26. Cuadros

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Dibujos y más dibujos, algunos abstractos otros demasiado coloridos. Aquella galería se había convertido en una sucesión de obras sin sentido porque yo solo podía apreciar el arte contigo a mi lado. Eras tú quien me daba la sensibilidad suficiente para entender al mundo a través de los trazos y los colores.

-Veo que aún no has podido alegrarte ni un poco-comentó mi madre a mi lado-Ven conmigo te enseñaré los mejores cuadros de esta exposición-no me dio tiempo a protestar simplemente tomó mi mano y me arrastró hasta el medio del salón.

Eran cinco cuadros cada uno más revelador que el anterior.

El primero era el más simple, un chico alto de cabello castaño que miraba a un chica y aunque esa parte se encontraba borrosa se podía ver que era pelirroja. Se titulaba: Él; y la inscripción decía: Me admirabas y yo te ignoraba. Que graciosa puede ser la vida a veces.

El segundo era una paisaje, nuestro paisaje. Un par de pies dejando huellas distorcionadas en la arena y justo al frente un océano infinito que parecía distante, melancólico, así justo como tú. Esta se llamaba: me, lo cual me dejó un poco extrañado porque es algo peculiar para ponerlo de título de un cuadro. Su descripción era: Aunque el mar haya borrado tus pisadas en la arena las huellas que dejaste en mi corazón no se esfumaran ni con lágrimas.

El número tres fue el más revelador de todos porque se veía a la misma chica pelirroja dormida en los brazos del chico. El fondo tenía colores oscuros pero hubo algo que llamó la atención, en la esquina superior derecha había un dragón de fuego descolorido e incompleto que hacía de guardián para ella. El nombre del cuadro era: devolvió y decía lo siguiente: Desde ese día me encanta caer, siempre que sea en tus brazos.

El cuatro se veía mucho más intenso, eran los mismos chicos besándose bajo la lluvia mientras que al fondo el sol y la luna-borrosos y dibujados a la mitad-observaban sonrientes su creación. El nombre que llevaba era: la, y decía: A veces cuando menos te lo esperas unos labios llegan y te hacen suspirar.

Pero el quinto fue el que me dejó sin habla. Nunca en mi corta existencia me había visto tan guapo. Era un retrato mío, y no podía haber estado más perfecto, más simple ni más acertado. Aunque le faltase por dibujar una parte. Se llamaba vida y tenía escrito: Gracias, chico que odia la fantasía pero que ama las historias, gracias por hacerme creer otra vez.

-¿Y bien?

-Son perfectos-dije haciendo a mi madre sonreír.

-Sabes si juntas cada uno de los nombres puedes conseguir una frase muy interesante: Él me devolvió la vida. Me pregunto quién será esa chico-comentó con fingida inocencia para luego marcharse. 

En ese momento pude apreciarte completa, porque todos tus pedasos perdidos estaban ahí, junto a mi, con más vida que nunca. Y aunque extrañaba tu sonrisa, tu locura, tu caricias, caricias rotas que fueron marcadas a fuego por un dragón; siempre tendría tu arte y tu amor.

Caricias Rotas [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora