Capítulo 3

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Belia volvió su atención a la entrada y comprendió rápidamente, soltando una risa inaudible.

—¿Cómo es que su debilidad puede ser algo tan frágil, fácil de destruir? Que absurdo... —comentó el demonio de cabellos plateados.

—Yo mismo me encargaré de acabar con esa debilidad frente a sus malditos ojos. —murmuró Agares—. Disfrutaré tanto su dolor y desesperación.

Valtiel no parecía notar su presencia. Debía estar demasiado confiado para no hacer uso de sus capacidades como demonio para advertir cualquier amenaza

Ver a Valtiel actuando tan amable con aquel humano era algo tan extraño e insólito. A Agares le costaba entender cómo un demonio tan poderoso como Valtiel estaba rendido a los pies de algo tan débil, con una existencia tan frágil y efímera.

Cuando la campana de la escuela sonó, todos comenzaron a ingresar y Valtiel a regañadientes dejó ir al otro, esperando que este entrara al edificio para montarse en la motocicleta y marcharse.

Al ver su figura alejarse cada vez más, los dos demonios al acecho intercambiaron miradas por un momento antes de regresar su atención al edificio escolar.

—Se me ocurre algo divertido —soltó Belia de repente, sonriendo—. ¿Qué tal si nos acercamos al humano aparentando ser colegas?

—Sólo tu podrías pensar algo así, pero de todas maneras lo haremos —dijo Agares—. Quiero saber qué tiene de especial.

Jace ya se había presentado en el edificio administrativo de la escuela, daría dos clases a dos cursos diferentes y el primero empezaría en treinta y cinco minutos por lo que salió sin apuro de administración. Sin embargo, aún se sentía un poco nervioso, sobre todo por la manera en la que había llamado la atención en la entrada, así que su mente estaba absorta en cómo enfrentar a su clase sin entrar en pánico.

Estaba saliendo del edificio cuando chocó con alguien que ingresaba al lugar en ese momento.

—Lo siento, venía distraído —se disculpó Jace avergonzado viendo a quien estaba frente a él.

Un hombre vestido con un traje gris azulado, un par de centímetros más alto que él, de cabello negro, ojos verdes y una presencia tan imponente que hacía sentir a Jace algo intimidado.

—Ya lo creo. Eres el nuevo profesor de química, ¿correcto? —lo saludó aquel hombre—. Soy Andrew, el profesor de historia.

—B-Buenos días profesor Andrew, soy Jace, es un gusto. —Un poco nervioso Jace le extendió la mano para saludarlo de una manera formal.

Andrew pareció dudarlo unos segundos cuando finalmente sonrió y aceptó el saludo.

—Interesante... —musitó el otro mientras miraba a la nada.

—¿Disculpe? —susurró Jace confundido.

—Oh nada nada, muy bien profesor Jace espero que nos llevemos bien. —El profesor Andrew le sonrió amablemente.

Jace ahora sentía más confianza y seguridad con la pequeña charla que había tenido, se despidió del profesor Andrew con gentileza y comenzó a caminar hacia las aulas dónde el ruido era sonoro.

Contempló su horario en la hoja que recibió antes en la administración, el salón donde daría su primera clase estaba al final del pasillo, caminando hacia el aula tragó saliva y se limpió el sudor de la frente. Algunos alumnos aún entraban al salón puesto que faltaba para que la clase comenzará.

—¿Entraré de una vez o esperaré a que sea la hora? ¿Qué hago, qué hago? —inquirió para sí mismo con nerviosismo.

—Buenos días profesor. —Escuchó detrás de él.

Jace saltó en su lugar por la sorpresa, al girarse notó que era un estudiante, su cabello era de un rubio platinado que hacía juego con su piel lechosa y ojos grisáceos, era unos centímetros más bajo que Jace y le sonreía con amabilidad al profesor novato.

—Buenos días. ¿Cómo sabes que soy el profesor? —le preguntó Jace curioso.

—Porque escuché que habría un nuevo profesor de química y lo vi salir del edificio administrativo, soy muy observador e intuitivo. —El joven soltó una risa que lo hizo resaltar su atractivo.

—Es correcto, mi nombre es Jace. B-Bueno el profesor Jace. ¿Y el tuyo? —Jace trataba de mantener el control para que no fuera tan evidente lo nervioso que estaba.

—Soy Richard Colder, el jefe de grupo de la clase B2. —Se presentó el estudiante.

—Oh esa es mi primera clase. Bueno Richard te invito a que entres al salón. Ya será la hora y daré inicio a la clase —le sugirió Jace intentando no sonar mandón.

—Por supuesto profesor Jace. —El rubio le sonrió, continuando su camino rumbo al salón.

Jace soltó un último suspiro y por fin entró al salón llevándose la absoluta atención de todos los presentes. Aun siendo el profesor podía sentir la misma sensación de sus días en la universidad donde era visto como un fenómeno.

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