CAPÍTULO 16

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DEMENCIAL CORDURA

CAPÍTULO 16

Reito Kanzaki es una persona despreciable; cree poder hacer lo que le venga en gana sin importar a quien dañe en el proceso. Aquellos que lo conocen saben que él peca tanto de arrogante como de rencoroso. A sido así desde niño y seguramente lo será hasta su muerte.

Prueba de ello es que han pasado doce años y aun quiere continuar desgraciando a alguien ya miserable.

Vestido de guardia, con una tarjeta electrónica en el bolsillo y una sonrisa maliciosa en el rostro, camina hacía el cuarto K-17. Se ha asegurado de que la psiquiatra Viola este fuera de Garderobe.

A ningún empleado le parece extraño verlo en los pasillos, dan por hecho que solo hace su ronda de rutina. Algunos le saludan con un movimiento de cabeza, otros hacen como si fuese invisible. Es un guardia temporal dicen, el único guardia en verdad útil es Tate aseguran. Conforme se acerca al área del K-17 deja de ver personas; tal como supuso, solo van ahí para lo estrictamente necesario.

Cuando por fin esta frente a la puerta siente una punzada de excitación en sus entrañas. A través del cristal observa una figura con la cabeza entre las piernas.

Sin borrar su sonrisa, pasa la tarjeta por la cerradura electrónica.

Natsuki no alza la cabeza, se mantiene inmóvil, muda; sabe a la perfección que su invitado no es Shizuru. Él emana un aroma que le da asco.

La puerta se cierra. La cámara se apaga. Tate anda en su ronda.

-¿Me extrañaste?-. Le imprime a las palabras un tono cínico y ácido. Por supuesto, se indigna ante el silencio. -Respóndeme Kruger-. De nuevo, nada, silencio absoluto. Ella ni siquiera se molesta en alzar el rostro para verlo.

Reito se fía de que la peliazul está demasiado entumida para matarlo; además, el peso de la pistola en su cinturón le tranquiliza. Un hecho que sería distinto si aceptase que es pésimo disparando. Porque si quisiese asesinarla necesitaría disparar a quemarropa, y a esa distancia, aun sin sus manos, Natsuki podría ganarle con facilidad. Lastimosamente tampoco Kruger se encuentra en su mejor estado, por lo cual todas las especulaciones prevalecen solo como teorías.

Él da tres pasos, pesados, lentos, burlones. Se para frente a ella con pose socarrona, observando el cuerpo inmóvil como quien ve a una alimaña. Un hilo de vapor blanquecino se eleva desde el suelo, por entre las piernas de la demente, entrecortándose cada vez que ella cierra la boca. -Muda de mierda, contéstame-. Tienta a la suerte, sin pensar que lo que más quiere provocar, es lo que menos le conviene.

El retorno seguido de la confusión de sus sentimientos; las heridas de su cuerpo; el clima gélido de la habitación; todo eso en conjunto con el continuo parloteo de sus demonios han desgastado mucho su paciencia. Una pésima noticia. Cuando sus emociones se descontrolan el rencor puede obrar libremente. Natsuki le guarda bastante rencor a Reito.

Reito se lo guarda a ella.

Un rencor arraigado desde la infancia.

Bajo la camisa de fuerza hace esfuerzos titánicos para mover los dedos, quizá no logra nada, pero la intención de hacerlo es peligrosa por sí misma.

Baila en la delgada línea de estallar o aguardar un poco más.

Impaciente e irritado, Kanzaki da un cuarto paso. Con ello penetra el espacio personal de la otra; un acto tan estúpido como él. -Sé que tienes tu puta lengua-. Una punzada eléctrica recorre el cuerpo de Kruger, pasa a través de sus venas soltando chispas capaces de prenderle fuego. -Úsala para hablar o para lamer el suelo-. Quiere ignorarlo ¡Quiere hacerlo!

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