Narrado por Zoe
Esta mañana me levanté tan feliz como siempre y hasta más. Y no solo porque sé que me espera un día divertido y especial junto a Iván. Mis días siempre son felices porque Dios forma parte de ellos. Pero debo admitir que desde que Iván llegó a mi vida, le da un toque especial a mis días. Es tan gracioso, cariñoso y agradable. Lástima que oculte esa faceta delante de los demás. Pero bueno, al menos yo puedo disfrutar de esta parte de él.
Fuimos hoy al cine y lo más gracioso es que no le prestamos atención a la película para nada. La señora que estaba justo a mi lado me mandaba a callar cada un minuto, y los chicos de atrás también, pero Iván y yo seguíamos riendo como dos adolescentes atontados. Y bueno, cabe destacar que la película tenía buena pinta, pero nosotros no le hicimos mucho caso.
Iván y yo hicimos una lista de cien cosas que hacer, e ir al cine y no hacer caso a la película era una de ellas. Las demás también eran así, espontáneas y divertidas. Tengo que admitir que me divierto mucho a su lado. Otras cosas que teníamos pendientes en esta lista eran ver estrellas fugaces, leer poesía, hacer un álbum con fotos de nuestros recuerdos juntos, construir una caja y llenarla de nuestras cosas favoritas, dar un paseo viendo el atardecer y otras cosas más.
Pero bueno, después de salir del cine fui a casa de mi querida amiga Vega para tener nuestro tiempo de chicas.
— La señora no dejaba de mandarme a callar, y me sentí un poco avergonzada, pero fue divertido sinceramente —le dije a Vega mientras acariciaba a su perro, Orión.
— Me alegra que te diviertas y la pases bien con Iván —me contestó sonriendo.
Vega siempre se alegraba de lo bueno que pasaba en mi vida y de los progresos que lograba. Ella y yo éramos muy parecidas con respecto a lo de que no queríamos tener novios, y ahora es feliz cuando yo le cuento estas cosas y las entiende perfectamente, porque ella también siente lo mismo.
— Por cierto, me tienes que dar la lista de las cien cosas para hacer, a ver si Max y yo también nos divertimos con eso —me dijo mientras se levantaba para dirigirse a la cocina.
— Ya te la traeré —le contesté con una leve sonrisa.
Mientras Vega estaba en la cocina haciendo no se qué, revisé mi celular y vi un mensaje de Iván que decía: Zoe, tenemos que hablar.
Lo primero que me vino a la mente fue «Oh Dios mío». Tenemos que hablar... Eso no es una frase muy positiva casi nunca. En las película, las series y en todas partes ocurre algo desagradable y triste después del “tenemos que hablar”. Así que le escribí para saber que ocurría.
Yo: ¿Me lo dices por aquí?
Iván: Creo que debemos vernos. ¿Por qué no te pasas por mi apartamento?
Yo: Vale, dentro de un rato estoy allá. ¿Todo bien amor?
Iván: Solo... Ven en cuanto puedas.
Yo: Está bien. Te quiero.
Iván: Yo también amor.
No podía esperar, la duda me estaba poniendo ansiosa, así que fui a donde estaba Vega y le conté lo que había pasado, y que debía irme para hablar con Iván. Y así hice. Fui hasta su apartamento esperando una mala noticia, aunque no sabía cual sería. De repente pensé que era todo una broma, que me lo había dicho para despistarme y luego darme una sorpresa, pero no sabía.
— Iván Palomares, dime de una vez de qué tenemos de hablar, por favor, y así nos ahorramos el mal trago —me senté a su lado y seriamente le exigí una explicación.
— No sé como decirte esto —su voz se notaba triste, y vaya, eso me puso triste de inmediato.
— Abres la boca y hablas, así se dicen las cosas —le contesté rudamente luego aclaré mi garganta.
— Una empresa fotográfica me contactó. Me dijeron que necesitaban a un buen fotógrafo, aventurero, dispuesto a viajar con ellos para capturar las más asombrosas y hermosas imágenes de la naturaleza.
— Cielos, eso es una buena noticia —dije un poco más aliviada—. ¿Y dónde es? —le pregunté.
— Son... De Australia —dijo bajando su mirada por unos segundos.
Ahí lo entendí todo. Supe que no habrían cien cosas que hacer, que no habrían más risas juntos, momentos divertidos, tiempos de comunión con Dios juntos ni nada. Me quedé desconsolada, pero aún había un mínimo de esperanza en mi interior.
— ¿Cuánto tiempo es? —le pregunté mientras ligeramente negaba con mi cabeza.
— Bueno, ellos no lo saben, pero estiman que al menos dos años. Viajaré junto a ellos a varios países para captar la maravilla de la naturaleza. Exploráremos junglas, bosques, selvas, desiertos. Será una aventura, pero...
— ¿Pero qué?
— Pero no estaré contigo y eso me duele más que nada.
— Te voy a hablar claro aunque lo que deseo ahora mismo es llorar y llorar hasta que se me pase esta pena —dije aclarando una vez más mi garganta—. Si te vas, y no te estoy juzgando ni intentando chantajear, lo nuestro termina. Y no te lo digo con molestia o resentimiento, sabes que te quiero —le dije y él asintió —, pero sabemos que una relación a distancia no funciona, no es adecuada y no nos llevará a ninguna parte.
— Lo sé... Y lo siento mucho, pero este es uno de los sueños de mi vida.
— Yo... Sinceramente pensé que eras el propósito de Dios en mi vida. Quizás lo eres, pero no es el tiempo de que seamos novios, eso entiendo.
— ¿No estás molesta conmigo por aceptar la oferta de trabajo?
— Sinceramente me siento decepcionada, pero no te sientas culpable. No te voy a pedir que te quedes y renuncies a un sueño que tienes diez años antes de conocerme a mí.
— ¿Te... Te puedo decir algo? —me preguntó y agarró mi mano.
— Sí, claro.
— A tu lado experimenté momentos inolvidables, y cielos, saber que no te veré hasta dentro de unos años me hace sentir muy mal. Solo quiero que sepas que te amo y nunca te voy a olvidar, y que cuando vuelva vendré a buscarte si aún estás disponible para estar junto a mí en ese entonces.
— Lo siento mucho Iván, pero no puedo garantizarte que estaré dispuesta a esperarte dos años o más. Pero si te puedo garantizar que estaré dispuesta al plan de Dios para mi vida, y si eso te incluye a ti, entonces cuando vuelvas me hallarás disponible —me levanté, él también y nos abrazamos.
Después de ese triste momento nos reunimos en el apartamento con Max y Vega. Iván les contó todo lo que me contó a mí, y también les contamos que decidimos poner fin a nuestra relación, lo cual a ellos les entristeció pero entendieron.
Estaba triste, era obvio. Pasé la noche llorando hasta quedarme dormida, y pensando en lo tonta que me sentía al haber imaginado un futuro a su lado. Pero bueno, él decidió ir en busca de su sueño, lo cual me dolió, pero terminé entendiendo. Todos tenemos prioridades, y nuestra relación no era una prioridad para él.
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Crónicas de un amor
RomanceUna historia de amor cristiana plasmada en las crónicas que Vega cuenta sobre como conoció a Max, el amor de su vida después de Dios. Obra registrada en Safe Creative y protegida bajo el código 2109129230607 #1 en noviazgocristiano 16/9/2021 #1 en v...