La verdad solo nos acerca más...

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Draco

Me gustaría decir que estoy cómodo y que solo estoy compartiendo una cerveza de mantequilla con un amigo, o en su defecto un té. Gruñí internamente para apartar la estúpida fantasía, ¿por qué me estoy engañando? Estoy sentado en un sillón mugriento y lleno de moho, bajo el escrutinio de dos personas que pueden ser mis enemigos. A mi lado está Hermione, una chica que es considerada enemiga de ellos y que un tiempo atrás fue su amiga. Esto era simplemente ameno.

-Bueno, ¿qué esperas? –Lanzó la pregunta con ira. –Tienes que decirnos todo si quieres que cooperemos contigo.

Vi como Hermione formaba una mueca de desagrado ante su tono, la verdad es que no nos lo estaba haciendo más llevadero.

-No creas que la estamos pasando de maravilla aquí, Potter –me mofé con altanería. Era difícil de resistirme. –La pasada noche buena, -interrumpí lo que sea que iba a decir- mientras la cena en casa de los Rosier se encontraba en su mejor momento, la escoria mestiza apareció en los jardines. He de admitir que no fue agradable, dolió como el infierno, aun me dan escalofríos de recordar cómo me escocia la marca...

-¿Tenemos que escuchar eso? –Preguntó Ginny mortificada. –No lo veo relevante.

-¡Oh, Ginny! Lo es... -respondió Hermione de forma estoica.

Ignorando por completo la intervención innecesaria de la novia de Potter, proseguí.

-Está demás decir que me desmaye y te aseguro que no es algo de lo que este verdaderamente orgulloso. A resumidas cuentas, me desperté adolorido y muy molesto en mi antigua habitación... dos malditos días después de que me sacaran de la casa de los Rosier –dejé escapar todo tan rápido que estoy seguro de haber dejado a todos sorprendidos.

-Aquí es donde entro yo... -intervino ella con las mejillas encendidas. –A penas él se lo llevo con ese grupo de estúpidos cabezas de troll, juro que no supe que hacer. Me senté en el piso un rato mientras algunos invitados se iban, mi hermano ayudaba con la limpieza de escombros y mi madre intentaba tranquilizarme –por unos momentos ella guardó silencio y me observó con cierta timidez. –No sé en qué estaba pensando exactamente cuándo corrí hacia la chimenea y grite "Mansión Malfoy" antes que las llamas verdes me consumieran. Lo único seguro era que quería a mi hermana, mi padre, a tu madre y a ti con vida –ella se giró para encarar por unos segundos a Potter-. Llámame estúpida, Harry, pero mis seres amados son lo único que me importa en este momento.

Creo que no fui el único sorprendido. Weasley estaba, ciertamente, horrorizada.

-Yo... -me vi en la necesidad de aclarar mi garganta ya que mi voz estaba pastosa a causa de la última revelación. –Antes de volver a Hogwarts contacte a Snape... él me dijo todo lo que necesitaba saber. La mayor de los Rosier estaba encerrada en las mazmorras –me reprendí cuando me estremecí. Yo conocía muy bien ese lugar. –Él me dijo lo que pretendían, convertirla en uno de ellos...

-¿No querrás decir nosotros? –gruñó Potter por lo bajo.

-No, yo fui obligado y...

-¿Pretendes que crea eso, Malfoy? Él realmente lo cree así –se mofó antes de dedicarme una mirada fría.

Lo ignoré.

-Para cuando regresaba Draco Malfoy a Hogwarts, nadie sospecharía de él –culminé con voz sombría.

-¿Por qué hablas de ti como tercera persona? –Preguntó Weasley sorprendida. –Reconozco que estabas extraño y que estabas convenientemente alejado de los problemas...

-¡Oh por Dios! –Chilló Hermione de pronto y al mismo tiempo tomaba mi rostro con sus manos. –Narcisa... -siseo con lágrimas en los ojos.

-Fue una excelente jugada la que hiciste ese día... -murmuré con una sonrisa que no llegaba a mis ojos. –Juramento increbantable, si me hace daño él muere.

Gryffindor nunca másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora