Jace siguió el camino a las escaleras dónde subió cada una con pesadez, su ánimo volvió a caer cuando contestó la pregunta de Valtiel hace un momento. Una vez estando arriba se percató que el demonio no se escuchaba detrás de él lo cual le extrañó; cada vez que Jace se sentía de esa manera Valtiel siempre lo seguía para consolarlo incluso si Jace no quería.
—Creo que es mejor así… —musitó mientras desabotonaba su camisa blanca.
Al abrir la puerta vio la silueta de su pareja al pie de la cama con los brazos cruzados y su mirada grisácea sobre él. Jace se detuvo momentáneamente en la puerta, queriendo hablar pero sin querer discutir, lo cual, en vista de la situación, era probable que ocurriera. Sin embargo, Valtiel tomó la iniciativa.
—¿Qué fue eso? —cuestionó Valtiel.
—¿El qué? —murmuró sin ganas de traer el tema de nuevo.
—Nada de “¿El qué?” Tú tienes algo, es demasiado obvio que algo ocurrió hoy —comentó el demonio.
—Te dije que de esta manera es mejor, me siento más cómodo yendo solo al trabajo, ¿es eso tan extraño? —respondió Jace con tono irritado.
—¿Pero por qué? Si alguien te dijo algo puedo hacer que cambie de parecer. —Valtiel cambió su expresión, ya no era tan serio; su ceño se había relajado más.
—No... Mira, Valtiel me gusta que me lleves y recojas del trabajo. En verdad me gusta eso pero quiero intentarlo solo, que los alumnos me vean como lo que soy, un profesor. No soy un niño al que debes llevar de la mano a la escuela —explicó con más serenidad Jace.
Valtiel lo miró por unos momentos, Jace se quitó su camisa completamente y de igual manera el cinturón del pantalón. Cuando Jace volvió su atención hacia Valtiel este ya se había sentado en la cama.
—Respetaré tu decisión, quiero verte de la mejor manera —le sonrió.
La comprensión que Jace veía en Valtiel era la oportunidad para poder descansar de mejor, el día había sido tan agotador como decepcionante. La noche de ambos culminaba en una ducha que aunque disfrutaron los dos solo duró unos minutos ya que uno de ellos tenía de que despertarse temprano a la mañana siguiente; una vez que estuvieron en la cama acurrucados y acompañados del silencio Valtiel se aseguró que su novio estuviese durmiendo plácidamente.
—¿Sería lo correcto o no? —El demonio se debatía en silencio.
Tenía a Jace en sus brazos pero la curiosidad lo comenzaba a tentar cada vez más hasta que notó que su mano derecha estaba por tocar la cabeza de Jace.
—Solo serán unos segundos —pensó para luego hacer contacto y cerrar sus ojos.
Llevaba mucho tiempo sin meterse en la mente de Jace luego de que esté se lo insistiera una y otra vez desde que se habían conocido, su más profundo recuerdo había sido cuando Jace estaba en el baño de su escuela; recordar eso aún le causaba gracia. El proceso era como un calendario visual en donde podía ver lo que había hecho cada día y durante el mismo, en lo más reciente se proyectaba desde que lo había dejado en la entrada de la escuela y su ingreso.
—Esto si lo pude ver pero que más habrá... —soltó, mientras era espectador de una mente y sus recuerdos, podía hablar sin ser escuchado por el usuario.
Jace entraba a la escuela y lo siguiente fue lo que hizo que Valtiel frunciera un poco el ceño, el incidente con el profesor Andrew. Ya había entendido el concepto de los celos y lo malo que era, aunque fuese molesto para él todavía. Siguió mirando los recuerdos y se detuvo momentáneamente en su ingreso en el salón de clases dónde Jace manifestaba su nerviosismo en su máximo esplendor.
—Le dije que todo estaría bien, debo de recordárselo más seguido... —replicó el demonio.
La proyección seguía su curso cuando Jace entró junto con el profesor Andrew a la sala de maestros, Valtiel apretaba los dientes con fuerza y comenzaba a enojarse con el colega de su pareja; los consejos que le había dado le parecían patéticos pero su expresión cambio cuando esté le mencionó sobre su llegada, ver a Jace prestando atención a lo que decía para luego asentir y aceptar lo dicho era confuso y molesto; no entendía la reacción de Jace, no era asunto del otro así que no debería permitir que le llamara la atención como si fuera de su incumbencia.
Ahora entendía la actitud de Jace pero también le molestaba que no se lo hubiese dicho, Valtiel se había vuelto alguien más comprensivo y también razonable pero si algo había aún que no podía tolerar era la poca confianza que Jace le tenía hacia él. Era justificable que Jace se reservará esos detalles para no preocuparlo pero el demonio quería ayudarlo, quería formar parte de su apoyo tanto emocional como laboral.
Para cuándo Valtiel abrió los ojos luego de haber irrumpido en la mente del humano el reloj marcaba las 2:45 a.m. Decaído por lo que había visto finalmente se giró y mirando a la ventana de la habitación se dispuso a dormir o al menos iba a intentarlo.
La noche era aprovechada por los nuevos vecinos quienes con sus verdaderas identidades charlaban en la sala de su casa temporal. Azrael caminaba pensante mientras Raziel le reprochaba por lo sucedido.
—Pudiste haberlo acabado, eres uno de los arcángeles más fuertes del paraíso. Ni yo que tuve el mismo entrenamiento que tú te llegó a los talones. —Raziel se cruzó de brazos.
—¿A los talones? Raziel, estamos aquí para terminar con los engendros del Inframundo y tú ya estás tomando costumbres absurdas que hacen los humanos, enfócate en nuestro propósito —comentó molesto Azrael.
—¿Y por qué soy yo el que tiene que ser el hombre? Detestaba cuando Metatron me llamaba "chico apuesto" —soltó un bufido.
—¿Quieres ir y tocar su puerta para que termine contigo en diez segundos? Ni ayudándote podríamos vencerlo, recuerda que es el hijo de Astaroth, su madre es descendiente de Lilith y su medio hermano Paimon está al acecho también. ¿Vas a arruinar todo esto en unos segundos Raziel? — le cuestionó el otro arcángel de pie en tono molesto.
Aunque comprendía perfectamente los riesgos que conllevaba enfrentar a Valtiel siempre luchaba por la palabra de su Señor, sacrificarse por el bien de todo y borrar de la existencia la oscuridad que consumía al mundo. No podía negar que Azriel tenía razón pero sus planes a hurtadillas del paraíso era su mayor preocupación.
—¿Hablaras con Agares sobre esto? —le preguntó Raziel.
—Por supuesto, no quiero quitarle un ojo de encima a esos dos. Necesitaré que me den un reporte diario hasta que los eliminemos —comentó Azrael—. Eliminemos... ahora estoy sonando cada vez más como nuestro Señor Padre, me tendrá a su lado como siempre he merecido —una sonrisa adornó el rostro de Azrael.
Raziel pensó un poco, y estaba seguro que aquella expresión también la había visto de niño, justo cuando vio a Lucifer cayendo del paraíso, muchos humanos creían que este lloraba por lo cruel que había sido Dios con él por llamarlo traidor pero lo que solamente sabían pocos era que mientras caía el que alguna vez fue ángel sonreía de felicidad, aquella sonrisa que expresaba algo peligroso y lleno de maldad.
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Penumbra
ParanormalLa oscuridad del pasado regresa para manifestarse en una obsesión que quiere venganza a toda costa. ¿Podrá esa luz tenue proteger a quien más ama Valtiel?.