El rubio estaba nervioso mientras esperaba en el restaurante, ella había aceptado. Había aceptado encontrarse con él, ahora Meliodas esperaba en el lugar donde la había citado.
Se sentía extraño, él nunca se había sentido así por una chica, normalmente ellas llegaban primero que él y eran las nerviosas o quienes lo citaban. Pero ahora él era el nervioso, que llegó temprano y quien la había citado. Esperaba no arruinar las cosas, hacerlo todo bien, ya había recibido una amanaza de su propio hermano y de su novia sobre si llegaba a lastimarla.
Le parecía ofensivo que pensarán así de él, ya había cambiado. Sí, aún tenía algo de fama por romper corazones y usar a las chicas. Sí, tal vez se había desestresado con varias de ellas antes de que Elizabeth respondiera aquella carta que él le había mandado después de siete meses. Sí, tal vez era un coqueto con varias chicas a veces, pero simplemente no lo podía evitar, ya se había acostumbrado, sin embargo, él sí había cambiado.
Ya no salía con ninguna chica que no fuera su amiga o con la que no tuviera otra relación que no fuera amistosa. Ya no jugaba con ellas, ni se las follaba solo por puro placer. Había pedido una disculpa a todos aquellos a los que alguna vez había lastimado. Era más amable y honesto, evitaba meterse en peleas e insultar a alguien. Había intentado dejar todo aquello que pudiera ser malo en su relación con la peliplateada, y lo había logrado, con mucho esfuerzo, pero lo hizo, según él.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por él mismo al ver llegar a la dueña de su corazón. Su amada peliplateada llegaba en un hermoso vestido rojo corto sin mangas y escote de corazón, dejando ver sus largas, blancas, gordas y hermosas piernas, y apretando sus grandes y cremosos pechos. Con un hermoso rojo en sus labios tan lindos y comestibles, y su cabello agarrado en la cola alta, resaltando sus blanco y hermoso cuello. Se veía muy, muy hermosa.
Va, ¿A quien engañaba? Él también quería hacerle y que ella le hiciera todas esas cosas que nombraba en sus cartas ebria. Diablos, sí, el quería follarla tan duro hasta cumplir con todas y cada de las cosas que ella (obviamente estando ebria) le pedía que le hiciera.
Era un maldito pervertido.
—Elli, te ves... Hermosa —Fue lo único que dijo cuando ella llegó hasta él. Se había quedado sin palabras, es que esa mujer era arte del bueno. Elizabeth sólo sonrió con un ligero rubor en sus mejillas ante el cumplido. Meliodas fue hasta ella y echo su silla hacia atrás para que tomara asiento y después ir él a sentarse—. Me alegro mucho de que vinieras.
—Pues te tomaste el tiempo de reservar este lugar, no podía arrepentirme.
Pasaron los siguientes minutos hablando, sobre las cosas que tenían en común y sobre lo que ahora estaban estudiando.
[💌]
Caminanban en un silencio cómodo bajo la luz de la luna y las luces de la calle. Iban hacia la casa de la peliplateada, la cena había estado muy bien, se divirtieron y lograron conocerse cada vez más, ambos se habían sentido bien juntos y para el rubio eso era muy importante. A ninguno le molestaba el hecho de caminar en silencio, después de unas largas horas de charlas ya no tenían mucho que decirse.
Fue cuestión de minutos para llegar a la casa de Elizabeth, ambos quedaron frente a la puerta, mirándose el uno a otro sin saber que decir o como despedirse, esto era difícil para lo dos.
—Yo... —Comenzó Meliodas— ¿Sabes, Elizabeth? Cuando te dije que iba a dar todo de mí para enamorarte hablaba muy en serio, no te quiero perder, no otra vez. Se que fui un idiota, pero esta vez soy diferente, esta vez quiero que te enamores del verdadero yo, del que soy ahora. Mi vida cambió después de ti ¿Sabías? Todo mi mundo dio vuelta y lo que antes podía hacer con normalidad, ahora me es difícil hacerlo.
—Meliodas.
—No, espera. Yo... Quiero una oportunidad, de hacer las cosas bien, demostrarte que ahora ya no te lastimaré, que las cosas no serán igual que antes, que ahora será mejor. Quiero ser un buen amigo para ti, un buen novio. Quiero poder sacarte sonrisas y no lágrimas, quiero recuperar cada parte de tu corazón roto, quiero estar contigo. ¿Me das una oportunidad?
Elizabeth suspiró y miro el suelo con sus manos hechas puños, de todas las cosas que había dicho habían solo unas que quería oír.
—Dos palabras, Meliodas. Dí esas dos palabras y te prometo que seré tuya, que te daré esa oportunidad que tanto quieres y volveré a abrir mi corazón para ti. Solo di esas dos palabras, ¿Si?
Meliodas sonrió y tomo las manos de la peliplateada relajandola, mirándose mutuamente a los ojos. Sus ojos verdes llenos de amor y los ojos azules de ella llenos de esperanza.
—Te amo.
Elizabeth no respondió. No era lo que ella quería. Se soltó de sus manos y dio media vuelta para abrir la puerta, antes de entrar lo volvió a mirar, le dio una sonrisa triste. Sí, el la ama, eso era obvio. Ella muchas veces le había dicho en persona que lo amaba, o bueno, eso antes de que él rompiera el corazón por primera vez. Ahora ella solo quería oír esas dos palabras que una vez le dijo en una carta, pero que no era capaz de decirle en persona.
Después de dañarla, romperla, destrozarla y hacerla nada, un desastre, ¿Tan difícil era decirle que lo sentía a la cara?
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Att: La chica de las cartas [Temp.2] 💌 Melizabeth.
Fanfiction|Terminada.| Te van a destruir de la manera más bella, y ahí entenderás porque los huracanes tienen nombres de personas. «Querida Elizabeth; Me forcé a imaginar un mundo sin nosotros... Y lo vacío que sería ese mundo.» «Querido Meliodas; Si yo hici...