Capítulo 12

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Capítulo 12: Era el escenario perfecto... o eso me parecía.

Shayra

Salí de mi escondite y tuve un serio debate mental entre si volver a mi casa o cumplir mi propósito, el cual era verlo.

Tal vez no era la mejor decisión, pero...

Caminé y me posicione frente a su puerta, di dos golpecitos y no pasó nada, ni siquiera oía un ruido. Toqué varias veces hasta que por fin la puerta cedió. Él estaba ahí, debajo del umbral. Llevaba un pantalón de chándal y una camiseta sin mangas. Pensándolo bien, solo lo había visto dos veces sin sudadera. Su cabello iba un poco más despeinado que de costumbre, no del tipo distraído, más bien parecía que se había pasado las manos constantemente.

Me miró con el ceño fruncido.

—¿Qué haces aquí?

—Visitándote —parecía dudar, no sabía si dejarme pasar o no—. ¿No me vas a dejar pasar o tienes algo que esconder?

—Aquí dentro, no.

Su respuesta fue simple pero me intrigó el que fuera tan sincero y sobretodo, quería saber que era lo que escondía.

—¿Dónde sí?

—Pasa —ignoró deliberadamente mi pregunta.

Cuando puse un pie dentro de su apartamento el olor a jabón mezclado con su usual perfume invadió mis fosas nasales. Era pequeño, como todo en el edificio. Pude ver una sala de estar con tres muebles frente a un televisor, justo en mi derecha, y un poco más allá, un balcón. Las cortinas estaban abiertas dejándome ver la ciudad a través del vidrio. Todo era blanco combinado con gris.

Estaba a punto de caminar hacía uno de los muebles cuando un ladrido me hizo retroceder, haciendo que pegara mi espalda al pecho de Adonis. El perro negro me mostraba sus dientes y parecía listo para atacarme, inconscientemente me acerqué mucho más al hombre detrás de mi.

—¡Sale! —le dije al perro.

—Basta, Blanca.

El perro o bueno, ahora perra, obedeció, seguía teniendo una mirada desconfiada y no se movió de su lugar, pero dejó de mostrarme sus dientes, pareciendo más calmada.

—¿Blanca?

—Es mi perra.

—¿Y se llama Blanca?

—Sí, ¿no escuchas o qué?

—Pero si es negra.

Me miró como si yo fuese una loca sin cerebro y yo le sonreí para aligerar el ambiente, bajó su mirada a mis labios y noté como tragó grueso, se acercó a mí y me preparé para el beso que obviamente iba a darle pero un ruido nos hizo detener.

Los dos nos giramos hacía Blanca, quien había caído al suelo. Adonis cerró los ojos con fuerza, como si estuviera furioso. Se acercó a ella y acarició su pelaje negro.

»¿Qué le pasa?

—Está enferma.

—Llevala al veterinario —resolví de manera simple.

Renunciando a todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora