CAPÍTULO 3

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DEMENCIAL CORDURA

CAPÍTULO 3

Tiemblan sus pupilas con el motivo de ser sorprendida. ¿Alucina acaso? ¿Alucina por querer ser testigo de palabras que otros falsifican a conveniencia? Desconfiando enfoca visualmente a la persona delante suyo; y, a manera inconsciente apega más espalda a pared. -¿Me haz devuelto el saludo?-. La pregunta en realidad es para sí misma; acusa a las noches sin dormir de la posible alucinación. Reprocho a su maestro de universidad: "Las noches en vela no producen divagaciones mentales". ¡Sí que lo hacen! De poder afirmarlo al hombre, Shizuru lo haría encantada.

-Si-. Contesta sencillamente, restándole importancia. Estudia a detalle a la ojí-rubí: el cómo respira, la forma en que alza sin miedo la mirada, el perfectamente peinado cabello, la pulcra bata blanca, las finas manos que rozan contra el piso. Nada le escapa al buen ojo que tiene.

-Interesante-. Curiosa por naturaleza, tan curiosa que en ocasiones aparta el uso de la razón por saciar su sed de indagación. Es lo que le ha llevado tan lejos de su origen. –Por fin haz hablado-. Sensación de satisfacción le comienza en el pecho, extendiéndose a través de las venas. En cualquier momento, otro empleado puede entrar por la puerta; en aleatorio instante la cámara será encendida.

-Aun no me ha respondido-. Remarca que desea escuchar una respuesta, una especie de reclamo que esconde tono molesto; paciencia, debe seguir ejerciéndola pese tenga que producirle a partir de propia vitalidad. Entorna los ojos en dejes de demencia, ¿Qué le da igual todo? Esos ojos pueden hacerlo creer. -¿Cómo se siente, Shizuru Viola?-. Sabe el peso que recae en sus verdes ojos cual vil arma de guerra, conoce la presión que es capaz de ejercer al prójimo con únicamente evitar pestañear, y, le usa importándole un bledo quebrar al susodicho.

Shizuru sonríe con el roce del excitante peligro. Lo recuerda, por algo así es que abandono su hogar sin pensárselo; la búsqueda de suceso que le erizase la piel, que le acelerase los latidos ¡que le quitase el sueño por las noches! Definitivamente, eso anhelaba encontrar y valla sorpresa que incluso con nombre y apellido se lo vino a topar. –Sorprendida-. Una sola palabra; creciente la curva presente en labios que tiene presunto efecto en la paciente Kruger.

-Veo que no sientes miedo-. Afirma estirando una pierna mientras mantiene la otra flexionada. Cuando pronuncia la voz que fluye es ronca, profunda, amenazante. Shizuru se arriesga en más de un sentido, pero, aquella voz, para su desgracia o fortuna (pues solo los cielos saben con certeza) le está gustando. Quiere escucharle, conocer todo el vocabulario habitante en Natsuki Kruger.

-Hasta ahora eres la paciente menos violenta que he visto-. ¿Debe comunicar esto en su reporte?

-Ya veo-. Otra respuesta corta, que pese la apariencia está bien premeditada.

No es normal, para nada lo es el estar entablando conversación con alguien "mentalmente enfermo". No al menos una con coherencia de por medio. ¿¡Y si tienen a una mujer en sus cabales ahí encerrada!? Espera, Shizuru sabe que existen locos más convincentes que los propios cuerdos. Pisa terreno lodoso, corriendo riesgo de hundir los pies y algo más en el proceso. Exhala al tiempo que medita una pregunta; Natsuki ve entretenida como vapor blanquecino se une al aire sin salir este de sus labios.

Los pensamientos hilaron la pregunta que en lugar de aclarar duda crearía más. Debió escoger mejor las palabras a usar, debió callarse, debió sencillamente salir por la puerta tras el saludo devuelto. -¿Cuántos años tienes, Natsuki?- El frio le cala en los poros ahora, perfora con mayor crueldad de la habitual a través de la blanca bata.

-24 Años al instante con total seguridad. Le encerraron ahí teniendo doce; han pasado Doce años desde ese día. No hay un calendario, ¡Ni siquiera un reloj! ¿Cómo... como sabe el tiempo que lleva ahí dentro?

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