010: «The world is ugly.»

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(Hay un poco de drama. La novela es de drama, ya lo sé, pero...Bueno, sólo quería avisar ;-;)

Oliver analizó los pasajeros que acompañaban su estancia en el metro, y decidió tomar asiento finalmente. Aquel había sido un extraño experimento para llegar más pronto al hospital, que definitivamente, se negaba a volver a probar por razones que giraban en torno a un curioso mareo aumentativo.

El recuerdo de la anterior noche produció un ligero rubor en sus pómulos. Una anciana le observó desde su asiento, situado a la derecha del joven, y con una sonrisa pícara, dio un codazo al chico para llamar su atención. Oliver la miró algo confuso, sin comprender la extraña situación en la que se veía envuelto.

—¿En qué piensas, hijo? —cuestionó la anciana con un tono tembloroso, adornó el rostro de Oliver con una tonalidad rosada renovada que la incitó a utilizar su imaginación—. ¿Se reencontró con su novio? Mejor aún, ¿ahora tiene novio?

—He conocido a alguien especial —sonrío—. Y me alegro de que ahora esté a mi lado.

La mujer desordenó los cabellos del muchacho en un acto de cariño. Oliver reconoció intantáneamente sus acciones, familiarizó los movimientos similares que su madre hacía cuando él era pequeño. La nostalgia inundó unos ligeros momentos su interior, volvió su cabeza hacia la anciana mientras sus pensamientos se orientaban nuevamente.

—¿Y tú le quieres? —habló la mujer.

Oliver quedó bloqueado ante sus palabras. Porque...¿realmente quería Josh? ¿O simplemente sentía una soledad demasiado abanzada? ¿Sólo necesitaba un poco de consuelo para estar bien? Todos conocían al verdadero Oliver, esa persona egocéntrica, con la mínima amabilidad en las puntas de sus cabellos cuando se encontraba en el punto máximo de borrachera.

Una lágrima se deslizó por la mejilla del muchacho, y el brazo de la mujer rodeo sus hombros para atraerle hacia ella. Aquel chico estaba necesitado del cariño maternal, del consuelo familiar o del calor de un beso como despertar.

—Le quieres mucho, ¿verdad? —Oliver asintió con la cabeza—. Vamos a pegar las piezas de ese corazón roto, cielo, te lo prometo.

—Usted no me conoce —se limpió las lágrimas de su rostro con la manga de su sudadera, y dirigió una mirada dudosa hacia la mujer, quién le observaba con una sonrisa amable—. ¿Por qué se preocupa por lo que me pase? Solo soy un desconocido.

—Pero tienes esa cara de necesitar ayuda.

Un nudo se formó en la garganta de Oliver repentinamente. ¿Qué decía esa mujer que tanto efecto causaba sobre él?

—Además, algunas marcas moradas por tu cuello explican un par de cosas —río con voz ronca, produciendo un ligero rubor ascendiendo por la arteria del cuello de Oliver—. ¡No te avergüences de ello, pequeño! Yo de joven asistía a conciertos para tener sexo con mi marido, que actualmente descanse en paz.

—¿Alguna vez a estado como yo? O sea, ya sabe, con la cara de necesitada.

La mujer río nuevamente, y tomó unos momentos para respirar profundo. Algunos momentos agradables de su juventud recorrieron risueños su mente hasta que un desgradable sabor metálico llego a su paladar. Los pitidos que indicaban el ritmo cardíaco de su difunto marido resonaron por las paredes de su cráneo.

Posó en su rostro una nostálgica sonrisa.

Desearía revivir los momentos en los que la compañía mutua con su marido era agradable, y no un infierno como la que fue en sus años de superación de un cáncer que, desgraciadamente, asesinó a la persona que más amaba lentamente.

almas que se consumen ☹ jalexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora