Capítulo 17

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—¿En verdad crees que purificando humanos y acabando con demonios vas a convertirte en un buen arcángel del paraíso?.— Valtiel se cruzó de brazos, aunque por dentro quería salvar a Jace sabía que si intentaba hacerlo Azrael acabaría con su vida.

—Me alzaré en el reino de nuestro señor para cumplir con su palabra, es mi voluntad y mi deseo es servir junto a él por siempre.— el ser divino miraba el techo con felicidad.

—¿Qué pasó con Gabriel? ¿O con Lucifer? Ellos fueron arcángeles pero sus ideales los volvieron demonios. No eres nada diferente a ellos, tus manos están llenas de sangre, sangre que no tuviste que derramar.— una de las habilidades de Valtiel aprendida por su madre era el juzgar mediante la culpa.

—Ellos dudaron de la palabra de Dios padre, ellos obtuvieron lo que merecían. Yo obtendré respeto y gratitud, seré uno de los divinos ayudantes de Dios.— miraba a Valtiel con superioridad.— tú ayudarás a mi ascenso.—

De pronto una luz atravesó el ventanal que había en lo más alto de la iglesia, a pesar de que ya era demasiado tarde para que se tratase del sol aquella luz lucía tan resplandeciente y hermosa; dorada como un pedazo de la más fina seda color oro.  La luz se posicionó sobre Azrael y Jace.

—Oh padre ¿Acaso eres tú? Bendito salvador del mundo, cumplí con tu palabra; he limpiado un poco de oscuridad de este mundo.— Azrael comenzó a soltar unas cuantas lágrimas.— Estos humanos no merecen pertenecer al paraíso, su alma debe de purificarse primero; mírame juzgar a las almas corruptas cómo tú lo haz hecho siempre.—

El arcángel deslizó la espada en el cuello del humano, este comenzó a sangrar rápidamente creando un charco alrededor de ambos. Azrael soltó el cuerpo de Jace para que esté fuera a caer en el suelo, extendió sus alas y comenzó a subir hacia el ventanal con una sonrisa. Valtiel sostuvo su cabeza de Jace rápidamente entre sus manos.

—¡No, no, no, no, Jace por favor no!.— Valtiel colocó una de sus manos en la herida, las lágrimas comenzaron a surgir de sus ojos.—¡No mueras Jace, no mueras. Te amo, te amo!.— balbuceaba desesperado entre sus sollozos.—Extremum spiritum defende....Sana vulnus mundi huius corporis.—

Arrodillado con la cabeza del humano apoyado en sus piernas el demonio seguía diciendo conjuros, la piel comenzaba a verse pálida y su tacto algo frío. La mirada de Jace se encontró con la de Valtiel.

—V-Valtiel....— susurró lentamente.

—¡Si Jace soy yo, soy Valtiel, soy yo amor!.— acaricio la mejilla de Jace.

El humano levantó con dificultad una de sus manos, estando por tocar el rostro de Valtiel este se detuvo y su extremidad regresó a su pecho. Inclinó si cabeza antes de cerrar los ojos, el pulso de había ido.

—¡NO, JACE POR FAVOR NO, NO TE MUERAS.— gritó el demonio.— ¡EXTREMUM SPIRITUM DEFENDER, SANA VULNUS MUNDI HUIUS CORPORIS!.—

Mientras tanto Azrael estaba por llegar al ventanal, sin embargo la luz desapareció. Extrañado quiso tocar el cristal pero si cuerpo comenzó a caer al suelo con rapidez, las alas habían desaparecido. El impacto hizo que soltará un par de quejidos mientras se retorcía en el suelo.

—¿Qué ha pas-sado, m-mis alas?.— inquirió Azrael.

Otra luz cruzó el cristal, solo que está vez alguien estaba de pie junto a Azrael. Era Metatron.

—Hola Azrael.— lo miró el otro arcángel con una sonrisa.

—¿Meta...tron? ¿Qué haces aquí?.— cuestionó el individuo en el suelo.

—Me mandó a arreglar tu problema.— Metatron miró el resto de la iglesia, tanto los cuerpos como a los otros dos a unos metros.— Y veo que fue peor de lo que pensamos.—

—¿Me ayudarás a acabar con ese maldito demonio?.— Azrael abrió los ojos con una amplia sonrisa.

Metatron no dijo nada, extendió una de sus manos en el cuerpo de Azrael y comenzó a recitar unas cuantas palabras.

—Te destituyo del cargo de arcángel, a partir de ahora vivirás como un mortal hasta el día de tu muerte. Nada de lo que viste o viviste será recordado, Que la palabra de nuestro Dios te acompañe siempre.— concluyó.

Una luz rodeo el cuerpo de Azrael.

—¡¿Qué?! ¡NO! YO NO HICE NADA MALO, YO HICE EL BIEN. DETENTE METATRON.— suplicó Azrael pero era demasiado tarde, este se había desmayado.

De su pecho salió una bola de luz que Metatron tomó entre sus manos, se llevó dicho luz a la boca y como si fuese un dulce se lo comió.

—Y ahora este otro problema....— musito.

Camino hacia Jace y Valtiel, a pesar de estar sollozando el demonio amenazó a Metatron con una voz gruesa.

—Ni se te ocurra acercarte a nosotros...— soltó con enojo.

El arcángel se arrodilló junto al cuerpo de Jace, llevó su mano a la frente de este para luego cerrar los ojos.

—Le quedan un par de minutos antes de que muera...— comentó.

—¡¿Sigue vivo?!.— preguntó Valtiel asombrado.

—Si pero no por mucho, tu conjuro solo lo hizo resistir un poco más pero no detuvo el curso de su destino.— explicó Metatron.

—¡¿Qué?! ¡¿Osea que morirá de cualquier manera?!.—inquirió desesperado.

—Puedo evitar eso,  ya que el responsable fue un arcángel el paraíso le otorgará una segunda oportunidad.— dijo Metatron.

—¡Entonces hazlo, salvalo!.— lo miró Valtiel con los ojos acuosos.

—Pero hay una condición para que pueda realizarlo...el humano Jace Mason vivirá, sin embargo, el precio que deberá pagar serán sus recuerdos contigo.— soltó seriamente el ser divino.— Una vez que abra los ojos ya no sabrá de tu existencia o de las cosas que vivieron juntos.—

El demonio se quedó atónito, sacudió la cabeza en negativa pero al mirar el rostro moribundo de Jace se detuvo, otras cuantas lágrimas brotaron de sus ojos.

—Es un precio muy alto...pero es para la persona que más amo....— lo miró un par de segundos más antes de secarse los ojos con su mano.— Hazlo.—

El arcángel volvió a colocar su mano en la frente del humano antes de decir unas palabras.

—Solo llévalo a su casa y recuestalo en su cama, una vez hecho eso retirate.— replicó Metatron.

El arcángel se puso de pie y se acercó al cuerpo innerte de Raziel, lo tocó con su mano derecha y antes de irse le pidió a Valtiel que se encargará del cuerpo de Belia. El demonio asintió y con un chasquido incineró al otro demonio, se teletransportó a la casa de Jace nuevamente para dejarlo en su cama.

—Jace...en verdad me alegro que sigas aquí...aquella decisión siempre me perseguirá cada día y cada noche. Pero me hace feliz el saber que estarás vivo, que siempre estaré contigo aunque ya no me recuerdes. Te amo tanto...vive por los dos.— Valtiel se acercó a la frente de Jace antes de desaparecer.

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