PARIS, FRANCIA

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ELIZABETH


A Elice la llevaron a Prisión de la Santé y al buscarla en el buscador me salió que era una prisión de máxima seguridad, le pregunté a Joe y sólo me dijo apretando los labios.

—Ya veremos, aún no podemos anticipar nada—pero a mi el camino hacia la salida se me hizo eterno.

David no me quitaba los ojos de encima y creo que simplemente ahora todo estaba demasiado tenso.

Al salir del Aeropuerto era una locura había muchísima gente, unos saliendo como yo y otros apresurados a entrar casi corriendo, al salir  ya habia una fila interminable para tomar un taxi, una cola interminable.

Me sentí ansiosa entre tantas cosas no se me ocurrió alquilar un auto y no sabia muy bien si mi servicio de Uber iba a servir en un país diferente así que "al lugar que fueres has lo que vieres" y "adaptate o muere en el intento" se me vino a la mente.

Me metí en la fila ante la cara de asombro de Joe  y David paré el siguiente Taxi, poniéndome enfrente a él le hice una seña a David y a Joe para meter las maletas mientras yo me subí a la parte del copiloto, las personas empezaron a decirme cosas en Francés, hasta habia un oficil que parecía de tránsito acercandose y hablando por su radio, habia gente que hasta me hicieron señas.

—Su nombre—pregunté al taxista.

—Ádrien que ¿me conoce?—respondió, por cierto en un Inglés muy marcado.

—No, pero quiero ocupar su servicio todo el día.

—Ahh Americana verdad.—dijo sonriendo.

—Si, por el día completo ¿cuanto?

—Ahhh eso le costara caro...—contestó.

—1500— dije.

—3500 —dijo Adrien.

—2300 —contrataqué.

—Señorita eso hago en tres viajes, me vio de arriba a abajo y dijo —4000.

—2800 oferta final.—contesté.

—Ok, ok trato hecho.—dijo él.

—Señorita esta loca, pero mi esposa esta loca también y la amo muchísimo, —Joe y David ya se habían metido al taxi entre un abucheo de personas, Adrien dijo—ponganse el cinturon de seguridad y arrancamos justo cuando el oficial de tránsito nos daba alcance por la ventanilla.

Era medio día y había turistas por todas partes, a nadie parecía importarle mis preocupaciones al menos no a la gente que pasaba por las calles. Gente muy bien vestida por cierto.

Al fin estábamos en movimiento, le dimos la dirección a Ádrien y el cordialmente se pasó todo el camino señalándonos los lugares famosos pero yo no iba prestando demasiada atención surcó varios callejones y unas calles con demasiado tráfico pero cuando por fin estacionó el taxi frente a la prisión.


 Al salir tuvimos que identificarnos, con pasaporte, dijimos el nombre completo de Elice y nos dieron la cartilla de arresto y para mi sorpresa los cargos eran:

 ***Agresión agravada contra un oficial y resistencia al arresto.

—¡¿Qué?! —dije sorprendida.

—¡No puede ser!—dijo Joe, que creo que por su cara imaginó igual que yo que seria algo menor más como una multa por no presentar algún sello de la aduana o declarar cierta cantidad de dinero pero esto...

ESE DEMONIO ES MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora