Capítulo 2

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— ¡Cielos, que chico más simpático! —me dije a mí misma en mi mente.

— Vamos Vega —me dijo Zoe mientras me agarraba de la mano y me sacaba del elevador.

Cuando salimos me di cuenta que aquel chico estaba acompañado por otro. Ellos tenían cajas en sus manos, y comenzaron a caminar hasta el final del pasillo, a su nuevo apartamento.

Zoe comenzó a caminar tras ellos, y yo la seguí. Me dio un poco de vergüenza que quizás pensaran que los estábamos siguiendo, lo cual era verdad.

— Hola —dijo Zoe mientras tocaba el hombro del otro chico que había visto.

Él se volteó para ver quién lo había llamado. Soltó las cajas y nos miró. El otro chico al que había visto ya había entrado al apartamento.

— Hola —nos saludó amablemente.

— Me llamo Zoe, y ella es mi amiga Vega —dijo señalándome.

— Mucho gusto, yo soy Iván —dijo mientras nos saludaba con un apretón de manos.

— Nos enteramos que tendríamos nuevos vecinos en el vecindario, así que vinimos a presentarnos y brindar nuestra ayuda —le dijo Zoe a Iván.

Yo no había ido a brindar ayuda a nadie, así que la miré extrañada cuando dijo eso.

— Gracias por venir chicas —dijo cogiendo las cajas del suelo—. Voy a entrar a terminar de desempacar, un placer conocerlas —añadió y entró al apartamento.

Aún habían algunas cajas en la entrada del apartamento, así que agarré una para intentar ayudar. No tenía ganas, pero lo hice por educación. Cuando agarré aquella caja del suelo y levanté la vista, ahí estaba, delante de mi, aquel chico de los ojos color miel.

— Hola —me dijo sonriendo.

— Hola —le contesté mientras le entregaba la caja que había agarrado.

— Soy Max —me dijo sonriendo una vez más.

— Yo soy Zoe —dijo mi amiga detrás mío—, y ella —añadió señalándome a mi—, es Vega.

Él estaba siendo amable, pero no tenía ni idea de por qué estábamos allí.

— ¿Viven en el edificio? —preguntó dejando la caja a un lado.

— Ella vive a dos bloques —dijo señalándome— y yo un poquito más lejos.

— Vale... —dijo aún sin entender por qué estábamos allí.

— Vinimos porque queríamos conocer a los nuevos vecinos —explicó Zoe sonriendo—. Y si desean podemos algún día mostrarles los alrededores para que conozcan mejor el vecindario.

Ella no tenía que decir eso, porque ese chico, Max, lo malinterpretó por completo.

— Eh... Les agradezco que hayan venido, pero ustedes no son nuestro tipo.

En ese momento la sangre me hirvió. ¿Quién le dijo que estábamos siendo amables con una doble intención?

— ¿De dónde sacaste que vinimos con la intención de invitarlos a salir? —pregunté enfadada con los brazos cruzados.

— Lo siento, pensé que tu amiga se refería a eso —contestó apenado.

— ¡Vinimos amablemente en calidad de vecinas! —exclamé intentando aclarar su confusión.

— Además grandullón —dijo refiriéndose a Max—, ¿por qué dices que no somos de su tipo?

— Porque Iván y yo somos cristianos.

Me quedé perpleja ante su respuesta. Ahora entendía por qué nos había rechazado de esa forma, y aunque admito que me molestó que nos malinterpretara, en ese momento entendí el por qué.

Mi corazón comenzó a latir con más velocidad. Aquel chico que me había dejado anonadada con su belleza y actitud, ahora me decía que era cristiano...

Nota de la autora
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