—M-Muy b-buenos días... Soy el pr-profesor Jace Mason y estaré a cargo de este salón en este horario —exclamó nervioso el ahora profesor de química.
Todos lo veían con extrañeza al igual que observaban con curiosidad al chico rubio que se hallaba en la primera silla de todo el salón.
—Si tienen cualquier duda acerca de la clase les pido que me lo hagan saber a través del presidente de grupo. ¿Está bien, Richard? —Jace miró al chico rubio quien asintió con una sonrisa.
Se comenzaron a escuchar susurros por todo el salón hasta que un chico de lentes levantó la mano para pedir la palabra, Jace se la otorgó al instante.
—Muy buenos días profesor, disculpe, pero el presidente de grupo soy.... —se detuvo secamente.
—¿Eh? No escuché lo último, ¿podrías repetirlo? —pidió Jace con amabilidad.
—Dijo que está bien, que todo me lo harán saber a mí. ¿No es así, chicos? —alzó la voz Richard para que todo el salón lo escuchase.
—Sí... —respondieron al unísono, luciendo casi como robots. Aquella idea le causó un escalofrío.
—Bueno, comenzaremos con los apuntes básicos. Saquen sus libretas.
Sintiendo un poco más de confianza Jace comenzó la clase explicando los aspectos básicos de la materia. Aún estaba nervioso, pero ya no sentía la necesidad de salir corriendo del aula. No era tan fácil como pensaba, y era peor cuando sentía la mirada de sus alumnos penetrando su espalda cuando debía de anotar algo en la pizarra. Pero definitivamente no lo estaba matando, por lo que podía sobrevivir a esta experiencia.
La campana sonó, y casi al instante Jace soltó un suspiro de alivio pues ya comenzaba a sentir el sudor frío recorriendo su espalda.
—Bueno chicos no vemos mañana, no olviden hacer los ejercicios —comentó dándose la vuelta. Ya no había nadie.
Valtiel se hallaba en casa viendo la televisión, su mano tomaba puñados de palomitas de maíz cada dos minutos y parecía estar aburrido por la programación. Hablar con Cosette por celular ya no era lo mismo desde que ella trabajaba como psicóloga en una clínica integral; a veces Valtiel dudaba en contactar con su hermano u otros demonios ya que Astaroth podía regresarlo a tomar su puesto una vez más. Mientras veía la plasma con aburrimiento se percató de que alguien había tocado la puerta.
—¿Jace? —se preguntó a sí mismo cuando giró la cabeza.
No era posible que fuera Jace debido a que él había llevado sus llaves. Se levantó del sillón y caminó lentamente para que sus pisadas no se escucharan en el piso de madera, no se podía ver claramente sin embargo el demonio sabía que alguien estaba del otro lado. Tornó sus ojos al rojo que lo caracterizaba para mirar a través de la puerta pero le era imposible, algo no le parecía normal; dio un paso al frente cuando volvieron a tocar lo que hizo que se detuviera otra vez.
—¿Quién es? —dijo firme pero con incertidumbre, no le respondieron.
Caminó de forma rápida a la puerta y la abrió tan fuerte que un sonido en el aire se había escuchado con claridad, una mujer se encontraba de pie sosteniendo un recipiente.
—Buenos días —dijo la mujer con una sonrisa, Valtiel cambio su semblante.
—Buenos días... ¿Qué se le ofrece? —habló con amabilidad aunque la pregunta había sonado algo tosca.
—Oh, soy Mary, mi esposo y yo nos acabamos de mudar a la casa de al lado. Espero no sea un problema pero quise traer galletas como saludo —explicó la mujer sin dejar de sonreír, lucía alrededor de los treinta.
—No se hubiera molestado —expresó Valtiel apenado, aunque ya estaba extendiendo su mano hacia el recipiente.
—No es ninguna molestia ¿eh...?
—Ah perdón, soy Evan. Mucho gusto —se presentó Valtiel con su nombre falso.
—Espero que seamos buenos vecinos, a mi esposo Chris y mí nos gustaría invitarlo a cenar a nuestra casa para conocernos mejor —propuso Mary.
—Lo lamento Mary, pero mi pareja y yo ya tenemos planes —mintió Valtiel.
—¿Pareja? ¿O sea que vive con alguien más? —Inquirió la mujer intentando no sonar curiosa.
—Sí... Miré estaba haciendo algo importante así que la tengo que dejar. Gracias por las galletas Mary —Agradeció Valtiel sin interés antes de intentar cerrar la puerta, sin embargo la mano de la mujer se lo impidió.
—Nos vemos señor Evan, espero que usted y su pareja se animen a ir a nuestra casa a almorzar o cenar uno de estos días. —La mujer le dedicó una sonrisa tan extraña que le generó una gran incomodidad.
Finalmente Mary soltó la puerta y Valtiel pudo cerrarla, en cuanto volvió su vista al recipiente no noto nada extraño. Sin darle muchas vueltas al asunto dejó las galletas en la cocina y siguió mirando la televisión con la esperanza de encontrar algo bueno para ver.
Llegada la hora del almuerzo Jace recorrió la escuela para mirarla mejor, en la cafetería solo se encontraban algunos maestros comiendo y platicando; a Jace le pareció buena idea comenzar a platicar con ellos, pero su inseguridad se hizo presente en cuanto todos lo miraron con desinterés.
—Mejor no... —murmuró antes de dar media vuelta y comenzar a caminar a otro lado.
Como si no supiera hacer otra cosa chocó con alguien por segunda vez en el día.
—Lo lamento mucho —se disculpó más que avergonzado separándose y mirando hacia el frente.
—No te preocupes Jace, no pasa nada —le respondió el profesor Andrew con una sonrisa.
Jace sintió su rostro enrojecerse por la vergüenza, era su primer día de trabajo y el hombre sentía que todo le estaba yendo en contra.
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Penumbra
ParanormalLa oscuridad del pasado regresa para manifestarse en una obsesión que quiere venganza a toda costa. ¿Podrá esa luz tenue proteger a quien más ama Valtiel?.