Frank se peleaba con los guardias que le mantenían sujeto, hacia tan solo minutos había sido reclamado por un tal Rabastan Lestreage y su humor estaba empeorando cada vez más.
Había intentado escapar usando sus conocimientos en botánica y su nulo instinto de supervivencia lo cual no había sido una buena combinación pero le había permitido pasar dos días y medio en tranquilidad.
-De un paso al frente- hablo la voz del megáfono.
Frank avanzo y se colocó delante del escáner. Si tan solo no se hubiera quedado quedado dormido entre aquellos matorrales ese imbécil no le habría descubierto.
- Levante los brazos- prosiguió la voz.
El moreno obedeció a regañadientes. Ni siquiera le gustaban los hombres, el prefería donceles y que la anatomía de estos impidiera cualquier tipo de penetración ni siquiera suponía un problema, para eso existían los juguetes sexuales.
-Quítese la ropa- prosiguió.
-Que cojones- se quejó mientras hacía lo dicho, quería salir de esa habitación blanca lo antes posible.
Frank siguió envuelto en sus pensamientos. El hombre que le había capturado no estaba mal y sin duda había disfrutado el sexo con él pero, joder, el no quería casarse, no quería vivir lo mismo que sus padres los cuales aprovechaban cualquier momento para no verse y era una tarea difícil pues su casa solo contaba con dos habitaciones.
Rasco con resignación su cabeza, ya no tenía escapatoria aunque todavía podía recurrir a una medida más drástica, agitó la cabeza con fuerza, esa no era una opción, él solo quería un cambio en su futura vida y no podía recurrir a ese método.
-Pase hacia el fondo y diríjase a la habitación asignada, intenté no mantener contacto con nadie en las próximas dos horas hasta obtener el resultado de las pruebas.
El moreno cogió con furia las llaves y miro el número 108 grabado en el llavero. Avanzo por el estrecho pasillo fijándose en las personas tras la ventana que disfrutaban en grupo del buen ambiente del patio. Sus ojos se fijaron en un chico de cabellera pelirroja y una cara repleta de pecas rodeado de dos pelinegros. Se sintió salivar, aquel chico era sin duda su tipo.
-Este es tu cuarto- exclamó el oficial una
vez llegaron al final del pasillo.Entro sin ni siquiera despedirse y se tiro sobre la mullida cama, aprovecharía ese tiempo para descansar sus adoloridos huesos quería tener la mayor energía posible para cuando pasarán las dos horas, tenía que encontrarse perfectamente para abordar al lindo pelirrojo, no sería la primera vez que se creaban romances secretos entre donceles o mujeres.
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Era el cuarto día de La Caza, en aquel período de tiempo el 70% de las mujeres y donceles había sido capturados y sometidos sobre la hierba convirtiéndose en propiedad de egoístas hombres cuya única preocupación era continuar con su línea familiar.
Aquellos donceles y mujeres que habían sobrevivido a esos días deberían estar regocijandose de la felicidad y rezando porque los días pasarán, por otro lado aquellos que habían sido capturados permanecían viendo el tiempo pasar con asco.
Severus se mantenía recostado en las piernas de Regulus mirando el techo, ambos se encontraban desnudos y cubiertos de sudor pero parecía no importarles.
El doncel de pelo largo pasaba su dedo por la cara del mayor repasando sus rasgos faciales hipnotizado por sus mejillas sonrojadas. Regulus sentía envidia del hombre que había capturado a aquel joven, sabía que habían acabado juntos debido a los afrodisiacos que les mezclaban en la comida para acostumbrar al cuerpo a una constante sensación de necesidad de sexo, pero es que Severus era simplemente hermoso y sus gemidos habían sido como música angelical para sus oídos.
-Siento que hayas tenido que acabar conmigo- se disculpó el mayor- pero esos afrodisiacos son verdaderamente fuertes.
-Tranquilo cariño- dijo con una sonrisa- los culpables son esos vejestorios cabrones del consejo que solo nos ven como putas.
Severus se relajó ante lo dicho por el doncel.
-Me gusta que me digan cariño- afirmó cambiando la conversación- y que me traten con tanto cariño.
-Vete acostumbrando porque pienso hacerlo siempre.
Severus se incorporó y le dio un tímido besos en los labios con una alegre sonrisa.
-Me ha gustado conocerte antes de ser monopolizado por ese hombre.
Regulus le volvió a besar esta vez más profundo consiguiendo que su sonrojo aumentará dándole ese aspecto de inocencia encantador.
-Todavía no me has dicho quien te cazo.
-No se su nombre- contesto- pero era guapo...
Regulus gruñó ante lo dicho si poder esconder su enojo ante el alago.
-Como tu- prosiguió devolviéndole la sonrisa a su acompañante- lo cual solo hace que me intrigue más sabes- Severus se acurruco en el pecho del doncel para que esté le abrazara- era verdaderamente atlético, en el poco tiempo que estuve con él vi que sus habilidades podrían compararse con las propias del campeón, habría conseguido a cualquiera y me eligió a mi. Me da mala espina.
-Y por un casual, ¿no sería el campeón?- pregunto con esperanza.
-No, su estrella no era dorada.
-Mierda- maldijo, si Severus hubiera sido el otro doncel elegido por Tom sin duda habría agradecido al cabrón.
El silencio volvió a inundarlos pero no fue incómodo, al contrario se sentía como una escena familiar y a la que podrían acostumbrarse. El sonido de la puerta les saco de la pequeña burbuja.
-Pase- anuncio Regulus mientras tapaba el cuerpo desnudo de Severus.
-¿Se puede? - pregunto Arthur asomando la cabeza.
Regulus asintió, el pelirrojo les caía bien a ambos, sobre todo a Severus el cual, tras escuchar la forma en la que se había emparejado el Weasley, dejó de sentirse tan mal consigo mismo aunque eso no implicaba que sus problemas de autoestima estuvieran solucionados.
Arthur entro en la sala y se subió a la cama saludando con un beso en la mejilla a ambos donceles, para los de su clase el darse muestras de cariño era símbolo de familiaridad y amistad.
El pelirrojo se quitó los incómodos pantalones y se metió debajo de la manta dejándose abrazar.
Era típico que se encontrarán parejas de donceles y mujeres cazados los primeros días que disfrutaban de un intercambio sexual para soportar el calor provocado por los afrodisiacos, Arthur era uno de los pocos que no había encontrado a nadie.-Creo que le voy a pedir a Frank que me ayude con los efectos del afrodisiaco.
-Me parece una magnífica idea- contesto Severus- se ve un buen chico.
-Y además solo es la mañana del cuarto día de caza- afirmó Regulus el cual había observado en el moreno que al mirar al pelirrojo poseía la misma mirada de lujuria que él al observar a Severus- los únicos capaces de aguantar los afrodisiacos solos son los que han sido capturados dos días antes de las bodas.
- O alguien con mucha voluntad- se burló Arthur, pues el estaba a punto de perder la cabeza debido a la frustración sexual.
Severus sonrió, le gustaba esa sensación de familia que se había formado en tan pocos días, solo esperaba que el tiempo pasará lentamente y que ese momento no terminara nunca.
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Donceles Salvajes (Harry Potter)
FanfictionLa epidemia acabo con casi todos los donceles y mujeres del mundo, la raza humana ahora juega con su supervivencia,la solución es simple. La caza se convierte en el evento del año en el cual los hombres más influyentes del mundo buscan a su pareja e...