciertamente la escoba no era una de las mejores ideas para un viaje en plena finalización de invierno.

Hermione detecto una señal, él quería aterrizar en un callejón solitario. Ella solo siguió hasta que sus pies tocaron el suelo y dio la bienvenida al dolor. Por más de tres horas habían volado y estaba demás decir que el clima no estaba a su favor. Guardaron sus escobas en la pequeña bolsa, encantada para guardar todo lo que quisiera su dueño sin pesar o aumentar su tamaño. Luego se deslizaron por las solitarias y húmedas calles del centro de la ciudad. Ella podía ver a una que otra persona saliendo de su casa, preparándose para la jornada diaria, la monotonía de un muggle.

Para ser sincera consigo misma, ella nunca había pensado que tan ajenos estaban los muggles de su entorno. Parecían vivir en una burbuja que nadie podía traspasar y que tampoco deseaban romper. Los muggles ponían como principal meta tener sus mentes ocupadas para separar la realidad de una ficción o fantasía que nada tenía que ver, era tan real como el aire que respiraban. Gracias a Merlín que desperté de ese ensueño y me encuentro aquí, con o sin guerra. Y era cierto, al menos para ella. Si esa carta nunca hubiera llegado a la casa de los Granger... no podía ni pensarlo. ¿Qué estaría haciendo ahora? De seguro estudiando como una demente para intentar ingresar a las mejores universidades muggles. ¿Qué tan triste y vacía sería su vida si ella no hubiese ingresado a Hogwarts? ¿Sería miserable? Tal vez no, los muggles viven protegidos de todo eso, tal vez ella iba a ser como ellos. Solo trabajo, familia y amigos... si en tal caso tuviera alguno.

-Tenemos que comer y buscar un lugar en donde pasar este día... -dijo Draco despertándola de sus cavilaciones. –No podemos movernos durante el día en escoba y si queremos llegar a la casa de Grimmauld Place debemos...

-¿Cómo? ¿La casa de dónde? –Preguntó Hermione sorprendida.

-No es de extrañar que no lo sepas, nunca pudiste reunirte con los Weasley y con Potter para descubrirlo. Al menos te salvaste de limpiar el lugar –murmuró antes de ingresar en la cafetería dejándola sorprendida.

Lo siguió apenas cayó en cuenta de que estaba parada como una estúpida en medio de la acera. Sonrojada, Hermione caminó rápidamente hasta situarse a un lado del rubio que pedía algunos pasteles y zumo de naranja. Vio con asombro como pago la cuenta sin siquiera pedir ayuda para tratar de entender el dinero muggle. Tomaron asiento en una de las mesas, las más alejadas del lugar y ella sospechaba que lo que tenían que hablar no era de incumbencia de nadie más que ellos.

-En vacaciones, antes de que te reunieras con Diane y Gilbert, toda la orden del fénix tomó la antigua casa de los Black como cuartel secreto –dijo como si hablara del clima. –De esto yo no tenía idea hasta hace pocos días, Snape me lo contó. No tenía que, pero aun así lo hizo y creo saber porque...

-Encontrar a los chicos y ayudarlos –dijo la castaña anticipando todo.

-Inteligente y hermosa, pero esta vez no... no es así –su mirada se centró en el suave movimiento que hacía Draco con sus dedos, deslizándose suavemente por su cabello como si estuviera nervioso por algo. Lo estaba, ella lo conocía ahora lo suficiente para saberlo. –Esa casa está allí, pero no está al mismo tiempo... a pesar de que muchos Mortifagos conocen la existencia de ese lugar y se enteraron que es cuartel de la orden, no han logrado conseguirlo por su hechizo.

-Encantamiento fidelius... -soltó la castaña sorprendida.

-Exactamente, ahora solo Potter nos puede hacer pasar... por desgracia, ese estúpido creerá que solo estamos tras él...