CAPÍTULO 17

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DEMENCIAL CORDURA

CAPÍTULO 17

Shizuru maldice al destino por su pequeño chiste sin gracia. Forma un puño, apretando los dedos entre si hasta tornar sus nudillos blancos, pero nadie lo nota, porque su mano esta oculta en su bolsillo y su rostro mantiene una neutralidad abrumadora.

-Sé debe tener muchas preguntas-. Habla con el tono frío e impersonal de los psiquiatras. -Pero le pido aguarde hasta atender a mi paciente-. El "mi" suena demasiado posesivo en sus labios.

Mai detecta aquella posesividad. Desconcertada, asiente mientras se aferra a su maletín. Dentro de su cabeza se forman demasiadas incertidumbres, pero su labor médica debe ir antes que sus intrigas personales. Talvez el confrontar parte de su pasado le robé el profesionalismo.

Mikoto observa en silencio, dispuesta a todo para mantener segura a su esposa. De su costado derecho cuelga una pistola de electrochoque, tiene el voltaje suficiente para tumbar a una fiera y ruega lo tenga para paralizar a la oji-verde. Además, en la parte trasera de su cinturón, bien oculto bajo su bata, lleva un revolver. No quiere dañar a la chica, para nada, pero tiene bien ordenadas sus prioridades.

Discretamente Viola observa la pistola de electrochoque y una especie de sexto sentido le avisa sobre la existencia del revolver. Prudente, no revela el secreto del cual se ha enterado. -Será mejor que ella no vea ese objeto Mikoto-. Haciendo caso al consejo que en realidad es una orden, deja la pistola bajo su bata, al alcance sin estar a la vista.

-A la primera señal negativa, retírense-. Porque no está dispuesta a que le disparen a SU Natsuki.

La psiquiatra gira, pasa la tarjeta de su habitación por la cerradura electrónica, toma el picaporte, todo con un aura de tensión rodeándole. -Le advierto, ahí dentro se encuentra una verdad impactante-. Sus palabras son frías. -Sin embargo, por el bien de todas, no debe exaltarse-. Pero hay cierta compasión en su voz.

Las tres ingresan a la habitación.

Shizuru puede jurar que el olor a sangre es más fuerte que antes; con un vistazo a su reloj, se da cuenta que apenas han pasado unos segundos.

En el fondo, se alivia de que todo suceda mientras su paciente esta inconsciente.

Los primeros segundos, Mai pasa por alto la identidad de su amiga. El ojo palpitante, la sangre cubriendo sus facciones y el detalle de creerle muerta, le privan del privilegio de reconocerle. Sin embargo, cuando se acerca lo suficiente para notar que bajo la sangre aquella piel es blanca y que el cabello es de un inusual tono cobalto, un nudo se forma en su garganta.

Decenas de palabras ahogadas se amontonan en su boca. -¿Cómo se llama?-. Pregunta en tono bajo, tembloroso, temeroso, mientras sus manos comienzan a limpiar la sangre automáticamente.

Bajo la intensa mirada de Mikoto, la castaña contesta. -Kruger Natsuki-. Mai ahoga un quejido. En un instante, la presencia de Shizuru, su anterior visita, toman sentido. Las lágrimas luchan por abrirse paso. Siente demasiadas cosas al mismo tiempo, tantas que puede explotar ahí mismo, pero recuerda las palabras de Viola: Por el bien de todas, no debe exaltarse.

Con el antebrazo, se quita las pocas lágrimas que lograron mojar sus mejillas. Ella misma duda de cómo consigue frenar el temblor de sus manos.

-Nat...-.

Ver a quien creía muerta es demasiado impactante.

Verle en ese estado vuelve peor lo ya malo.

Y encontrarle en ese sitio...

-Nat...-.

Repite con otro quejido ahogado.

Shizuru comienza a temer que dichas palabras despierten a Natsuki.

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