Veía atentamente el vaso de cristal frente a ella lleno de Whisky. Diablos, no debía beber, se suponía que dejaría de hacerlo, no podía solo volver a tomar como si nada, pero, ¿Como no hacerlo? Su vida se estaba yendo hacia abajo otra vez y ella no sabia que hacer, esa era su única solución. Ahogarse en alcohol. De todas formas, aunque quisiera, no podía. Llevaba al menos media hora solo viendo el vaso frente a ella sin poder beber.
Sabía que estaba mal y que no debía. Una parte de ella le decía que bebiera y la otra que no, ¿Que debía hacer? De todas formas... Aún no lograba tomar ni el primer trago.
Últimamente todo en su vida estaba mal, empezando por su ridículos sentimientos hacia Meliodas y terminando con su madre, ella la necesitaba aunque lo negase una y otra vez. Ahora no sabía que hacer, lo único que sabía era que esa frase que había leía en un cuento de hadas una vez dicha por la villana era tan cierta... “El amor es debilidad” Oh, y si que lo era. El amor que sentía por las dos personas más importantes de su vida no la dejaban seguir con su vida.
Finalmente subió el vaso hasta sus labios, pero allí lo dejó, porque, ¿había luchado tanto por ello y ahora lo mandaría todo a la mierda solo por ese estúpido dolor en su pecho y confusión en su cabeza? Podría simplemente dejar el vaso en su lugar y seguir con su vida, ya con el tiempo el dolor se iría, ¿No? O también podría terminar de beber y emborracharse hasta perder la consciencia y olvidarse aunque fuera por un par de horas del dolor. Sí, el último era realmente tentador.
—¡Elizabeth! —Esa voz, esa que hace que su corazón se acelere y los nervios ataquen. Volteo un poco su vista y bajo el vaso solo para encontrarse con una de las personas por la que estaba allí. Lo vio sentarse a su lado y sonreírle, cerrando sus ojos y mostrando su sonrisa blanca, ¿Como es que cada parte de él podía ser tan perfecta?— ¿Estás bien?
—Si —Respondió, totalmente natural, como si no estuviera perdiéndose entre el verde esmeralda de sus ojos y su sonrisa de ensueño, como si no estuviera temblando por su cercanía o con su corazón acelerado por su presencia—. ¿Qué haces acá?
—Sólo iba pasando y te vi acá sola, pensé en hacerte un poco de compañía, si eso quieres —Oh, y claro que ella quería, amaba estar cerca de él. De alguna forma le daba paz.
—Esta bien.
—¿Tú que haces acá? ¿Piensas beber a medio día? ¿Por qué?
—No lo sé... Últimamente tengo ciertos problemas en casa y no sé qué hacer... Solo beber —No mentía, si tenia sus problemas y esa, junto con él, era la razón de que se encontrará allí. Lo único que deseaba era olvidar por un momento, pero por alguna razón se le hacía imposible, algo la detenía. Ella misma se detenía.
—Bueno, definitivamente no deberías beber más. Tengo más cartas tuyas ebria que sobria —Rió y seguidamente ella también. La mayoría de las cartas que le había mandado eran ebria, simplemente por el hecho de que así se sentía más valiente, o al menos lo suficientemente valiente como para decirle todas las cosas que le hacía sentir... O que quería que le hiciera sentir. Oh, si, ella era toda una descarada cuando estaba ebria y no le daba miedo decir las cosas que le quería hacer en la cama.
—Lo siento... Es solo que... Estoy sola, me quedé sola... Y solo me queda guardarme todo para mi misma. Porque aunque hubiera alguien dispuesto a escucharme siento que solo le terminaría aburriendo o tal vez diga que exagero y termine restandole importancia a mis sentimientos. Porque lo perdí todo, ya ni siquiera siento que soy yo misma, pero es todo lo que me queda... Al final solo me quedo yo misma. Ni siquiera sé cómo hablar de esto sin sentirme juzgada.
—Oye... No sé por qué problemas estés pasando, pero sabes que cuentas conmigo para lo que sea y cuando quieras o estés lista para hablar con alguien sobre lo que sea que esta pasando acá estoy. Porque nunca estarás sola, no mientras yo esté aquí. Cuentas conmigo para lo que sea, a pesar de todo lo que hemos pasado... Hay personas a las que nos preocupas y queremos verte bien. Nadie te juzgará, ni le aburrirás, ni mucho menos dirá que exageras, cada problema afecta diferente a todos. Tal vez tu problema sea pequeño, pero te afecta a ti de una gran forma y eso es malo. Y yo no quiero verte mal...
—Gracias...
—No me gusta verte triste, haría lo que sea para verte feliz...
Fueron largos segundos de silencio, pero de uno completamente cómodo. Elizabeth se sentía un poco mejor, pensando en sus palabras mientras su mirada estaba en el vaso frente a ella, ¿Él de verdad estaba dispuesto a ayudarla? Tal vez si, tal vez él de verdad estaba cambiando y estaba dispuesto a estar con ella, tal vez él de verdad la amaba, tal vez. Mientras tanto Meliodas solo podía admirar el hermoso perfil de ella, porque Elizabeth era hermosa y lo sabía. Entonces una idea un tanto estúpida pasó por su cabeza. Tomó un papel y comenzó a escribir algo con un lápiz que llevaba en su bolsillo.
—Ten —Dijo, mientras le ofrecía el papel y ella lo veía confundida.
—¿Qué es esto?
—Mi número, puedes llamarme o escribirme cuando quieras.
[💌]
—Elizabeth.
Le llamo la mujer, pero ella no presto atención, su mente estaba todavía en el suceso de esa mañana, no podía dejar de pensar en ello. Había sido tan lindo de alguna forma. Era como una fantasía hecha realidad, esa donde Meliodas le hablaba con su hermosa sonrisa y le decía que era hermosa y que le gustaría pasar tanto tiempo con ella como ella con él. Durante mucho tiempo no creyó que eso de verdad le pudiera suceder, pero si había pasado. O algo así...
—Elizabeth —Volvió a llamar la terapeuta—. ¿Estás bien, Elizabeth?
La peliplateada regreso a la realidad en cuestión de segundos. Había olvidado completamente que no estaba sola. Tuvo que sacar esos pensamientos de su cabeza y centrarse en la realidad. Estaba feliz y necesitaba compartirlo aunque eso no fuera exactamente algo muy emocionante, para ella algo muy especial. Sonrió hacia el grupo y se levantó de la silla.
—Si, estoy bien. Es que... Algo bueno acaba de pasarme y...
La mujer le sonrió dándole confianza a Elizabeth. Dios, amaba a esa mujer, era una persona sumamente amable y agradable, era una de las personas más dulces y hermosas que podría haber conocido, siempre la escuchaba y le daba los mejores consejos, se alegraba por ella cuando algo le salía bien, y la ayudaba a dejar todo lo malo atrás. Una de las personas que más había agradecido conocer en ese año que se había ido era ella, y se sentía mal por regresar a allí tantas veces, esperaba algún día no volver...
—Adelante, Elizabeth. Todo tipo de cosas buenas que te sucedan, puedes contárnoslo. Pero antes, preséntate para los nuevos integrantes, por favor.
Elizabeth asintió y aspiró aire antes de hablar, no importa cuantas veces lo hiciera, se sentía como la primera vez. Se seco las manos en su falda y le dedico una sonrisa a todos a su alrededor, habían definitivamente caras nuevas, algunas que ya conocía y otras que estaban allí desde que ella había llegado. Había hecho algunos amigos allí y en parte agradecía eso, porque la hacían sentir que no estaba sola en ese lugar. A fin de cuentas todos estaban allí por la misma razón.
—Hola —Comenzó con un tono amable—. Mi nombre es Elizabeth Goddess, y soy alcohólica.
*
Pero... Ya lo veían venir, ¿No?
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Att: La chica de las cartas [Temp.2] 💌 Melizabeth.
Fanfiction|Terminada.| Te van a destruir de la manera más bella, y ahí entenderás porque los huracanes tienen nombres de personas. «Querida Elizabeth; Me forcé a imaginar un mundo sin nosotros... Y lo vacío que sería ese mundo.» «Querido Meliodas; Si yo hici...