Gryffindor nunca más

No todo es como se ve

Bueno, decidí darles el próximo capitulo rápido... espero les guste. Si me tardo me disculpo de antemano... besos  

Él la dejó allí. No le interesaba escuchar sus rabietas, no ahora que su mente volaba y su conciencia pinchaba fuertemente con culpa y miedo. Él no estaba seguro de cuanto duraría el efecto de eso. Imaginaba que ya todos deberían saber a esas alturas que Hermione ya no se encontraba en la mansión Malfoy y que todo, de seguro, era culpa de Snape. Se estremeció de solo pensar lo molesto que debía estar el señor tenebroso ante esa noticia. ¿Snape, su mano derecha, lo ha traicionado? No quería estar cerca cuando su ira se desplegara... pero él le dijo que todo estaría bien. Todo estaba cubierto.

El sol estaba a medio camino, eso significaba que estaba a media mañana y aun no tenía noticias de Hogwarts. El mestizo ya debió haber notado la ausencia de uno de sus hombres, al igual que la de Hermione ya que su marca quemaba como si la misma muerte lo abrazara. Maldita tortura. A veces deseaba sacarse el brazo de raíz y olvidar que ese psicópata existe, solo por una vez quería ser normal.

Cerrando los ojos y golpeando con fuerza sus rodillas en el terreno lleno de piedras; no supo precisar que dolía más, la marca o sus rodillas. Dejando escapar un suspiro tembloroso mientras su visión se tornaba borrosa por las lágrimas contenidas, olvido por completo que la castaña estaba cerca. Solo un mar de brazos rodeándole le recordó que no se encontraba solo y que tal vez, solo tal vez ella ya sabía todo y los reclamos cesaron por completo.

-Oh, gracias al cielo... -la voz ligeramente temblorosa de Hermione se deslizó por su alma como un bálsamo que curaría sus heridas.

Entonces recordar se hizo más fácil que enfrentar esa realidad, aun no... él quería entender. Sus recuerdos inundaron sus pensamientos, olvidando momentáneamente donde se encontraba y reviviendo esos últimos momentos donde todo parecía correcto.

"-Mantén tu mente en blanco cuando estés al frente del Señor –espetó su profesor con rapidez. –Mirada fría, postura de seguridad y respiración tranquila y serena. Escucha todo lo que diga con mucho cuidado –ordenó eso último con desdén. Draco sabía en lo que se estaba metiendo cuando se le ocurrió esa idea dos noches atrás.

Nada más de recordar cuando su madre le dio la noticia se le revolvía el estómago, podía sentir la bilis luchar para abandonar su cuerpo. El movimiento de Hermione fue estúpido, valiente sí, pero estúpido e inesperado. ¿A quién se le ocurriría hacer algo como eso? Intercambiar a su familia y a él para satisfacer el capricho de un mestizo rencoroso.

-Practica tu voz conmigo, trata de imitarme –dijo Snape sacándolo de su ensoñación.

Mientras repetía obedientemente las palabras de su profesor y ahora aliado, repasaba con mesura todo los pasos de su plan. No había tiempo para errores. Debía ser perfecto. Recibió la varita de su profesor y una copa con una mezcla espesa y grumosa. El sabor no era algo que deseara, sus papilas gustativas protestaban a medida que el líquido se deslizaba por su boca y su estómago se contraía de puro dolor. Soltando la copa y esparciendo algo del asqueroso brebaje, su visión se tornó borrosa y su respiración aumentó, así como el dolor. Draco no creía que existiera algo más desagradable que una poción multijugos, pero era el único medio eficaz al cual recurrir en ese momento.

-Estás listo, ahora habla –ordenó Snape con una sonrisa de suficiencia en sus labios.

Le tomó varios segundos encontrar el tono de voz adecuado, la velocidad perfecta al hablar y al moverse. Severus Snape era todo un enigma en lo que se refiere a actitud.

-Ahora hazlo... -dijo de pronto y este entendió.

-Desmaius –murmuró Draco con seguridad y el hechizo fue eficaz, fue perfecto. El rubio vio cómo su profesor caía al piso con un fuerte ruido. Por un momento se preocupó ya que un hilo de sangre dibujaba su rostro, pero eso era perfecto. No deseaba verlo muerto por su culpa.