009: «There's nothing left to say. »

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El silencio inundó rápidamente el espacio vacío del hospital. Tony había acordado con Mike encontrarse en la planta de los intentos de suicidio —dónde había descubierto que se encontraba su hermano mayor: Vic—. El anochecer oscurecía las salas completamente, impidiendo divisar los objetos y personas con la precisión necesaria como para evitar un choque. Tony había perdido las esperanzas de que aquel payaso apareciese por allí esa tarde, más cercana a la noche.

Al final del pasillo, un muchacho de una altura superior a la media apareció finalmente, traslandando su cuerpo con un rimo acelerado. Llegaba tarde, era notorio en la rapidez de sus movimiento.

Tony le observó apoyado en la pared, una ventana cercana permitía que la iluminación mostrara la vestimenta de Mike, la delgadez de sus extremidades o su cabello algo desordenado. La sensualidad parecía habitar en su figura, desde sus pequeñas caderas hasta sus tatuajes, situados en variados lugares de su piel.

Le mostró una amplia sonrisa de bienvenida, los ojos de Mike analizaron la posición que Tony había adoptado contra aquella pared. La curvatura de sus labios poseía una belleza desconocida, pero agradable y agradecida ante la visión de los pacientes del hospital.

—Siento la tardanza... —se disculpó Mike cuando se encontró a la altura adecuada para que la sonoridad no fuese dificultada.

—No hay problema —Tony le abrazó—. ¿Cómo estás?

Habían trascurrido algunos días desde que la madre de Tony falleció. Mike conocía el sufrimiento que sientes constantemente, pero que al igual que la mayoría de la población, no podías expresar por temor a una mirada con pena hacia ti. Nadie desea que sientan pena por él, que susurren el pésame sin cesar aunque no sienta una verdadera compasión por la pérdida.

Al contrario, Tony parecía haber superado rápidamente la muerte de su madre. Pero solo lo parecía. Su piso, vacío y en soledad, resultaba un espacio muy pequeño para la gran tristeza que se acumulaba en su interior. Había dormido mal, acompañado de un malestar profundo e incapaz de ser bloqueado. Tony buscaba desesperadamente un hombro donde sollozar libremente, una mano que le socorriese al levantarse de su caída, una persona que se ofreciese voluntaria en la tarea del consuelo.

—Estoy bien, ¿y tú?

Tony pensó unos instantes la respuesta más adecuada, ¿debería expresarle sus sentimientos reales? ¿O aparentar, como siempre, un aspecto despreocupado y con autoestima alta? Respiró hondo, no estaba seguro de hablar sin que su voz fuese temblorosa o se entrecortara en medio de la pronunciación.

—Igual.

Su sonrisa varió hasta ser ladeada, con tristeza a los lados que Mike apreció facilmente.

—¿Dónde vives? —preguntó. Tony le miró confuso—. Mi apartamento está un poco lejos. A media hora de aquí. Justo a las afueras.

—Vivo en el centro...son quince minutos en coche.

—¿Y no crees que me encantaría pasar contigo un rato?

—¿Debería pensar mal?

—Quizás un poco.

—¿Quizás?

—Bueno, vale. Puedes pensar mal.

Mike se acercó a él y pasó su brazo por su cadera. Sorprendido, Tony apartó la atención y bajó su mirada hacia la cercanía de sus cuerpos. Con picarez, Mike besó a un Tony despistado. Le incitó a unirse en un beso que produció en ambos unas mariposas repentinas, unas leves cosquillas en sus brazos, unas sonrisas en sus labios difíciles de apartar.

A lo lejos, Vic observó como su hermano vestía con prendas oscuras, y portaba una mochila dónde guardaba el maquillaje para el trabajo. El muchacho con el que se estaba besando no estaba interno en el hospital, de alguna forma era bueno, puesto que dentro de aquel edificio habitaba el dolor de la perdida, las noticias malas, nuevos tumores o el sentimiento de pesimisto aumentar.

almas que se consumen ☹ jalexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora