Capítulo 13

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Remus se sentía en el mismo cielo, observas a Lucius sobre él en aquel salvaje vaiven le tenía hipnotizado, sin duda era el paraiso. Los leves gemidos del rubio eran adictivos y su piel, suave al tacto, sabrosa, el chico no había podido evitar marcar cada parte de su cuerpo con mordiscos, era el doncel ideal.

El rubio aumentaba cada vez más la velocidad de sus movimientos provocando que Remus terminara en su interior con un profundo gruñido ganando una sonrisa del doncel que se dejo caer a su lado segundos más tardes, cuando alcanzo el orgasmo.  Ambos se abrazaron y besaron con cariño, habían conectado de una manera irrazonable y los primeros días de su nuevo matrimonio lo habían pasado juntos en la cama disfrutando el uno del otro. 

El moreno se habría pasado toda la vida acurrucado entre los brazos de su pareja pero habían pasado demasiado tiempo en aquella habitación y ya era hora de que le enseñara el negocio familiar.

-Lucius- llamo con ternura tras revisar su móvil- tenemos que salir, hay trabajo que hacer.

El rubio ronroneo suavemente y se levanto con pesar de la cama, tenía ganas de conocer el área de trabajo de su pareja pero sobre todo de ver aquellas criaturas descritas, en La Hilandera solo podías ver ratas de alcantarilla y, si tenías suerte, algún perro que huía de cualquier ser humano.

Se vistió con disimulada rapidez y salió de la habitación junto a su pareja  con una enorme sonrisa. La casa en la que actualmente vivía era de grandes dimensiones pero no se comparaba con una mansión, cosa que Lucius agradecía, pasar de una casa con apenas dos habitaciones enanas a un lugar tan grande podría suponer una situación de estres nueva y con el giro actual de su vida no eran necesaria más.

Atravesaron la puerta lateral junto a la cocina y subieron al jeep que Remus se nego a que el doncel usara, al menos no ese día. Lucius disfrutó el tranquilo paseo hasta la reserva principal, ese día debían ocuparse del parto de una elefante por lo que tenían que actuar rápido, el pobre animal llevaba varios días de retraso y tenían que inducirselo lo cual no era la mejor situación pero no podían perder a ninguno de los dos, la época de la caza de marfil había eliminado a demasiados de su especie y la reserva era primordial para evitar la extinción.

El rubio se adentró en el área atravesando la manada de elefantes con mirada ilusionada en sus ojos, eran animales verdaderamente bellos.

-Gracias a la tecnología innovadora de los Crouch podemos recrear los habitats de acuerdo a cada especie- procedio a explicar el moreno- de esa forma conseguimos que se encuentren en un entorno seguro y relajante para ellos. Principalmente trabajamos con los ingresos de la asociación pero el gobierno también aporta, sobre todo con el actual ministro, de esa forma no escatimamos en gastos para el cuidado de los animales y conseguimos cosas como estas.

Lucius observo la gran caballa de madera frente a él, el interior estaba lleno de suave hierba y unos calefactores en el techo otorgaban un ambiente calido acorde al entorno perfecto para el parto. El rubio observo durante varias horas como Remus trabajaba concentrado otorgando de vez en cuando algunas órdenes que acataba en silencio, para cuando anocheció habían conseguido que el proceso terminara con éxito.

-Los embarazos de un elefante pueden durar cerca de 22 meses- explicó Remus mientras analizaba que la cría se encontrará en perfecto estado- este nos estaba preocupando debido a que había superado la fecha límite hace tiempo, por suerte todo ha salido con éxito.

El rubio le sonrio y asintió con la cabeza en silencio, su atención estaba plenamente centrada en la pequeña familia.

-Te otorgaré información para que aprendas asi como contratar a profesionales para que te enseñen en la materia- continuo- necesito que tengas perfectos conocimientos no solo en este ámbito sino tambien en finanzas para que puedas trabajar y conseguir que todo avance, mientras tanto me ayudaras con tareas sencillas como las de hoy. ¿Estas de acuerdo?

