Capitulo 13

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Como un sueño vespertino Jace comenzó a abrir los ojos poco a poco, confundido por haber estado dormido empezó a recobrar el conocimiento mientras se preguntaba lo que había ocurrido. Se hallaba sentado en una silla metálica con las muñecas y las piernas sujetas con una cuerda lo que le impedía moverse.
Por su mente paso el hecho de haber sido secuestrado, angustiado intentaba recordar los sucesos antes de despertar; una amnesia breve cruzaba por su mente y con maldiciones seguía recapitulando desde el inicio del día.

—¿Qué pasó? —susurró con miedo mientras seguía recordando hasta obtener resultado—. ¡Richard!

Miró alrededor y fue ahí cuando notó con más detalle el lugar en donde se encontraba, era oscuro pero podía distinguir muebles algunas ventanas que en vez de cristal contenían tablones de madera clavados. Aún en la búsqueda de su alumno no pudo dar con el paradero del joven, Jace comenzó a llorar mientras el corazón le latía con rapidez.

—¿Por qué me tuvo que pasar esto?—sollozó mientras cerraba fuertemente los ojos.

—Tal vez porque estás con Valtiel...—escuchó una voz detrás de él que llamó su atención.

—¿Q-Quién eres? —dijo Jace intentando sonar serio pero incluso antes de esperar la respuesta recordó las palabras dichas por esa voz—.¿C-Cómo conoces a Valtiel?

—Al igual que tú Jace, yo también me involucre con Valtiel. Solo que yo lo conocí en su peor faceta... yo ví la clase de ser que era antes de conocer el mundo humano —comentó la voz.

—¿Qué tanto sabes de nosotros? —inquirió Jace, ya no se sentía tan temeroso. Ahora lo invadía la incertidumbre.

—Lo suficiente, eso está claro. Metiendome en esa cabeza tuya pude ver todos tus recuerdos, las personas que conociste y las momentos que viviste con ese estúpido demonio —replicó la voz.

—¿Dime quién carajos eres? —soltó el humano con más valentía.

—Agares... Aunque eso no tiene importancia. Quien importa aqui eres tú, quiero conocer a la pareja de ese hijo de puta.—rio con malicia.

—¿Qué le hiciste al chico que iba conmigo? ¿Lo asesinaste? —interrogó Jace.

—¿Quién? ¿Belia? Pfff él también es otro demonio... otro que también busca venganza —respondió Agares.

—¿Venganza? ¿De quién mierda se quieren vengar? ¿Valtiel?—dijo Jace.

—Bingo, veo que piensas muy rápido.Y como premio por tu gran esfuerzo te he traído compañía —replicó el demonio.

La gran niebla espesa y negra emergió del suelo, a unos 3 metros de Jace quien intentaba cubrir su rostro por el intenso olor a amoniaco. Comenzó a visualizar una silueta dentro del cuerpo gaseoso hasta que se fue disipando poco a poco.

—No fue tan difícil encontrarla, su felicidad me cautivo —sonrió Agares con el brillo característico de sus ojos.

Jace notó que aquel ser sostenía algo en sus brazos, aunque por el ligero humo que se encontraba en el aire le era imposible saber el objeto. Agares dió un par de pasos al frente para que el secuestrado pudiese ver mejor, Jace se quedó en silencio mientras miraba atónito el objeto, sus ojos al momento se mostraron acuosos y la piel había palidecido en cuestión de segundos mientras intentaba desesperadamente soltarse de la silla.

—¡ERES UN HIJO DE PUTA! —le gritaba Jace con lágrimas escurriendose en su rostro.

—Oh vamos, deberías de agradecerme ¿No te gustó haber visto después de mucho tiempo a tu amiga Cosette? —le preguntó Agares con sarcasmo.

El demonio soltó la cabeza de la que alguna vez fue la amiga de Jace, ésta se impactó en el suelo produciendo un ruido húmedo antes de rodar hacia Jace. El humano no dejaba de moverse y llorar, gritaba con tanto esfuerzo que la sien parecía que le iba a estallar.

Agares no dejaba de sonreír, miraba la escena como si fuera una comedia de teatro. El demonio estaba dispuesto a dañar lo que más amaba Valtiel hasta que él apareciera,  acabar con todo sin necesidad de esforzarse lo excitaba; su plan marchaba muy bien.

—Oh y no es la única sorpresa, mi querido Jace. Todos han venido a verte hoy ¿no es así chicos?

Jace notó por el rabillo del ojo como un par de siluetas comenzaban a caminar frente a él, ahí se hallaba un chico familiar para él, con un gran agujero en su estómago que le hacían ver sus entrañas, de su boca salía sangre que caía al suelo; era Jason. La otra persona lucía más delgada, piel verdosa con ojos hundidos y sus extremidades a punto de quebrarse; tenía un gorro en la cabeza y llevaba una bata de hospital, Jace la reconoció al instante, era su madre.

—No es tu cumpleaños y ya te he traído muchos regalos, ¿acaso no soy el mejor? —dijo Agares mientras pozaba sus codos en los hombros de aquellas personas.

El humano veía todo sin expresión aparente, no emitía ningún sonido.

—Fuiste el culpable de que me pasara esto, todo por un maldito capricho mío. Daría lo que fuera si jamás me hubiera involucrado contigo, eres la típica mierda a la que la gente le tiene lastima; yo no tuve porque haber sufrido esto, mejor hubieras muerto tú —dijo Jason, con cada palabra que decía algunas gotas de sangre se escapaban de su boca.

—Tal vez creiste que sufría porque este cáncer me estaba consumiendo, pero no fue así... sufría por ver qué tu padre se quedara solo con alguien como tú. Agradezco esta enfermedad para no haberme hecho ver a la clase de persona que se convertiría mi hijo,  un idiota más del montón. Que vivas sin tener remordimiento te hace un asco de ser humano, no hiciste nada por salvar mi vida, por eso te odiaré siempre, incluso en la muerte —soltó la madre de Jace, apenas se podía mantener de pie.

—Fuertes confesiones de mamá, cómo sea. De cualquier manera ya está muerta así que no debes de preocuparte —le dijo el demonio con su sonrisa burlona.

Jace estaba catatonico en la silla, miraba al suelo sin expresión aparente. A Agares le irritaba esto, de su mano derecha comenzaron a crecer sus uñas de una manera anormal hasta volverse garras.

—¡Préstame atención maldito imbécil! —Agares procedió a darle zarpazos, en el rostro y también cuerpo lo que le ocasionó a Jace multiples heridas.

De ellas comenzó a brotar sangre, sin embargo Jace seguía en ese estado; pese a los puñetazos y patadas que Agares le propinaba el humano no mostraba otra expresión.

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