08.4- Steve Rogers/Bucky Barnes

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ADVERTENCIA: Capítulo largo y lento, como los dos primeros.

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ADA

"Setenta años"

Setenta.

Años.

¿Qué?

—¿Qué? No...

Steve pareció reaccionar, porque me soltó y sus ojos se abrieron mucho al ver que sólo llevaba una toalla alrededor del cuerpo.

—Oh...

Sentí mis mejillas calentarse aún más, y me aferré a la tela como si eso solucionara todo.

—Lo siento, no debí entrar sin saber si estabas lista o no.

Steve intentó retirarse, pero le agarré la mano y tiré de él.

—No puedes irte ahora. No me dejes sola.

Tenía aún más preguntas que antes. Ya no me sentía tranquila, sino inquieta y asustada; sola, si Steve se alejaba.

—Pero... —evitó mirarme, y dentro de todo, sentí ternura—. Bien, me quedaré mirando a la pared.

—No te preocupes. Me vestiré en el baño, ya salgo.

Agarré la ropa que la mujer pelirroja había dejado sobre la cama y me metí al baño. Mientras me vestía, noté que temblaba. Me puse una camiseta de mangas cortas igual a la que Steve traía, aunque más pequeña, y un pantalón color beige. Lucía como un uniforme, y no era lo más cómodo según yo.

Cuando volví a salir, Steve estaba sentado en la cama. Así que me senté junto a él, peinando mi cabello mojado con mis dedos.

—Ada, estuvimos dormidos durante setenta años. Caímos en un glacial, nos congelamos y el suero nos mantuvo vivos. Tal vez no me crees porque no has visto el mundo allá afuera, pero... cuando lo veas... —movió la cabeza—. Es de locos. Las calles son las mismas que recuerdo, pero todo es tan diferente, tan ruidoso y luminoso.

Setenta años.

Ese fue el momento en el que me sentí más sola. Ni siquiera cuando vivía encerrada en mi habitación, o cuando estaba encerrada en aquel calabozo. Ahora estaba en otro país, en otro tiempo. Sin hogar, sin lugar en esta tierra. ¿Qué sería de mí?

—Debieron dejarme congelada en ese avión —susurré, levantándome y caminando hacia la ventana, incapaz de mirar a Steve. Ahora sabía que aquella imagen de la ciudad tenía que ser falsa, que tal vez la habían puesto ahí para que yo no me asustara y saliera corriendo como loca.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Steve, soy una chica alemana sin hogar, sin profesión ni dinero en un país extraño. Y no cualquier país, sino el que mi padre más perjudicó. ¿Crees que ahora me darán la bienvenida? ¿Crees que...? —solté un sollozo y me odié por ello. Tenía que ser fuerte aunque quisiera acurrucarme en un rincón y seguir durmiendo—. ¿Qué crees que harán conmigo? Me meterán a una prisión para que pague todo lo que mi padre hizo.

—¡Claro que no! —Steve se puso de pie y me observó con convicción—. Tendrán que pasar sobre mí para tocarte. 

—Muy tierno de su parte, Capitán. Ahora, si ya terminaron de abrazarse, síganme. Tenemos que hablar —dijo un hombre alto y moreno desde la puerta; de inmediato me llamó la atención el parche en su ojo—. Ah, señorita Schmidt, es un placer conocerla oficialmente. Soy el director Fury y estoy al mando de SHIELD, su nueva casa.

Steve Rogers / Bucky Barnes ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora