—Vamos Meliodas, tu puedes —Se dijo a si mismo, dándose valor para correr un poco más y alcanzar a la peliplateada que corría más adelante de él. Quería hablar con ella un rato, no lo hacía desde aquel día en su casa, tampoco había recibido más cartas. Desde aquella carta donde claramente se notaba ebria había estado distante con todos, no sólo con él.
Desde hace un tiempo ella había comenzado a correr todas las mañanas y fue un tiempo después que él lo descubrió y comenzó a hacerlo también, sin embargo aún no había tenido el valor de acercarse a hablar con ella. Lo único que hacía era verla correr y a veces desde lejos hacer ejercicios. Y es que, Dios, estaba mal, jodidamente mal, pero joder... La vista era realmente buena.
Tenía miedo, y lo admitía. Todos sus miedos a ser rechazado lo atormentaban, ninguna chica lo había rechazado y obsesionado nunca de tal forma como lo había hecho ella. Y tenía miedo de eso. Se sentía tan fuerte y a la vez tan débil en presencia de ella. Y eso le aterraba. No quería ser vulnerable y mucho menos por una chica, no quería darle el poder de destruirlo, aunque ya lo había hecho. No quería salir lastimado, aunque se lo merecía.
Pero su mente decía una cosa y su corazón otra totalmente diferente.
Tomó todo lo que le quedaba de valor para correr un poco más rápido y poder alcanzarla, aún no sabía que le diría, pero dejaría que la conversación fluyera sola, ya fuera para bien o para mal. Se repetía mentalmente que no era nada de otro mundo, solo saludarla y si ella se lo permitía también correr y hacer ejercicio juntos. No tenía por qué estar nervioso, solo era una chica.
La chica que desgraciadamente robo su corazón.
—¡Hey, Elizabeth! —Comenzó hablando, sorprendiendo a la peliplateada. El rubio tuvo que pasar disimuladamente sus manos por su ropa para secar el sudor de sus manos.
—¡Oh, Meliodas! ¿Que haces acá? —Pregunto a la vez que paraba para tomar un descanso y ver mejor al rubio.
—Pues, lo mismo que tú. Correr —Aclaró. Sin sorprender a la chica que se reprendia por hacer tan estúpida y obvia pregunta—. Corro desde hace un tiempo y no te había notado hasta el día de hoy.
—Oh... Que raro, corro por acá desde hace un tiempo y no te había visto.
—Si... Raro.
—¿Quieres correr un poco conmigo?
Sin respuesta alguna él sólo le sonrió e inmediatamente ambos comenzaron a correr mientras charlaban y reían de cualquier broma. Meliodas intentaba no sonar nervioso, repitiendo en su mente constantemente que sólo era una chica más, nada grave. Ella era como cualquiera, no tenía por qué sentirse tan nervioso.
Mientras tanto, Elizabeth no podía evitar verlo de reojo mientras corrían, no podía creer que al fin había tenido el valor de acercarse a ella después de un tiempo de estarla siguiendo. Porque ella sabía que él había comenzado a correr solo por verla y que siempre la seguía. Porque él no era muy bueno ocultándose y mucho con esos dos mechones en su cabeza que lo delatan donde sea.
Porque también había comenzado a correr por su ruta solo para poder verlo a él.
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Att: La chica de las cartas [Temp.2] 💌 Melizabeth.
Fanfiction|Terminada.| Te van a destruir de la manera más bella, y ahí entenderás porque los huracanes tienen nombres de personas. «Querida Elizabeth; Me forcé a imaginar un mundo sin nosotros... Y lo vacío que sería ese mundo.» «Querido Meliodas; Si yo hici...