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ELIZABETH

Llega un momento en la vida en la que dices: ¿Y ahora que?

Cada mañana me decía que era demasiado perfecto, que lo tenía todo y que de un momento para el otro así de fácil desaparecería, y con esa sensación llevo semanas despertándome, no quiero equivocarme, no quiero decir o hacer algo que me haga perder...

—¿En que estás pensando? —me pregunta James de repente, estamos en la azotea de su edificio en un "picnic improvisado" en el que comimos un sándwich de pavo y una Coca Cola, pero terminamos nuestra comida y ahora me tiene entre sus brazos mientras me lee.

—En la buena vista y companía. —dije sonriéndole.

—Tienes que hacer mejores amigos. —me contesta con sarcasmo.

—Con los que tengo ya es más que suficiente, ¿qué decías?, me estaba quedando dormida.

—Escucha esto, —dice se aclara la garganta y luego comienza.

No permitáis que la unión de unas almas fieles
admita impedimentos. No es amor el amor

que cambia cuando un cambio encuentra
o que se adapta a la distancia al distanciarse.
¡Oh, no!, es un faro imperturbable
que contempla la tormenta sin llegar a estremecerse,
es la estrella para un barco sin rumbo,
de valor desconocido, aun contando su altura.
No es un capricho del tiempo, aunque los rosados labios
y mejillas caigan bajo un golpe de guadaña.
El amor no varía durante breves horas o semanas,
sino que se confirma incluso ante la muerte.
Si es esto erróneo y puede ser probado,
nunca escribí nada, ni ningún hombre amó.

—Muy bueno—digo aún con su voz en mis oídos.

—Pero odio la poesía—dice de inmediato James.

—¿Por qué? —pregunto divertida volteándome a verlo de frente.

—Que les costaba decir "oye te amo y quiero pasar el resto de mi vida juntos".

—Es que a veces solo quieres decir no importa las deciciones que tomes o las cosas que nos pasen mientras estemos juntos lo demás no importa.—digo viendolo a los ojos.

—Eres enfermamente romántica. —me acusa.

Me encojo de hombros y de repente veo la hora, tal vez todavía tengo algo de tiempo.

—Eso me recuerda otra cosa—dice de repente serio mientras se sienta y se arregla la camisa, luego me acomoda para que este viéndolo a la cara.

—¿Que cosa? —pregunto.

—No me has dicho cuándo. —dice él.

—¿Cuándo qué? —repito.

—Cuando te vas a casar conmigo—dice él.

—¿Disculpa quien eres?, ni siquiera me has pedido ser tu novia y...

—¿Entonces por cualquiera te haces socia de una empresa multinacional? —me acusa divertido.

Dudo un poco y luego digo:

—Casi por cualquiera, si es un buen negocio no lo voy a dejar pasar ¿verdad?—contesto con una sonrisa y mucho sarcasmo.

—Lizzy —dice poniéndome la mirada.

—No utilices "el Lizzy" conmigo—le digo séria señalándolo.

—¿Porque no? —me dice riéndose.

—Porque sabes que si me pones esa cara y esos ojos junto que me digas Lizzy así...—digo mientras le toco la mandíbula—no me puedo resistir a nada de lo que me digas.—confieso.

ESE DEMONIO ES MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora