Capítulo 1

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Me encanta sentarme en el portal de mi casa, respirar el aroma natural de las flores de mi jardín, y leerme un buen libro mientras me tomo una taza de café.

Esa es mi rutina en cada atardecer, sí, porque allí desde el portal de mi casa veo los atardeceres que son para mi una obra maestra. Y como no van a serlo, si son orquestados por el creador del universo.

— ¡Vega! —sentí una voz que me llamaba de lejos, así que dejé de leer y levanté mi mirada. Era mi mejor amiga, Zoe, la aflable e intrépida Zoe Castaño.

— ¿Vienes a interrumpir mi rutina? —le pregunté en forma de broma, con una ligera sonrisa.

— No, boba —me dijo con una leve risita mientras se sentaba a mi lado—. Vengo a contarte la nueva noticia.

— ¿Nueva noticia? —cerré el libro que me estaba leyendo y rápidamente presté atención a mi amiga.

— ¿Recuerdas el apartamento que estaba a la venta, a dos bloques?

— Si, como olvidarlo, si es toda una joyita —dije recordando lo hermoso que era ese apartamento, ya que había estado en él en varias ocasiones.

— Pues ya tienen compradores —me dijo chocando su hombro contra el mío, dándome un ligero empujón.

— ¿Y quiénes son los compradores? —pregunté interesada en el tema.

— Al parecer son dos chicos, mejores amigos por lo que pude oír —me informó mientras miraba al cielo—. ¡Cielos, que atardecer tan bello! —cambió de tema totalmente fascinada por el bello atardecer.

— Zoe, chicos, apartamento... —le dije intentando darle a entender que me siguiera contando sobre los nuevos vecinos.

— ¡Cierto! —respondió volviendo a la realidad— Bueno Vega, eso, que son dos amigos que se mudan a ese apartamento.

— Entonces tenemos vecinos nuevos —dije sonriendo.

En realidad no me interesaba porque fueran chicos, no soy esa clase de chica que está pendiente de sus vecinos con la intención de coquetear con ellos. Solo me parecía curioso que dos mejores amigos se mudaran a este barrio tan particular.

— Entonces, ¿te apuntas a ir conmigo a darles la bienvenida? —me preguntó Zoe mientras me agarraba de las manos para levantarme.

— ¿Qué? —pregunté media confusa— No me interesa conocer a los nuevos vecinos, ya nos veremos por ahí algún día.

— Qué pesada eres, Vega Martínez. Tienes que socializar un poquito más. Los libros no lo son todo —me dijo con las manos cruzadas y guiñándome un ojo.

— Ya sabes que no me gusta andar socializando así de ese modo. Capaz de que después piensen que fuimos porque estamos interesadas en ellos. Además, seguro que ni son cristianos —le respondí mientras volvía a abrir mi libro para seguir leyendo.

— Eres rara, pero me caes bien —me dijo en forma de broma y volviendo a sentarse a mi lado.

Yo sencillamente continué leyendo mi libro.

— Vega, ¿de verdad no vas a acompañarme a evangelizar a esos hijos de Herodes? —me preguntó riendo.

Yo la miré de reojo y me reí por su tonta broma.

— Vale —dije cerrando otra vez mi libro—. Iré contigo, pero solo porque sé que si no lo hago, jamás dejarás de reprocharme que no lo hice.

— Sabía que te convencería —dijo mientras me abrazaba—. Y ahora ve a cambiarte, que pareces un estropajo con esas prendas— me dijo riendo.

Entré a la casa y fui a mi habitación. Me encanta el estilo de ropa bohemio, así que me puse un vestido de mangas largas, con botones y cuello en forma de V. Era verde menta, con un hermoso estampado floral. Me puse unas sandalias marrones y me dejé el cabello suelto.

Después de escoger el outfit, fui con Zoe a aquel apartamento que quedaba a dos bloques de mi casa. Sinceramente, fui por ella, no estaba interesada en presentarme a los nuevos vecinos, pero los planes de Dios son perfectos y esa era su voluntad, la cual yo en ese momento no entendía.

Llegamos a aquel apartamento en quince minutos. Era en el cuarto piso, así que subimos en elevador, y cuando este se abrió, vi a la vista un chico de cabello negro y ojos color miel, que sin duda alguna, era el chico más guapo que había visto en mi vida.

Nota de la autora
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