Capítulo 13

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Capítulo 13: Beso amistoso.

Shayra

Caminaba con tranquilidad a la parada del bus para dirigirme a casa, acababa de salir de la universidad. A mi izquierda iba Annie y a mi derecha, Asher -a quien no le habían devuelto el auto-, no pude evitar compararlos con esos pequeños diablos y ángeles que se sitúan en los hombros de las personas en las películas.

Hablaban sobre por qué los perros no caminaban en dos patas, y lejos de pensar en lo raro que eran mis amigos, solo pude pensar en Blanca, la perra de Adonis, lo que me llevó a recordar la manera en la que me fui de su apartamento.

—¿Ella? —le pregunté, tratando de contener la decepción repentina que sentí.

Él solo se pasó una mano por su cabello ya despeinado, para decir:

—Es mejor que te lleve, Shayra. Se hace tarde.

Me molestó muchísimo que se atreviera a nombrar a una tercera persona y luego a pedirme que me fuera, porque si bien yo fui la que lo besó la primera vez, él nunca me apartó.

—No me vas a explicar —deduje.

—No te debo explicaciones.

Tomé mi dignidad y mi orgullo y salí de ese lugar. No me llamó, ni me detuvo, dejó que me fuera...

¿Sí o no, Shayra? —me preguntó Asher, sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué?

—¡Que los perros no tienen suficiente equilibrio!

—Pero, ¿y si lo tuvieran? —indagó Annie.

—¿No pueden tener una conversación normal? —les dije, pero como cosa rara, me ignoraron y siguieron discutiendo entre ellos—. ¡Adonis me besó! —pararon de discutir para mirarme—. Y yo lo besé a él.

—Eso ya lo sabía —Annie se sentó en el banco de la parada. Ya habíamos llegado.

—¿Quién es Adonis?

Asher estaba confundido, nunca le había hablado de él. Como dije, ya no éramos los tres mosqueteros que solíamos ser pero la confianza seguía ahí, y tomando en cuenta que ahora estábamos volviendo a tomar nuestra rutina antigua, por ende, estábamos compartiendo más, decidí soltarlo todo. Les conté -a pesar de que Annie ya se sabía el principio de la historia-, desde el primer día que lo vi hasta ahora.

—Y decidí ir a su apartamento... —seguí contando.

—¡Alto vaquero! —me interrumpió Annie —, eso no me lo sabía.

—Sólo cállate y escucha.

Faltaban aproximadamente unos diez minutos para que llegara el bus.

Proseguí contando lo que sucedió, claro, exceptuando los detalles de nuestro beso y todo eso.

—¿Y si le das su espacio? —sugirió Asher—, porque se me ocurren dos opciones, uno —enumeró con sus dedos—, sólo quiere una aventura, no resumirte su vida; dos: le afecta tanto lo que le pasó o le pasa que no quiere a nadie indagando sobre eso.

Renunciando a todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora