Capítulo 4

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Quizás debería haber dejado de pensar en su situación antes de recordar esa última carta de Seiya, por qué eso solo destapó nuevamente el tapón de la desesperación que la recorría y solo pudo hacerse una bolita mientras lloraba sin consuelo. Cuando perdió a Mamoru, había sentido su corazón doler, pero ese dolor había desaparecido y se había convertido en ilusión con cada carta con Seiya, pero ahora... ahora no había nada. No tenía a que aferrarse, pues sinceramente con esa carta le había arrancado toda esperanza y sinceramente, sentía como si alguien le hubiera arrancado el corazón del pecho. Había pasado tiempo, pero nada cambiaba, no podía obligar a su corazón a latir, aunque obviamente no literalmente, por qué seguía viva, pero latir con felicidad, parecía tan lejano como imposible.

Sentir este dolor tan punzante y tan fuerte fue horrible, pero lo que realmente la había anclado al estado en el que estaba era el hecho de que había tenido que ponerse una máscara, las chicas le habían preguntado por su ausencia ese día, pero no había podido explicarlo, no había querido y a partir del siguiente día en que no pudo esquivar una reunión con ellas había ocultado todo su dolor tras una sonrisa, aunque sus ojos deberían de demostrar cómo de rota se sentía, pero nadie lo vio o si lo hicieron lo ignorando en favor de la sonrisa que adornaba su cara.

Sus amigas a pesar de todo notaron que algo estaba mal, pero pensaron que se debía a Mamoru, caso error y cuando trató de explicar que ya no mantendría el contacto con las Starlights, simplemente le dieron ánimos, ninguna entendía lo que suponía para ella ese contacto sobre todo el contacto con Seiya, pero claro a pesar de que vivieran todo con ella, ellas no habían pasado por esto, la única que había sufrido un desengaño amoroso había sido Mina y sinceramente, dudaba que estuviera tan enamorada de su exmarido como para llegar a sentir una milésima parte de lo que ella sentía.

Así que la sonrisa se volvió su mejor accesorio, y complació a sus amigas con el hecho de que si sonreía estaba bien, así que cuando tenía algún brote de mal humor nadie notó que había algo más detrás de él, se había vuelto lo que nunca había sido... una buena mentirosa.

Con el tiempo logro que sus amigas se acostumbraran a esa versión un poquito más oscura de ella misma, y eso facilito que pudiera seguir mintiendo sobre lo que realmente sucedía, y poco a poco el tiempo pasó, pensar en los últimos meses, calmó las lágrimas, aunque no el dolor, por qué incluso a solas, logró mentirse a ella misma y hacer que todo pareciera que iba bien.

- Es increíble lo que puedes lograr con una simple sonrisa. – murmuró, mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos y se apoyaba contra el cabecero de la cama, para mirar el cielo. – Una sonrisa parece ocultar la oscuridad más obvia.

Realmente amaba a sus amigos, y agradecía lo que habían hecho por ella en el pasado e incluso ahora sin saberlo, pero ahora mismo no se sentía sociable, Mina era la única que había notado algo raro quizás por que viví con ella tras la ruptura con Mamoru, pero aun así había logrado disuadirla, y a pesar de todo no sabía si ella o alguna de las otras niñas había intentado mantener el contacto con las Starlights, no había preguntado, no sabría si podría mantener su fachada si hablábamos de ellos, así qué había evitado el tema cada vez que tenía la oportunidad, y cuando no había fingido apatía o desinterés, e incluso se había ido con cualquier excusa.

Su apartamento era su refugio, y sinceramente, alguien ajeno a lo que ella pasaba podría considerar que se estaba encerrando a ella misma en una cárcel o que estaba loca por disfrutar de estar en su apartamento y quizás tuvieran razón. Quizás estaba loca, pero si estaba loca, su apartamento sería su manicomio y ella era feliz ahí. Sobre todo, en su balcón, ahora mismo no se levantaba para ir a él por qué realmente necesitaba llegar a dormirse en algún momento, pero aún no era capaz. Pero amaba su balcón, un balcón con perfectas vistas al parque, lo que le daba esas pequeñas melodías naturales que la relajaban cuando pensaba que todo se volvía a desmoronar a su alrededor, no aliviaban el dolor de manera permanente, pero ese pequeño alivio era su oasis en la oscuridad y era todo lo que necesitaba, por el momento.

Reparar un corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora