016: «If you say it's right, then it can't be wrong.»

145 22 0
                                    

—¿Estás cómodo? —preguntó la enfermera, colocando los elementos necesarios para comenzar la sesión de quimioterapia de Jack.

El moreno se limitó a asentir con la cabeza y mostrar una dulce sonrisa ladeada que fue suficiente para que la mujer comprendiese su estado. 

Jack estaba destrozado. Sentía fuertes arcadas atacar constantemente su organismo. Un profundo sentimiento de desolación, desorientación, incapacidad.

Alex acercó su mano a la de Jack. La empatía inundó su anatomía con los constantes mareos del moreno. Su estado variaba sin cesar. El castaño sentía incapacidad de actuar conscientemente, porque la quimioterapia es una solución para disminuir el tamaño de los tumores cancerígenos, pero, a la vez, una tortura imparable.

Los dedos de Jack se entrelazaron con los de Alex, convirtiendo un acto romántico en un intento más en disminuir su malestar. Transcurridos unos segundos, y Jack apartó la mano del castaño. Recogió el cubo del suelo, depositando en su interior sus anteriores náuseas.

Era demasiada presión para una sola persona. Alex no soportaría acompañar todo el tratamiento a Jack. Las consecuencias de la quimioterapia no era fácil de soportar. Aquella insana presión ejerciendo sin cesar sobre tus hombros. La terrible impotencia que experimentas cuando observas a la persona que más quieres sufrir.

—Por favor —murmuró débil Jack, apartando lentamente su cabeza del cubo—. No te vayas...No me dejes solo.

El ritmo cardíaco de Alex aumentó instantáneamente.

—No me dejes —reiteró el moreno, antes de sentir una arcada renovada y vomitar nuevamente.

El castaño observó unos momentos más a su pareja antes de levantarse de su asiento. Se dirigió hacia a Jack, y apartó los cabellos molestos de su rostro, divisando la lenta desaparición de la mecha rubia.

Sintió terror al prevenir la caída de pelo que Jack experimentaría a partir de las próximas sesiones. ¿Aceptaría la propuesta de Alex, y se cortaría finalmente todo su pelo? ¿O dejaría que el sufrimiento de la quimioterapia le mostrase la dureza del cáncer?

Después de unos intentos repetidos de finalizar todas las arcadas posibles, Jack apartó el cubo y lo depositó nuevamente en el suelo. Dejó que Alex tomase asiento en la silla a su lado, pero esta vez, acercándola aún más a la cama. 

Las enfermeras habían advertido de una distancia mínima para los acompañantes de los pacientes, pero ¿qué importancia supondría aquello en un corazón roto?

—Te quiero —murmuró el castaño, acariciando lentamente con su pulgar la mano de Jack—. Haré todo lo posible para quedarme contigo.

—No quiero que te vayas —el moreno derramó una lágrima, produciendo un efecto repentino en las expresiones variantes de Alex—. Te necesito. Por favor. No dejes que me alejen de ti.

Alex reprodujo incontables veces en su mente una de las pequeñas frases que el moreno pronunció antes de cerrar los ojos, demostrando todo su cansancio.

Te necesito.

—Yo también te necesito, cielo.

Dejó caer su cabeza sobre el colchón. Su cabello enredado entre las desordenadas sábanas blanquecinas, donde el logotipo del hospital había sido grabado en tonalidades azulinas. Un suspiró pesado salió de sus labios, siendo interrumpido por la aclaración de garganta tras de él.

Volvió levemente la mirada, encontrándose con unas manos tatuadas internasen los bolsillos de unos tejanos con roturas en las rodillas. Familiarizó rápidamente algunos tatuajes en común con los de su mejor amigo, Oliver Sykes, quien aparentemente se había tomado la molestia de visitar a sus amistades más cercanas.

Alex se dirigió hacia él. Enrolló sus brazos sobre el cuerpo del castaño, porque en aquellos momentos solo sentía la necesidad de un abrazo consolador.

—También te extrañé —murmuró con dulzura Oliver en el oído de Alex, se balancearon un poco antes de separarse y observar los ojos del contrario; Oliver sonrío—. ¿Cómo vais?

El castaño (de tonalidades más claras) giró sobre sus talones, admirando unos leves instantes los rasgos calmados de su novio.

—Lo mejor que se podría llevar —contestó con cansancio—. ¿Y tú?

—Venía por eso —río levemente.

En los pensamientos de Alex, todos los recuerdos recientes sobre la sonrisa de Oliver se veían familiarizados con la actuación, intentos sin cesar de ocultar el dolor y las bebidas alcohólicas.

¿Quién era ese chico delante de él?

¿Dónde se había desorientado la parte oscura, depresiva y suicida?

—Joshua estado hablando con algunas empresas —comenzó; su voz estaba adornada con pequeños toques de amabilidad y emoción—. Y una de ellas está situada en la misma ciudad donde Jack podría ser mandado.

—¿Cómo?

—Te estoy diciendo que Josh podría ayudarte a quedarte con Jack en su tratamiento.

Los párpados de Alex ejercieron una apertura sorprendente, dejando que sus globos oculares no escapasen de sus órbitas por una racha de buena suerte. Entreabrió sus labios, sorprendido ante la noticia, incapaz de expresar todos los sentimientos positivos que estaba experimentando en míseros instantes.

Volvió su mirada una vez más hacia Jack, quien descansaba finalmente, mientras su respiración tornaba calmada y sin problemas aparentes. Habían desaparecido las molestias, las arcadas o las nauseas ascendiendo por su garganta. Era extraño que un paciente en medio de una sesión de quimioterapia encontrara un momento para dormir, pero Jack era un caso especial, aparentemente.

Alex abrazó a Oliver con fuerza, sin dejarle ir, porque su pareja sentimental había conseguido lo imposible.

almas que se consumen ☹ jalexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora