8. Marchita

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Los días pasaban mientras yo intentaba ignorarte. Me decía a mi mismo que dabía recuperar el sentido, no podía estar detrás de una chica de la que sólo sabía su nombre. Pero fue en vano.

Cuando fui a guardar mis libros en mi casillero y me giré para ver a esos ojos tristes intentando esconder sus debilidades, me tuviste una vez más, aunque para ser sincero creo que no me perdiste en ningún momento.

Estabas de pie guardando un cuaderno en tu mochila mientras que intentabas hacerte la sorda. Fingías no escuchar aquellos comentarios hirientes y despiadados que iban dirigidos a ti. Intentabas actuar fuerte y segura pero tu expresión me decía que con cada nuevo comentario todos aquellos idiotas enterraban aún más una espina que te impedía ser tu misma.

Supe que eras fuerte porque no bajabas la cabeza y devolvías el mismo veneno que recibías, aún así, no podías evitar que el dolor de aquella herida abierta te hiciera daño.

Eras una flor cuyos pétalos perdían su vivo color, cuando estaba rodeada de otras flores envidiosas que no sabían valorarte.

Y sólo por eso, eras una flor marchita que con sus propias espinas se iba autodestrullendo.

Caricias Rotas [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora