Capítulo 9

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Ya ha pasado un mes desde que me propuse descubrir si Max sentía lo mismo por mi que yo por él.

Estaba sentada en patio trasero de mi casa, pensando en que el próximo día era mi cumpleaños.

Zoe me dijo que ella se encargaría de ayudarme a preparar la fiesta con la ayuda de los chicos, así que no tenía nada de lo que preocuparme.

— ¡Cielos! —había olvidado que era miércoles y tenía clases de fotografía con Max.

Me preparé y rápidamente fui al apartamento de los chicos. Toqué el timbre, y abrió Iván.

— Hola —me saludó sonriendo.

— Hola Iván—le respondí agitada ya que fui lo más rápido posible.

Hablando de Iván, él era un chico agradable, pero bastante serio y callado. Era completamente distinto a Max que era social y hablador. Pero bueno, cada cual es especial en su propia manera de ser.

— Vega, hasta que al fin llegaste —me dijo Max camino hacia mi para abrazarme.

No me esperaba ese abrazo.

— Estás preciosa —me dijo sonriendo.

— Siempre lo dices —le respondí con una leve sonrisa.

— Por algo será —me contestó sonriendo—. Vamos al estudio —dijo mientras me agarraba de la mano y me llevaba con él.

Max e Iván tenían un estudio en el apartamento, donde realizaban sus sesiones de fotos y hacían su trabajo juntos.

— Bueno Vega, esta es la última clase que te daré —me dijo ocultando una pequeña tristeza con su sonrisa.

— Vamos a aprovecharla entonces —le dije con mi mano en mi nuca.

Y bueno, la hora y media pasó volando para así finalizar las lecciones de fotografía que Max me había enseñado.

Estábamos en la entrada del apartamento y yo estaba al punto de irme.

— Gracias por las clases —dije mientras corría mi cabello hacia atrás—. Pude aprender muchísimo este mes gracias a ti.

— No, gracias a ti —me respondió—. Gracias por hacer las clases más divertidas y bellas.

— Dios te bendiga Max, ya me voy —dije mientras salía del apartamento.

Sentí que el susurró algo y me volteé a preguntarle que había dicho.

— Que Dios te bendiga también, vecina —me respondió guiñándome un ojo.

Estoy segura de que no había dicho eso, pero decidí no indagar en el asunto. Estaba feliz por haber podido conocerlo mejor, pero triste porque las clases eran mi única justificación para verlo seguido. Las otras veces que lo veía eran los martes para el tiempo de estudiar la Palabra, y los domingos en la Iglesia. Aunque bueno, lo vería en mi cumpleaños una vez más.

Fui a mi casa y pasé toda la tarde arreglando mi jardín y sembrando flores nuevas. Ya al anochecer me fui a dormir temprano porque al día siguiente Zoe, Max e Iván vendrían para ayudarme a preparar mi fiesta de cumpleaños.

Crónicas de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora