006: «We just let it be, prisoners of love.»

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Una enfermera entró a la habitación 206 con una bandeja completada con variados alimentos sanos para la dieta de los enfermos. Alex le agradeció sus esfuerzos, pero ese día él sería el encargado de los cuidados de Jack. Al contrario, Tay permaneció con Jordan para conversar de manera animada con el muchacho. Era de los pocos enfermos que aportaba una felicidad constante al hospital aunque nadie se percatase demasiado.

Alex depositó la bandeja en la especie de mesa que había en las camas instalada. Una sonrisa de agradecimientos posada en el rostro de Jack fue suficiente para que las palpitaciones de su corazón se acelerasen notoriamente. Agarró los cubiertos e ingirió rápido un par de alimentos sobre el plato. Alex le observaba con confusión, ¿por qué comía a aquel ritmo?

Una pequeña carcajada se escapó por las comisuras de Tay; los ojos de Alex giraron hacia ella.

—La comida del hospital no es un tesoro —río la muchacha, produciendo que Jordan se atragantara y tuviese que socorrerlo instantáneamente.

Tay soltó un suspiró como rendición y se dejó caer encima de las piernas del chico, quién plasmó en sus labios una curva ascendente de belleza insuperable. Alex sintió celos ante la situación. Se notaba a kilómetros el cariño mutuo que sentían, pero que mantenían en el interior de su cuerpo por temor a la negación del contrario.

Volvió nuevamente la mirada hacia la bandeja de Jack. El chico había posicionado una expresiva gesticulación facial para compartir su repulsión hacia la alimentación del edificio. Fueron suficientes unos segundos para que Alex estallara en carcajadas descontroladas; el rostro de Jack era difícil de olvidar cuando explicaba a base de expresiones todas sus emociones.

El moreno se quejó con la boca repleta de comida imposible de ingerir.

—Traga lentamente o te asfixiaras —le aconsejó Alex, frotó su mejilla un par de veces, consiguiendo que Jack cumpliese las palabras de su pareja.

La rapidez de un recuerdo cercano no pasó desapercibida por la mente de Alex. En puerta del cuarto habían pegado una actuación que harían aquella misma tarde, de asistencia voluntaria. Se trataba de la actuación de un cuenta cuentos con un talento envidiable para hablar frente a un público sin que tartamudease o se olvidase de las historias.

La chica que entró a la habitación para informar sobre la presencia del cuenta cuentos les explicó que ese año se trataría de cuentos tradicionales, leyendas y alguna que otra broma para mejorar el ambiente cargado de tensión. Jack conocía a varios pacientes, y él sabía que su estado de ánimo era superior en ganas de diversión que el de la media de personas no hospitalizadas.

Una presión se ejerció en el pecho de Alex cuando pensó en el leve sentimiento de ser acompañado por incontables docenas de personas atentas a un mismo profesional en su trabajo. La última vez que se vio envuelto en una situación similar fue en una cena familiar organizada hace tres años atrás, dónde tuvieron que calmar su respiración a causa de un ataque de pánico. Sus padres y tíos no ayudaban demasiado con sus insultos sobre su aspecto, sexualidad o pareja sentimental.

Jack y Alex llevan cuatro años juntos, soportando aquellos males incapaces de ser previstos para armarse con lo adecuado para luchar.

—¿Dónde está Oli? —cuestionó Jordan repentinamente.

Los tres pares de miradas se posaron sobre su posición, masticando un trozo de tomate que mancharía sus mandíbulas con ligeros tonos rojizos. Alex rezó para que no sonriese y mostrase el caos que su boca ocultaba tras los labios.

—Se supone que ha ido a rehabilitación... —Alex miró a su rededor, sin encontrar ninguna prenda perteneciente a él—. Pero nunca volvió.

—Quizás su terapeuta le retuvo allí por alguna razón —argumentó Tay, golpeando un par de veces el tenedor de Jordan para que permaneciese alimentándose. Porque, al igual que Jack, se habían cansado de aquella comida demasiado temprano.

almas que se consumen ☹ jalexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora