Hermione recuerda haber dicho que sería fuerte pero hasta el momentos lo que había logrado era acumular muchos sentimientos. Y ahora se encontraba allí, sentada en el piso de un aula vacía, rompiendo las reglas y saltándose una clase con nada más y nada menos que su enemigo número uno, Draco Malfoy.
Ella no se atrevía siquiera a mirarlo a los ojos de seguro se estaba burlando de ella. Se abrazó a si misma al sentir como todo dentro de ella se quebraba, ya no podía seguir fingiendo que todo estaba normal.
-¿Qué es lo que está mal Rosier? –preguntó Malfoy con un poco de fastidio en su voz.
-¿Te parece poco? Hace cinco malditos días pensaba que era una Granger, una sangre sucia y solo tenía que preocuparme por estudiar y estar al pendiente de mis amigos –gritó exasperada. –Pero no, resulta que esas personas que se hicieron pasar por mis padres solo me robaron porque pensaron que mi verdadera madre estaba muerta...
La castaña se levanto y comenzó a caminar de un lado al otro como desesperada.
-Ahora, deje de ser una Granger para ser una Rosier, ¿entiendes, Malfoy? Soy hija de unas personas que están a favor del quien no debe ser nombrado, soy hija de mortifagos, soy un maldito desastre... no sé quien soy.
-Para tu teatro, Rosier –espeto el rubio divertido. –No eres hija de mortifagos. Gilbert no se acerca siquiera a ser uno menos Diane, por ese motivo te perdieron, tratando de escapar del Señor tenebroso.
Hermione escuchaba sorprendida al rubio, no tenía conocimientos de esa parte de la historia.
-Para los padres de Gilbert, él es simplemente un don nadie –dijo encogiéndose de hombros. –Ahora debo admitir que tienes tíos en Azkaban, son mortifagos de alto rango.
-¿Por qué me cuentas todo eso? –preguntó entre sollozos.
-¿No necesitas escuchar la verdad? Además no es mentira que tu padre deshonro a tu familia –dijo encogiéndose de hombros. -Sin embargo, tampoco se puede obviar que tu apellido influye tanto miedo como el mío. –Lo último lo dijo en un susurró apenas audible.
Ella guardo silencio y trato de ordenar sus prioridades, estaba tan sumida en su dolor que se dejo llevar más de lo que debía.
-Tienes que aprender a ser más fría, tienes que guardar las apariencias. Ya no eres una Gryffindor aunque tampoco eres una Slytherin... aun –sus ojos fríos como el metal se posaron en los de ella.
-¿Por qué me ayudas? –preguntó Hermione ya más calmada. Esa actitud en el rubio no era normal algo le sucedía, de todas formas ella seguía siendo la misma persona que él odiaba, ¿no?
Draco tardo unos segundos en responder, la pregunta lo agarro desprevenido.
-Míralo de esta forma, me debes una... -susurró esbozando una media sonrisa.
Hermione bajo la mirada y dejo escapar las últimas lagrimas, ya no lloraría más.
-¿Cómo sabes tanto de los Rosier? –Sintió la mirada del rubio, era intensa y le cohibía un poco.
-Tú eras mi prometida.
Ante eso la castaña no pudo hacer otra cosa que mirarlo sorprendida, ¿ella, su prometida? Si todo le parecía una locura ahora era el doble. Sintió como su pulso se aceleraba y comenzaba a temblar.
-Nosotros frecuentamos mucho la mansión de tus padres. Sam es un gran amigo y Diane una madrina excelente –dijo con simpleza el rubio desviando, solo un poco, la mirada.
-No sabía que Diane era tu madrina, bueno no sabía nada en realidad –dijo empleando el sarcasmo, algo raro en ella.
De pronto recordó las palabras del rubio, estaba allí para escucharle y ser escuchado.
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Gryffindor nunca más
FanfictionHermione nunca pensó que días antes de entrar a su 5º año en Hogwarts las personas que creía sus padres no lo eran... descubre el cambio, descubre a una nueva Hermione, la nueva princesa... Nota: Los peronajes no me pertenecen, son de J.K Rowling...