Capítulo 11

90 9 0
                                    

Los primeros rayos del sol iluminaron el oscuro cielo al amanecer, tanto Belia como Agares se encontraban recostados en un sillón. El demonio de cabello platinado miraba la televisión con desinterés, presionaba los botones del control sin siquiera mirar lo que transmitían en la plasma.

-¿Quieres dejar de hacer eso? Me estas mareando....- comentó Agares mientras se tallaba los ojos.

-Cada vez los humanos son más estúpidos, por lo menos antes se asesinaban en guerras e incluso quemaban a gente viva en hogueras por "brujería". Ahora suben cualquier estupidez en internet y se vuelve viral.- por el tono en el que lo decía era evidente su desagrado hacia los humanos.

-Recuerdo muy bien mis días en la legión de Astaroth.-dijo Agares a la nada, casi hipnotizado.-todo lo que hice por su hijo...la humillación que me hizo pasar...lo lamentarás Valtiel, lo prometo.- algunos rayos comenzaron a filtrarse por la ventana.

-¿Los estúpidos arcángeles se darán cuenta de esto? Porque no quiero escuchar sus sermones tan temprano.- replicó Belia.

-Este idiota ni siquiera valía la pena.- ambos miraron hacía el suelo donde yacía el cuerpo sin vida de un hombre, se trataba del profesor con el que Jace había tenido problemas.- pero aun así debemos de deshacernos de él.-

-¿Enserio? Pfff es pan comido.- Belia se puso de pie y lanzó el control, caminó hasta el cuerpo para alzar una de sus manos e iluminar sus ojos.

El cuerpo de aquel hombre comenzó a desvanecerse como ceniza para luego salir volando, Agares miraba la escena con un atisbo de asombro.

-¿Cómo pudiste hacer eso? Solo los demonios con legiones puede hacerlo.- Agares se puso también de pie y caminó hasta estar junto a Belia.

-Hay cosas que es mejor no saber...a decir verdad creo que Azrael no es tan diferente de nosotros.- Belia volvió al sillón para seguir viendo la plasma.

El castaño se quedó de pie mirando el suelo, a decir verdad no tenía idea de quién era Belia. Ambos solo se limitaban a hablar del plan vengativo y la traición hacía los arcángeles, más allá de eso ninguno de los dos entablaba una conversación para saber el uno del otro. Casi tan pronto como Agares regresó al sillón para también recostarse una visión se proyectó en su interior.

Era común ver a demonios relacionarse entre ellos, tanto íncubos como súcubos se devoraban con un deseo insaciable de placer y tormento que llegaba al punto de la separación o la creación de nuevos engendros infernales. Tal era el caso cuando Astaroth y Abyzou dieron existencia a Paimon, tiempo después el rey de la legión volvió a intimar con otra demonio llamada Alyssa quien era descendiente de Lilith y madre de Valtiel. Todo esto lo sabía Agares puesto que tenía una habilidad muy desarrollada para mirar el pasado de quienes lo rodeaban, había visto el pasado de Valtiel y por eso sabía todo lo relacionado a él.

La visión mostraba a una persona de espaldas, no podía ver de quién se trataba pero sabía que se encontraban en el límite del infierno y las fronteras del paraíso, dónde Valtiel lo había traicionado y dejado a su suerte. Aquella silueta permanecía de pie mientras miraba la frontera celestial, una gran luz iluminó el cielo y de ahí bajó otra silueta con enormes alas platinadas, al estar casi cerca una silueta de la otra ambas se fusionaron en un abrazo. Agares no comprendía en su totalidad lo que estaba presenciando, lo único que intuía era al arcángel que había bajado pero ¿Quien era la otra silueta?.

-¡Hey!.- exclamó Agares para llamar su atención.

El arcángel que había descendido alzó la mirada y Agares pudo darse cuenta que se trataba de Raziel quien mostraba una expresión de alerta, la otra silueta solo giró un poco la cabeza y vio unos destellos en sus ojos, el color le era familiar y supo de quién se trataba.

-¿Belia?.- cuestionó al aire el demonio castaño.

Fue entonces que regresó a la realidad, parecía agitado. Belia se levantó desconcertado del sofá y tomó a Agares de la chaqueta.

-¡¿Qué hiciste?!.- iluminó los ojos y apretó la quijada.

Agares seguía desorientado, al darse cuenta que Belia lo estaba sujetando pudo separarse de él con un manotazo.

-¡¿Qué hiciste tú?! ¡¿Involucrarte con un puto arcángel?! ¡¿Cómo es que sigues existiendo?! Lucifer ya te hubiera ofrecido al Leviathan.- Agares lucía asqueado.

-ESE NO ES TU PUTO PROBLEMA.- el tono de Belia comenzaba a sonar distorsionado.

-¿Qué no es mi puto problema? ¿COMO SÉ QUE NO ESTAS CON ELLOS?.- Agares también iluminó sus ojos.

-Porque para mis los arcángeles son una mierda más, traidores e hipócritas.- replicó.

- Parecía que no los detestabas del todo...- ambos habían bajado el tono de su voz aunque Agares mostraba cierto desagrado.

-Eso no te incumbe, si vuelves a meterte en mi mente de nuevo voy a acabar contigo.- Belia iluminó sus ojos rápidamente de su color característico.

Por un momento Agares no pareció entender lo que ocurría, poco a poco fue recordando algo de lo que se había hablado en el infierno. Un principe de una legión lejana había estado saliendo en secreto con un arcángel, la relación la cual estaba más que prohibida era castigada con ser devorado por el Leviathan a manos del mismísimo Lucifer; pronto ese rumor se fue desvaneciendo ya que jamás se había revelado el nombre del principe ni del arcángel. Estaba la probabilidad de que fuese Belia el protagonista de dicho rumor.

-¿Por qué lo hiciste Belia? ¿Tú fuiste ese príncipe del que se habló en el infierno? ¿El que se enamoró de un arcángel?.- inquirió Agares.

Belia no respondió, solo miraba la televisión mientras ignoraba a Agares el cual seguía de pie. El silencio lo había tomado como una afirmación ya que de ser lo contrario Belia se mantendría firme a la negación.

-Es cruel...nadie sabe de quién se puede enamorar...pero en nuestro caso es peligroso. No podemos estar con otra especie que no sea algún otro demonio.- comentó el castaño con melancolía.-Pero ¿Sabes algo? Ambos podemos vengarnos de quién nos traicionó, hay que acabar con su existencia, deben de pagarlo todo.- sus ojos se iluminaron y aquella voz melancólica se torno malévola, intentando convencerlo.

PenumbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora