CAPÍTULO 15

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DEMENCIAL CORDURA

CAPÍTULO 15

Natsuki contiene la respiración mientras cierra fuertemente los dientes. Por lo general, es capaz de ignorar sus pensamientos, pero en esta ocasión le falta fuerza para frenar la maldita fiesta de sus demonios. Incluso ella, con todo y su bizarra demencia, tiene un límite para sus alucinaciones; el problema es que eso no lo sabía ni ella hasta este día.

Termina por necesitar oxígeno, abre la boca para tomar aire, deja ver sus dientes manchados de rojo; por instinto, pasa saliva, saboreando su propia sangre. Después, cuando exhala, le pulsa el pecho.

Ella casi le rompió el cuello a Nao.

A cambio, por poco y le fracturan el esternón.

Como siempre, le resta importancia al hecho. Sabe que su cuerpo puede sanar por sí solo. Tanto su pecho, como sus pies y sus sangrantes encías. Es el depredador por excelencia que no necesita lamer sus heridas.

Su mente es otro tema.

Recarga la cabeza en la pared, desliza los pies en afán de alejarlos de solo Natsuki sabe que, fija la mirada en la cámara de seguridad solo para no mirar el suelo.

No quiere verlo, porque puede sentir como la sangre mancha sus dedos y le empapa las vendas. La única sangre que quiere tocar y a la vez mantener lejos.

Un gruñido lastimero se le atasca entre los labios.

Para ella las luces parpadean; para ella el aire es gélido y aun así le sofoca; para ella no hay salida del infierno que protagoniza.

Sacude la cabeza, no puede venírsele encima el esfuerzo de doce años por la alucinación de un día.

"¿Por qué te resistes?"

*"¿Por qué me insistes?"

"Porque te conozco."

*"Tú no sabes nada."

"Natsuki, yo lo sé todo."

Siente como la sangre se adueña de sus pies y sube lentamente por sus piernas.

No hay escapatoria.

Presiente lo que pasara, así que baja el rostro antes de que sus pupilas comiencen a temblar.

Nadie tiene derecho a ver su único momento de sufrimiento. NADIE.

La sangre le llega a las rodillas.

Cierra los ojos un segundo, cuando los abre, las blancas paredes del K-17 han desaparecido.

Sus manos están libres, al precio de pensar que sería mejor le amputasen los brazos. La sangre que le llegaba a las rodillas ahora le empapa el dorso, pasa por sus hombros y lento, como una tortura personal, se encamina hacia sus manos.

Un jadeo consigue escapársele.

Se siente pequeña.

Como antes de que todo ese infierno que es su mente se trastornase.

Antes de que le destruyesen y armasen como les dio la gana.

Quiere cerrar los ojos, sin embargo, no lo tiene permitido. Le tiemblan las pupilas mientras impotente, observa como la sangre reclama sus manos. El tibio liquido impregna su piel por completo, se le mete debajo de las uñas, gotea de sus dedos.

Escucha que el lugar se llena de risas, burlas directas, una tras otra, todas para ella.

-¡CALLENSE!-. Grita con el dolor de un cuerdo a quien quieren volver loco.

Demencial CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora