015: Fin. Ahora sí.

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—Ellie, cariño.

—¿Ajá...?

—¿Que haces?, ¿Otra carta?

—Mjum...

—Cuando miras a Meliodas se te pone un ojo bizco, me lo dijo Zeldris.

—¡¿QUÉ?!

[💌]

Esa mañana Meliodas no esperaba la visita de Elizabeth.

—¿Ellie?

Antes de que pudiera decir algo más la peliplateada lo tomó de las mejillas y lo besó. No saben todo el valor que Elizabeth tuvo que reunir para hacer esa simple acción, y eso considerando que ella era una persona impulsiva. Y a Meliodas le tomó tres segundos salir del shock y seguirle el beso metiendo sus manos en los cabellos lacios, largos y plateados de su escritora de cartas favorita. Sus labios se movían lento y profundo, encendiendo una llama dentro de ambos. Tras varios segundos más Elizabeth rompió el beso con la respiración acelerada y los labios  hinchados.

—Yo... —Meliodas no sabía ni que decir, sólo la admiraba en silencio mientras ella sacaba algo del bolso que no sabía que ella faltaba.

—T-ten —Eran dos sobres. Uno blanco y el otro de un rosa pálido. Eran dos cartas—. Lee el blanco hoy si quieres... Pero, por favor, espera veinticuatro horas para leer el rosa, yo... —Tragó saliva, nerviosa— Solo leela cuando pasen veinticuatro horas, ¿Si?

Meliodas le sonrió con cariño.

—Por supuesto que si, Ellie.

Elizabeth sonrió y comenzó a irse en silencio, cuando hubo dado cinco pasos se regresó corriendo, lo tomó de la camisa y le clavó un beso, después lo soltó y volvió a caminar dejando a un sorprendido Meliodas en la puerta de su departamento. Elizabeth estaba satisfecha consigo misma, o lo estaba hasta que recordó otra cosa y se regresó hasta quedar frente a Meliodas. Él podía jurar estar rojo por la intensidad de la mirada de la peliplatada.

—Meliodas, ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Eh, claro.

—¿En verdad se me pone un ojo bizco cuando te veo?

[💌]

Cuando se conocieron, Elizabeth jamás pensó que llegaría a enamorarse del mismo chico que le miró el trasero cuando se cayó al suelo. Y tampoco pensó que terminaría enamorandolo a través de cartas, mucho menos una carta que envió ebria. Borracha no fue la mejor manera de empezar a mandarle cartas a su crush, tampoco una historia para contarle a sus nietos, pero sin dudas una muy divertida para recordar.

Existe un dicho que dice; Lo que empieza bien, termina mal. A Elizabeth, después de tan desastrosa forma de decirle a Meliodas que lo deseaba, le gustaba decirse a si misma; Lo que empieza mal, termina bien. Le gustaba pensar que tal vez así el destino sería bueno y le daría un final feliz.

¿Fue el destino lo suficientemente bueno para darles un final feliz?

Att: La chica de las cartas [Temp.2] 💌 Melizabeth.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora