A la maestra de ballet de Hyesoo no se le ocurrió mejor idea para que sus estudiantes se relajasen y practicasen que dándoles dos semanas de vacaciones. Hyesoo solo quería descansar y practicar, pero terminó siendo arrastrada por su madre a la famos...
Hyesoo miró inquieta al chico. No lo reconocía, ni a él ni muchas cosas a su alrededor que sin dudas estaban diferentes a antes de que cayera inconsciente.
—Hola —devolvió el saludo, tomando el llavero e intentando ponerse en pie. No tuvo suerte; sus piernas seguían dormidas por lo que se desplomó en el suelo—. Auch...
—Oh, déjame ayudarte —ofreció su mano.
Dudosa, Hyesoo la tomó. El chico la ayudo impulsándose para pararse, hasta que pudo apoyarse más tranquila en una de las paredes en blanco.
—Yo, hmm... ¿qué hora es?
El chico rebuscó en su bolsillo hasta sacar un celular que Hyesoo no podía creer que siguiese existiendo.
—Son ya las ocho y cuarenta de la noche. ¿Qué haces aquí? Este lugar cierra a las seis.
—Podría decir lo mismo.
El joven sonrió.
—Tengo un permiso especial, no cuenta —guardó su aparato—. ¿Qué te pasó? Llegué a esta galería y di con que estabas inconsciente en el suelo. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
Mejor sería decir qué no me duele; pensó Hyesoo.
—Estoy bien, yo... antes de que me asuste, ¿qué día es hoy?
De repente, tenía miedo de haberse quedado dormida varios días sin que la notaran. Porque alguien debió ingresar a remodelar todo, ¿verdad? Pues, no había rastros de muchas de las joyas, en especial, del último que tocó antes de caer inconsciente.
¿Qué había pasado? Ella misma se lo preguntaba.
—Estamos tres de julio.
—Uff, mismo día. Temí haber pasado mucho tiempo aquí —se abrazó a sí misma. Comenzaba a tener frío—. ¿Cómo es que cambiaron todo esto mientras yo dormía?
—¿Cambiar? No cambian esto hace mucho.
De repente, la marca en su muñeca comenzó a arder. Miró el reloj comenzando a pensar que...
No, no podía ser posible.
—¿Qué año es?
—¿Disculpa?
—¿Podrías decirme qué año es, por favor?
Confundido, el chico de cabellos castaños contestó:
—1996 —cruzó sus brazos—. Comienzo a creer que de verdad te hiciste daño. ¿Recuerdas cómo acabaste en el suelo inconsciente?
Sintió su presión subir y no tenía que ser adivina para saber que se encontraba pálida. ¿1996? ¿Acaso ella había retrocedido en el tiempo?
Debía ser un sueño. Uno muy malo.
—Y-yo...
Unos pasos rápidos se oyeron por el pasillo. Pronto, unos hombres y mujeres de negros los rodeaban.
—Viajera, estás bajo las leyes del tiempo —habló una de ellas—. Entrega el aparato, ahora.
Hyesoo, a lo largo de su vida, había aprendido muchas cosas. Una de ella, escapar de los problemas. Así que, respirado todo el aire que pudo, tomó la mano del chico, comenzando a correr.
—¿Q-qué? —preguntó incrédulo y con miedo.
Hyesoo rodeó una de las estatuas, logrando burlar a uno de los hombres para cruzar el pasillo hasta el ascensor.
—¡No, el ascensor no! —la detuvo el joven, halando de ella hacia las escaleras—. ¿No te han dicho que no se usa en emergencias?
Solo le siguió, y minutos después, aún oyendo las voces de los terroríficos humanos, lograron hallar escondite en la galería de Hércules.
Aguantaron hasta la respiración cuando dos de ellos pasaron por allí, retirándose al no ver rastro de ambos chicos.
—¿Quiénes son ellos? —cuestionó lo más calmado que pudo—. ¿Qué está pasando?
—N-no lo sé...
—¡¿No lo sabes?!
Hyesoo miró el llavero. Temió, porque si esas personas la buscaban, tal vez no era algo que debía compartir.
—Debo haber tenido una especie de amnesia o algo —mintió. Pero el miedo nadie se lo quitaba—. No sé ni siquiera cómo llegué aquí.
El rostro del chico se suavizó, asintiendo más tranquilo.
—Creo que ya se fueron. Vamos.
Aún cautelosos, lograron salir del museo con vida. Aunque no se sintieron seguros sino hasta que el chico los llevó a una zona iluminada y llena de personas.
—Eso estuvo cerca —murmuró el joven.
Hyesoo no se sentía capaz de mirarlo.
—Soy Christopher, no te haré daño —habló a una distancia prudente—. ¿Recuerdas aunque sea tu nombre?
No se lo diría a un extraño.
—Hyerim. Me llamo Hyerim.
Y alzó la mirada. No sabía porqué, pero mientras ese chico, Christopher, estuvo tomando su mano, el ardor dejó de escocer. Y solo tal vez, eso querría decir que ese chico no era malo.
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yaaaa, sorry si la cosa va lenta, esta historia no va a ser muy larga sjjdsjdj 💞