-Me parece una idea perfecta.

-Tambien había pensado en ir a la Hilandera- dijo sorprendiendo al rubio- pense que te apetecería ver a tu madre.

El rubio salto sobre el chico abrazándolo con fuerza.

-Por favor- contesto- me encantaría, pero vamos andando, si llevamos ese coche cuando volvamos no encontraremos ni las ruedas.

Remus asintió y corrió tras su pareja el cual saltaba de alegría con tan solo pensar en ver a su familia. Condujeron por el centro de la ciudad hasta las proximidades de los suburbios donde aparcaron y caminaron rumbo a La Hilandera. El moreno observó sorprendido las casas y el ambiente del lugar, a pesar de la obvia pobreza de la zona la gente paseaba feliz y los niños jugaban entre risas.

-Este es mi hogar- informó el rubio mientras señalaba la casa de una planta y fachada en mal estado.

Lucius llamó a la puerta con insistencia durante varios minutos sin éxito.

-¿Qué raro?- susurro para si mismo- mi madre no trabaja en el turno de noche.

El rubio volvió a llamar sin éxito. Cansado de esperar se dirigió a la casa contigua y llamó obteniendo respuesta al instante. Remus observó como salía una anciana mujer de muy baja estatura y mirada tierna, tras abrazar fuertemente a su pareja le dijo algunas palabras que no logró entender y lo volvió a abrazar para, por fin, dejarlo ir.

-Mi madre le ha cambiado el turno a mi vecino esta semana- explicó el rubio- asi que será imposible verla. Creo que deberíamos irnos- prosiguió al ver la cara incómoda de su pareja- para alguien que no esta acostumbrado a estar aquí de noche debe ser incómodo.

Remus no afirmo ni nego lo dicho por su pareja simplemente le acompaño a la salida. Caminaron de vuelta en una charla amena sobre la infancia de Lucius en aquellas calles, el moreno disfrutaba de la mirada soñadora del joven y de los hoyuelos en sus mejillas al sonreir. 

-¿Qué es eso?- pregunto el chico parandose de golpe y prestando atención a los sonidos de su entorno.

Agarro a Lucius de la mano y lo arrastro entre las calles hasta el callejón de la cantina del viejo Filch, allí entre la basura, comenzó a buscar hasta encontrar lo que había llamado su atención.

-Una camada de cachorros- le explicó a Lucius- paracen de varias razas diferentes, seguramente se han unido para sobrevivir.

Lucius se pusó a su altura e intento acariciar a uno de los cachorros sin éxito, en cambio Lupin sujetaba en sus brazos uno que no paraba de lamer su mano.

-Es raro encontrar cachorros en La Hilandera- comenzó- por desgracia no suelen sobrevivir y es complicado ayudarlos debido a que no permiten a nadie acercarse. ¿Qué raza son?

-Creo que este es un pastor alemán, aquellos dos grises pitbulls y ese que se esconde tras la caja un san bernardo. 

-Son hermosos.

Remus le tendió el perro a Lucius el cual lo cogió con una sonrisa, el pequeño se revolvió durante unos segundos hasta que se quedo tranquilo en sus brazos, posteriormente Lupin le otorgó uno de los pequeños pitbulls.

-¿Crees que podrás con esos?- pregunto mientras acomodaba a los otros dos en sus brazos.

Lucius asintió con una sonrisa.

-Perfecto, vamos.

El rubio miró sorprendido como su pareja se levantaba y salía del callejón sin soltar los cachorros.

-¿Nos los llevamos?- pregunto extrañado- ¿pero podemos mantenerlos?

-Si cariño, podemos darles una buena vida a los cuatro.

-Te besaría sino fuera porque por fin los dos se han quedado quietos en mis brazos.

-En casa lo arreglamos- afirmó con un guiño.

Lucius le sonrió y siguió hasta el jeep donde dejaron los cachorros y montaron rumbo a su casa. El rubio era verdaderamente feliz. 



Donceles Salvajes (Harry Potter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora