Capítulo 19 -ESPECIAL-

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Narrado por Max.

Hace dos meses vine a Italia para pasar con mi padre sus últimos momentos de vida. Pensé que su partida sería pronta, pero agradezco a Dios por permitirle una estancia más larga junto a mi lado.

Aunque estoy feliz por estar junto a mi padre, tengo una pena en mi corazón, y es la de estar lejos de Vega. Cada día separado de ella aprendo a apreciar más los momentos que pasamos juntos. Estar lejos de ella ha sido algo difícil, pero aprender a esperar en el tiempo de Dios sea cual sea la situación me ha permitido sentir tranquilidad a pesar de todo lo que acontece en mi vida.

Hoy mi madre y yo llevamos a mi padre a una consulta médica para chequear como estaba todo. El doctor le hizo algunos exámenes y chequeos a mi padre y luego me llamó a mi y a mi madre aparte para hablarnos seriamente de lo que ocurría.

— Lamento infomarles que el estado del Señor Klaus está empeorando —dijo el doctor intentando mostrarnos su pésame—. La última semana vimos un avance en su organismo, pero ahora notamos todo lo contrario— añadió colocando su mano en su nunca mientras con la otra sostenía unos papeles.

— ¿Eso es todo? —dijo mi madre con sus ojos llenos de lágrimas— No puedo creer que realmente vayamos a perderlo —me dijo mirando fijamente a mis ojos y agarrando mis manos.

— Realmente siento mucho informarlo. Lo único que pueden hacer ahora es esperar y pasar junto a él sus últimos momentos.

— ¿Cuánto tiempo de vida le estima? —pregunté aclarando mi garganta para que mi voz llorosa no se notara.

— Una semana, máximo dos —nos respondió el doctor.

No podía creerlo, pero debía. Probablemente en un mes ya mi padre no estaría junto a nosotros. Iba a ser algo desgarrador para toda la familia, pero estábamos convencidos de que estaría en un lugar mejor, donde no estaría enfermo, ni padeciendo, ni sufriendo. Iba a extrañarlo muchísimo. Él me enseñó todo lo que sé sobre Dios y sobre la fotografía. Fue mi maestro, mi pastor, mi guía, mi ejemplo terrenal a seguir, mi consejero y el instrumento de Dios para expandir su reino. Una vez alguien dijo que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero en realidad si sabemos lo que tenemos, lo que no pensamos en que lo perderemos. Así me pasó con mi padre. Nunca me imaginé que lo perdería. Es decir, sabía que algún día iba a ocurrir, pero no lo esperaba, y menos de este modo. Ahora sólo me consolaba saber que aunque dejaría de verlo por muchos años, lo volvería a ver en la morada eterna, junto a nuestro amado Dios. Este no era si final, sólo era el comienzo de su vida eterna junto a nuestro amado Señor.

Cuando volvimos a casa descansé un poco y luego llamé a mi princesa, la estrella más bella de mi constelación, Vega. Ella fue muy necesaria en todo este proceso. Me apoyó, me animó y sobre todo me mantuvo en sus oraciones diarias. ¿Podía pedir una mejor chica para mi vida?

— Hola señorita —la saludé mientras nos veíamos a través de la videollamada.

— Hola —me contestó sonriendo—. Te noto un poco decaído, ¿cómo estás? —me preguntó.

Cielos, ella siempre notaba cuando algo me pasaba, y cómo me sentía.

— El doctor nos ha confirmado que a mi padre no le queda mucho tiempo de vida —le expliqué—. Dos semanas como máximo es lo que le queda.

— Oh... —ella me miró fijamente, empatizando conmigo y con un semblante triste—. Lo siento muchísimo Max, de verdad, y entiendo lo que estás sintiendo.

— Lo sé —le dije y suspiré—.

— Perder a un padre es uno de los momentos más duros de la vida, porque es perder a quién te crió, te instruyó y te preparó —me dijo un poco llorosa—. La única forma de atravesar ese dolor y superar la pérdida es agarrándote fuerte de Dios y confiando en él, te lo digo por experiencia.

— Gracias por tus palabras, bonita, de verdad —le dije con una ligera sonrisa—. Dios es bueno, tanto que me permitió conocerte y me des apoyo en estos momentos tan duros.

— Después de todo, para eso estoy. Para reír contigo y llorar contigo, para orar por ti, apoyarte, darte ánimo y preocuparme por tu vida. Eso es lo que las siervas del Señor hacemos por quienes queremos —me contestó sonriendo.

— Y así como tu estás para mí, yo quiero y estaré para ti —contesté sonriendo—. Pero ahora, aunque me duela tengo que colgar. Mi madre quiere que vaya a la tienda con ella para comprar alimentos.

— No te preocupes, hablamos luego —me lanzó un besó y se despidió— Adiós.

Dios es bueno todo el tiempo. Él no pone en tu vida a la persona que quieres, pone a la persona que necesitas, y yo necesitaba una chica como Vega en mi vida. Ahora debía ir a ayudar a mi madre, pero en mi pensamiento se mantenía el sonriente rostro de la hermosa chica que conquistó mi corazón.

Crónicas de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora